La provincia de Entre Ríos registró lluvias "muy pobres" durante la primera parte de octubre, por lo que "ya se carga con un sesgo deficitario importante", explicó la Bolsa de Cereales entrerriana, y aseguró que "por el momento" los análisis para lo que resta del mes "no muestran precipitaciones significativas" como para alcanzar los promedios.
Incluso la franja oeste de la provincia se encuentra con una sequía "afianzada", algo "totalmente disruptivo" respecto a lo que se anunciaba en el comienzo de la primavera.
Producto de la ineficiente y pobre distribución de las precipitaciones, las reservas de humedad en el suelo entrerriano se encuentran muy condicionadas, y se detectó una tendencia pluvial negativa, con caída de milímetros "muy pobres".
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Algunas de las importantes lluvias tuvieron lugar en la zona sur de Entre Ríos, principalmente en los departamentos de Gualeguay y Gualeguaychú, donde la nubosidad logró mayor desarrollo y con caídas de agua "más generosas", consideró la entidad.
Asimismo, se espera un cambio de circulación en la región durante la última quincena del mes, que junto con la influencia positiva de El Niño podría generar un escenario positivo con lluvias significativas.
La sequía que afectó a Entre Ríos los últimos años -considerada la peor en seis décadas- y las lluvias muy por debajo de los registros normales históricos generó 41% menos de producción agrícola de la provincia y pérdidas por al menos de US$ 600 millones, estimó la Bolsa.
Según el organismo, 2022 fue el año "más seco de los últimos sesenta", y el período 2020/21/22 es el más seco "jamás observado".
Los registros pluviales en Entre Ríos se posicionaron entre los diez más bajos de los últimos 60 años en gran parte de la provincia, donde las lluvias llegaron a ser hasta seis veces menos de lo que normalmente debe llover.
Ese escenario, y las temperaturas por encima de los valores normales, provocó una casi nulidad de reservas hídricas y un marcado avance de la sequía en el suelo entrerriano.
De esa manera se generó un retraso en las siembras, resiembras, fuertes consecuencias sobre los cultivos, y se complicó la producción de forraje, principal alimento del ganado.
Por otro lado, un estudio ganadero de la Fundación de Lucha contra Fiebre Aftosa (Fucofa) detectó pérdidas por otros US$ 492 millones, y cerca de 90% de los productores debieron encerrar a la hacienda al no quedar nada de pastoreo y alimento.
Sin embargo, el informe no tuvo en cuenta la mortandad de animales, ventas forzosas, pérdidas de condición corporal, sobrecostos por traslado de agua y suplementación.
Con información de Télam