(Por Nicolás Roggero) Los deportistas rusos -en todas sus disciplinas- fueron víctimas de diferentes decisiones por parte de las federaciones, entre ellas la FIFA y la UEFA, que los eliminaron del repechaje mundialista para Qatar 2022 y de las competiciones continentales desde el inicio de la guerra con Ucrania, en un año de persecución y hostigamiento en el que también se les prohibió usar su bandera.
Los movimientos bélicos por parte del presidente Vladimir Putin contra Ucrania comenzaron el 24 de febrero del año pasado. En consecuencia, las federaciones y asociaciones deportivas determinaron que los atletas rusos serían sancionados con diferentes medidas, como si la decisión dependiera de manera directa de ellos, en un acción con pocos precedentes.
De hecho, la última vez que pasó algo similar, a menor escala, se dio en tiempos de la Sudáfrica del "Apartheid", con sanciones parecidas.
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La primera en mover las fichas del tablero estratégico para someter a una mayor presión a Rusia fue la FIFA, que se tomó apenas 12 días para expulsar al país sucesor de la extinta Unión Soviética del Mundial de Qatar.
La entidad presidida por Gianni Infantino no tuvo demasiadas vueltas: Rusia afuera del repechaje clasificatorio y a mirar la competición más masiva del deporte por televisión, sin la chance de dirimir su pasaje en una cancha.
Esta vez, la mezcla de la política y el deporte se hizo netamente visible, sin tapujos como en otros momentos. La FIFA tomó partido por un lado y fue el de Ucrania, que así y todo no consiguió ingresar entre los 32 mundialistas tras caer derrotada con Gales.
La FIFA explicó los motivos luego de las consultas con la UEFA en un largo comunicado, y también aplazó el choque entre Ucrania y Escocia, debido a los momentos de tensión que vivieron los primeros.
El gran ganador de este movimiento terminó siendo Polonia, que integró la zona de la Argentina en el Mundial, y fue uno de los impulsores, ya que con la suspensión del seleccionado ruso -que se mantiene en la actualidad- se metió en la competencia sin jugar.
Lo mismo le pasó a los clubes de Rusia, que ya no compitieron en la Champions League, en la Europa League y en la Conference League, en un golpe al bolsillo por los ingresos y las ambiciones deportivas, lo que provocó un enorme éxodo de jugadores en la Superliga Rusa.
Por ejemplo, en la Europa League, se dio la eliminación del Spartak de Moscú y clasificó al alemán Leipzig para cuartos de final. Por su parte, la final de la Champions League se cambió de San Petersburgo a París.
Y finalmente, la UEFA quebró el vínculo con una de las empresas rusas más importantes: Gazprom, uno de los principales patrocinadores desde 2012 (y lo mismo pasó con los alemanes de Schalke 04).
Además, el multimillonario ruso Roman Abramovich, presuntamente vinculado con Putin, dejó y entregó "la gestión y la administración" del Chelsea a la fundación caritativa del club inglés.
En sintonía, prácticamente haciendo alusión al nado sincronizado, una de las disciplinas olímpicas por excelencia, a los días el Comité Olímpico Internacional (COI) recomendó expulsar a todos los deportistas rusos y bielorrusos de las competiciones.
A su vez, se le quitó la Orden Olímpica al presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Recientemente, y en relación a los próximos Juegos Olímpicos de París 2024, se reabrió una posibilidad de contar con atletas rusos aunque desde el COI mantienen firme su postura por el momento.
La respuesta de Rusia no se hizo esperar luego de ver cómo llegaron sanciones de los organismos de natación, boxeo, hóckey y voleibol, entre otros. Oleg Matytsin, Ministro de Deportes de Rusia, dijo hace apenas una semana que la medida resulta "inaceptable" .
"El intento de dictar las condiciones de una participación de los deportistas en las competiciones internacionales es absolutamente inaceptable (...) Actualmente vemos una voluntad indisimulada de destruir la unidad del deporte internacional", declaró el ministro de Deportes ruso, Oleg Matytsin, citado por las agencias de noticias locales.
Como contrapartida, y en una muestra más de cómo la política entra de lleno en el deporte, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski estimó que la presencia de deportistas rusos en los Juegos de París 2024 sería "una señal de violencia e impunidad".
Otra potencia que intervino desde lo discursivo al menos fue Estados Unidos, a inicios de este mes, y lo hizo a través de la secretaria de Prensa, Karine Jean-Pierre.
"Estados Unidos ha apoyado la suspensión de los órganos rectores nacionales del deporte de Rusia y Bielorrusia de las federaciones deportivas internacionales", explicó en conferencia.
"Si los deportistas son invitados, debe quedar absolutamente claro que no representan a Rusia o Bielorrusia. El uso de banderas, emblemas e himnos oficiales de los estados ruso y bielorruso también debe estar prohibido", afirmó.
Por ahora, la carta está en blanco y posiblemente los deportistas se presenten pero como "apátridas", con banderas blancas y sin los colores de Rusia, aunque todavía es una incógnita en un mundo deportivo que decidió hacer caer toda su fuerza sobre quienes no tienen responsabilidades bélicas desde el 24 de febrero pasado al presente.
Con información de Télam