(Por Fernando Bianculli).- "Ahora por eso, vas a tirar un doble", la reprendió su entrenador sin imaginar que ese "castigo" se convertiría en una invitación para que la argentina Eugenia De Armas marcara un récord y quedara para siempre en la historia del wakeboard, una de las variantes del esquí acuático.
El desafío se produjo por un acto de inconducta: "Estábamos entrenando con el equipo argentino, me invitaron a una fiesta, le pregunté al técnico si podía ir, me autorizó pero con horario de regreso a la 8. Y no llegué a tiempo...", sonríe Eugenia con la picardía y la frescura de sus 23 años.
El doble giro es uno de los trucos más complejos y arriesgados de la disciplina, consiste en dar dos vueltas en el aire sobre una misma ola y hasta septiembre de 2018 fue una maniobra reservada para la rama masculina.
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"Los hombres que la tiran, por lo general, son finalistas o quedan en el podio. Es algo muy prestigioso. Sería como el gol de Maradona a los ingleses, pero en el wakeboard", concede con simpatía.
"Cuando lo bajé (en Clear Lake, Estados Unidos) nadie lo podía creer. Nunca una mujer lo había conseguido. Muchas chicas lo han intentado con protección de doble chaleco porque a esa velocidad, unos 37km. más o menos, si te caés, el agua duele", explica.
"Es un truco que da mucho miedo porque el golpe puede ser muy fuerte. De hecho, un tiempo antes, en el tercer intento por lograrlo, me rompí una costilla y estuve un mes sin competir", recuerda.
Eugenia posee lo que supone el único atributo necesario para desarrollarse en la actividad: "Hay que ser mandado (arriesgado). Muchas veces las mujeres no se animan, conozco un montón de chicas que están ahí de competir en los Nacionales y por miedo no lo hacen".
Porteña de Núñez, pero criada en el Barrio Náutico de Escobar, De Armas se vinculó con el wakeboard a temprana edad, impulsada por la rutina familiar de ir al río todos los fines de semana a disfrutar de la lancha de sus padres.
"Mi hermana -Victoria, también rider- le tenía miedo al agua, entonces tuvimos que buscar la manera de jugar en el agua pero sin estar dentro de ella. Así arrancamos, como un juego, y sin darnos cuenta empezamos a competir las dos", cuenta.
Eugenia se transformó en weakboarder profesional en 2014, con 16 años. Un año antes, en el Mundial de Corea, se encandiló con una competidora mexicana. "Tenía todo lo que quería, hasta los sponsors. Fue cuando mi cerebro hizo un click", asume.
En las últimas ocho temporadas, la argentina pasó la mayor parte del año en Orlando, la meca del wakeboard. "Tomamos esa decisión con mi hermana porque entrenar con gente de mayor nivel te motiva mucho más. Allí hay competidores de Estados Unidos, Australia, Italia y Brasil, que son las potencias de la disciplina. También nos decidimos por el clima ya que entrenarse en el agua con frío es muy difícil", explica.
Desde entonces, su carrera tomó un curso ascendente: fue medalla de oro en los Juegos Suramericanos Cochabamba 2018, campeona en los Juegos Panamericanos Lima 2019 y tercera en el Campeonato Mundial de Wakeboard (IWWF), disputado ese mismo año en Abu Dhabi. El Círculo de Periodistas Deportivos la distinguió con el Olimpia de Plata de esquí náutico en 2017 y 2019.
Por sus condiciones, consiguió el patrocinio del gigante austríaco Red Bull y también el apoyo del Comité Olímpico Argentino (COA), la Secretaría de Deportes de la Nación y el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard).
"Quiero ser campeona del mundo. El tercer puesto en Abu Dhabi me hizo dar cuenta que no estoy tan lejos. Si hago las cosas bien, lo podré conseguir. Antes era un sueño, hoy es un objetivo", se plantea De Armas, que hasta el próximo domingo 17 de julio competirá en los 40º World Games en Birmingham, Estados Unidos.
"Mi expectativa en ese torneo es poder llegar a la final, que disputan las seis mejores riders. Somos 17 de un nivel muy parejo. Alcanzar el podio sería lo máximo", admite.
Amante de la cocina y con su carrera de Periodismo pendiente en la Universidad Siglo 21, Eugenia proyecta más años en el agua y toda una vida relacionada con la disciplina.
"Tengo una escuela en Buenos Aires, también doy clases en México y estoy calificada como jueza internacional. Quiero seguir en este deporte cuando termine de competir. Mi vida es wakeboard, wakeboard, wakeboard...", concluye su última expresión de alegría.
Con información de Télam