(Por Christian Frigerio).- Un 20 de diciembre de 1992 -se cumplirán mañana 30 años- Boca Juniors le puso punto final a 11 años de frustraciones a nivel local, la racha más adversa de su historia, cuando se consagró campeón del torneo Apertura en un final dramático, con un equipo aguerrido dirigido por el "Maestro" uruguayo Óscar Washington Tábarez, y figuras descollantes como el "Mono" Carlos Fernando Navarro Montoya y Alberto "Beto" Márcico.
Ese título boquense que hizo vibrar a La Bombonera y a la mitad más uno del país se consumó con un gol del cordobés Claudio Benetti, una estrella fugaz, en la última fecha del Apertura ´92, que significó el empate ante San Martín de Tucumán (1-1) y alcanzó para dar la vuelta olímpica.
Ese gol acabó con años de sinsabores, desató el delirio de la "12" que explotó como nunca y también hubo llanto de varios. Esas fueron las imágenes salientes de la conquista.
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Esa gesta "Xeneize" tuvo un mentor, y no fue otro que el "Maestro" Tabárez, quien había arribado desde su Montevideo natal en enero de 1991 y de a poco, con la paciencia y sabiduría de un artesano, forjó un equipo campeón que mezcló en dosis exactas calidad y garra, un once fiel a la historia del club.
Márcico, quien había regresado al país ocho meses antes de aquel diciembre, luego de concluir su carrera en Francia con la camiseta del Toulouse, era el líder futbolístico y emblema para los hinchas por su reconocido fanatismo por los colores azul y oro, y tenía buenos acompañantes en el cordobés José Luis Villarreal, el "Chino" Carlos Daniel Tapia y el paraguayo Roberto Cabañas, goleador del equipo con siete conquistas.
La "garra" era aportada por Blas Armando Giunta, ídolo por su temperamento y entrega incondicional, el "Colorado" Carlos Javier Mac Allister y dos bastiones claves: el arquero y capitán Navarro Montoya y el uruguayo Sergio Daniel "Manteca" Martínez, autor de los goles importantes.
De ese plantel ya no están en este mundo el paraguayo Cabañas, fallecido en forma repentina un caluroso enero de 2017 a los 55 años, ni tampoco el marplatense Alejandro Giuntini, a quien se lo llevó un cáncer cuando tenía 49 años, en julio de 2016.
El Boca de Tabárez comenzó el torneo con un empate sin goles en Corrientes ante Mandiyú y la primera victoria llegó en la segunda fecha como local ante Belgrano de Córdoba (2-0), en el último partido como titular de una compra ineficaz: el delantero brasileño Charles, proveniente del Cruzeiro.
El equipo se asentó de a poco y logró un par de triunfos importantes que le permitieron llegar bien parado al partido clave, que fue en la décima fecha, cuando recibió en La Boca al River dirigido por Daniel Passarella y con el riojano Ramón Díaz como figura estelar.
Boca superó por 1-0 a San Lorenzo, un rival históricamente complicado, como visitante en la cancha de River y con un gol del paraguayo Cabañas, y luego logró otro triunfo fuera de su casa, en Caballito, en la cancha de Ferro, ante Argentinos por idéntico marcador y con una conquista agónica del "Betito" Carranza.
Esos triunfos le permitieron llegar bien parado al Superclásico, en el que se logró una victoria ajustada por 1-0 con un gol del "Manteca" Martínez, y con el agregado extra de que el "Mono" Navarro Montoya le atajó un penal a Hernán Díaz que hubiera significado el empate.
Ese clásico tuvo varios condimentos, como el debut absoluto en primera división del zaguero Luis Adrián Medero, luego de la lesión que sufrió una fecha antes Juan Simón (rotura de ligamentos), y la presencia en la platea de Diego Armando Maradona, el hincha número uno que conmovió al planeta cuando falleció hace dos años.
En esa época Diego jugaba en el Sevilla que dirigía Carlos Bilardo y llevó a todo el plantel andaluz a presenciar un espectáculo único en el mundo, como lo es un Boca-River en La Bombonera, con un marco multitudinario y una pasión inigualable.
Boca hilvanó buenos triunfos sobre Central (3-0), Estudiantes y Gimnasia y Esgrima La Plata (en ambos casos por 1-0) y luego el equipo decayó, acusó la presión enorme que generaba ponerle punto final a la peor racha histórica en torneos locales, así el título tambaleó.
El equipo "Xeneize" perdió como local con Independiente (1-0), empató de visitante con Racing (1-1) y cayó nuevamente en La Bombonera ante Deportivo Español (3-2), en resultados que pusieron en vilo a la mitad más uno del país.
Sin embargo, en la anteúltima fecha se logró un muy buen triunfo sobre Platense (3-1) en la cancha de Independiente, en un partido que se recordará por el gol de Medero, quien arrancó desde su propio campo con pelota dominada y levantó la red con un derechazo cruzado, luego de eludir a cinco rivales.
La escena final puso enfrente a los tucumanos y con la cancha a reventar (ese día hubo más de 60 mil personas) el equipo se repuso de un gol marcado por Ricardo Solbes que no hizo más que redoblar el aliento del público, que comenzó a gritar más fuerte hasta que llegó el empate del cordobés Benetti.
Si bien Boca había conquistado la Supercopa en 1989 (en Avellaneda y ante Independiente), a nivel local la última vuelta olímpica había sido en el Metropolitano de 1981 con Maradona como capitán, de manera que la espera de 11 años se hizo eterna, aunque no tanto como los 18 abriles que debió esperar River entre 1957 y 1975.
Tabárez condujo con sabiduría desde afuera, el "Beto" y el "Mono" lideraron desde adentro y la feligresía "Xeneize" acompañó como siempre a lo largo de la historia, para conseguir un campeonato que terminó con una larga angustia de sentirse el más grande y no poder coronarlo con una vuelta olímpica.
Ese título que mañana cumplirá tres décadas será difícil de olvidar y permanecerá por siempre en el corazón de cada hincha de Boca en cualquier punto del país, ya que llegó luego de una larga espera, algo impensado por estos días, donde se convirtió en el club más exitoso del fútbol argentino.
Con información de Télam