La inflación no solo impacta en los alimentos, sino que también hace mella sobre los ámbitos productivos que impulsan la actividad económica. El Indec difundió que los costos de los insumos para construir se dispararon más de 100% en el último año. Aunque el Gobierno buscará sostener el nivel de obra pública durante el periodo electoral, las perspectivas en el sector privado son pesimistas.
El costo de la construcción registró en febrero un incremento del 5,6 % y de esta manera acumuló una suba del 12,1% en el primer bimestre del año, según informó Indec. Con esta suba, el costo de la construcción avanzó 101,8% en los doce últimos meses. Este resultado surgió como consecuencia de un alza de 5,1% en el segmento “Materiales”, de 6,2% en “Mano de obra” y de 5,2% en el capítulo “Gastos generales”. El capítulo “Mano de obra” incorpora los nuevos valores establecidos por el acuerdo salarial de la UOCRA.
Por ahora no hay signos recesivos sobre los niveles de actividad del sector, pero las primeras alarmas pueden empezar a sonar. El aumento de costos en los materiales destinados a la construcción, sumado a la última suba de la tasa de interés pueden ralentizar la actividad en los próximos meses, que tampoco venía demostrando grandes rendimientos.
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El último dato disponible (enero) destacó por lo positivo: +4,3% mensual, cortando así con cinco meses seguidos de caída. Entre julio y diciembre de 2022, los costos de la construcción aumentaron un 37% mientras que el dólar blue lo hizo al 17%, resultando en un atraso del 15% para este último. Durante este lapso, la actividad del sector se contrajo un 10%. En esta línea, cabe mencionar que durante enero el dólar libre se encareció un 12%, lo cual podría explicar gran parte del crecimiento del mes.
Respecto a la encuesta a empresas del sector, un tercio de aquellas que realizan principalmente obras públicas esperan que la actividad mejore para los próximos tres meses. Sin embargo, entre aquellas que realizan obras privadas sólo el 17% espera un aumento (contra 23% del mes anterior).
De acuerdo a un informe de la consultora LCG, para el 2023 se espera que la construcción mantenga un sendero de crecimiento, aunque algo más magro al exhibido durante 2022 (techo de actividad). Siendo un sector caracterizado por una alta informalidad, en conjunto con una correlación significativa con la brecha cambiaria que abarata costos, ambos factores podrían operar como un amortiguador para el año que comienza.
"En este sentido, debido a la ralentización del sector hacia finales del año pasado, el arrastre estadístico resulta del -5%, por lo que esperamos que en el promedio del año el crecimiento sea negativo, aunque con una variación positiva hacia final del año medida diciembre contra diciembre", subrayó el informe.
El FMI presiona por la tasa de interés
En el último comunicado del FMI tras la renegociación por el cumplimiento de metas, el organismo multilateral de crédito dejó en claro que el sendero económico del 2023 deberá mostrar una tasa de interés positiva en términos reales. La semana pasada, el Banco Central convalidó una suba de tres puntos para sostener una curva que siga el trayecto inflacionario. El riesgo de mantener un ritmo ascendente bajo estos parámetros es enfriar la actividad y la pérdida de efectividad del instrumento.
En contrapartida, el costo asumido por esta decisión es desacelerar la actividad económica por la consecuente retracción de los créditos al aparato pyme, debido al natural encarecimiento del interés. Luego de la caída de enero, los préstamos en pesos volvieron a contraerse en febrero y lo hicieron a una tasa del 2,3% real. Adicionalmente, cayeron un 14,6% en términos anuales, desacelerando en 0,8 puntos respecto a la tasa observada durante el mes anterior.
Todas las categorías volvieron a caer respecto al mes previo, destacándose los préstamos a las empresas que cayeron un 1,4% real. En términos anuales se contrajeron por quinto mes consecutivo, con una tasa del 11,6% real, 1,9 puntos menos que la contracción de enero.
En relación a los préstamos, un escenario de menor actividad para el año en curso tendrá un correlato directo sobre la dinámica de créditos. Sobre esto se suma un costo de financiamiento más elevado y restringido producto de una tasa de interés elevada. El peor escenario sería quedarse a mitad de camino: promover un instrumento que dificulte la actividad pero que tampoco surta efectos para alinear la macroeconomía.
Para la consulta MegaQM, ante la nueva aceleración inflacionaria, tanto las tasas de interés como el ritmo de devaluación quedaron por debajo de la inflación. Por ahora la responsabilidad de ofrecer retornos reales positivos queda para la deuda del Tesoro Nacional. De todas maneras, con el bajo nivel de crédito en relación al PBI, la tasa de interés no es un instrumento efectivo para controlar la inflación. En cambio, sigue siendo muy relevante para la brecha cambiaria.