Invertir en eficiencia energética aporta confort y valor a la vivienda

08 de enero, 2024 | 12.58

Por Silvina López Plante, arquitecta, integrante del Grupo de Instituciones por el Etiquetado Energético de Viviendas que lo integran Argentina Green Building Council (AGBC), la Asociación Nacional de Industrias de Materiales Aislantes (Andima) y el Instituto de la Construcción en Seco (Incose).

La mayoría de las viviendas y edificios en Argentina no son eficientes desde el punto de vista energético, lo que convierte la vivienda en una de las tres causas de emisiones de CO2, por detrás de sectores como el transporte y la industria. La antigüedad del parque inmobiliario argentino explica que Argentina se sitúe en el grupo de países con los peores índices de eficiencia energética debido a la no readecuación térmica de construcciones existentes y la no aplicación de estándares en construcciones nuevas.

En Argentina, los edificios son los responsables de entre el 30 y 40% del consumo de energía, sobre el consumo relacionado a la climatización. Así pues, la rehabilitación energética de las viviendas y edificios es clave para alcanzar la descarbonización de la economía en el 2050, uno de los objetivos del Acuerdo de París. Para el éxito de este objetivo común es imprescindible que los ciudadanos tomen conciencia y pasen a la acción invirtiendo en la puesta al día de sus hogares. La rehabilitación energética de las viviendas es una tarea urgente, tanto por el ahorro que supone para el bolsillo del consumidor, teniendo en cuenta la quita de subsidios y la suba de tarifas, como por los beneficios en términos sociales y medioambientales. Además de luchar contra el cambio climático, tener hogares energéticamente eficientes ayuda a luchar contra la pobreza energética y los problemas de salud, especialmente de las personas mayores, derivados de la falta de confort de las viviendas. Y esa falta de confort y bienestar viene determinada por la no adecuación térmica de las viviendas y la calidad constructiva con falta de aislamiento térmico en las envolventes

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Si bien es cierto que muchos ciudadanos han ido realizando pequeñas actuaciones para mejorar la eficiencia de sus casas, ya sea cambiando los electrodomésticos por otros más eficientes, sustituyendo las lamparitas de mayor consumo por tecnología led o mejorando los cerramientos, ahora se trataría de ir más allá, lograr una reducción del consumo y disminuir significativamente el uso de energía primaria no renovable, principalmente en climatización.

La eficiencia energética es un factor a tener en cuenta a la hora de habitar, comprar o alquilar una vivienda. Un consumo energético alto asociado a una construcción poco eficiente tiene un impacto económico en el bolsillo, pero también afecta al valor de la propiedad.

Son varios los factores que determinan el precio de una vivienda; sin embargo, todo lo relacionado con la eficiencia energética tiene, o debería tener, un impacto en la competitividad a la hora de compra-venta. Y es acá donde la etiqueta energética dice mucho sobre la eficiencia energética. Si estudiamos la información que nos brinda la etiqueta, podemos ver a simple vista qué mejoras se necesitan y qué consumos energéticos podemos esperar si vamos a vivir en ella. La preocupación entonces es, si una inversión en la mejora de la eficiencia energética se reflejará en el valor de una propiedad. Hay varias razones para estar interesado en esto. En la medida en que un edificio con un mejor rendimiento energético cuesta más para construir, es interesante saber que esta inversión adicional puede recuperarse e inclusive conducir a un rendimiento adicional para el inversor.

Para obtener la etiqueta energética se evalúa la envolvente y las instalaciones. Por ejemplo, una clasificación G, la última de la etiqueta, puede estar indicando que la propiedad tiene cerramientos poco eficientes (sin aislamiento térmico, por ejemplo) o ventanas con vidrios poco eficientes, o instalaciones térmicas antiguas de bajo rendimiento energético. Esto debería directamente llevarnos a la conclusión de que en pocos años nos enfrentaremos a un cambio de ventanas y una mejora del aislamiento térmico en la envolvente.

Mejorar una vivienda para aumentar su eficiencia energética podría implicar una inversión del 1% que hoy los propietarios no tienen muy claro poder trasladar al precio de venta de la propiedad. Del mismo modo, es probable que las propiedades que se están construyendo con altos estándares de eficiencia energética tengan mayores costos de inicio, pero con un retorno de esa inversión dada por la reducción en el consumo de la energía de la vivienda. La compra o alquiler de propiedades con mejor calificación energética se traduce en un aumento de la rentabilidad futura.

Si se controla el gasto energético de un electrodoméstico ¿por qué no hacerlo con el ahorro energético de una propiedad?.

Con información de Télam