(Por Fernando Bianculli, enviado especial).- Sea por Maradona, Messi, la Selección, la hinchada o por una combinación de todos esos factores, la condición de argentino representa un poderoso elemento de seducción en el Mundial de Qatar.
Casi una atracción turística para la mirada extranjera, lo que puede comprobarse en multiples escenas con distintos escenarios: las canchas, el transporte, los restaurantes y la vía pública, donde personas de diferentes culturas se relacionan amigablemente con los argentinos.
Maradona y Messi significan un código de acceso: su sola mención alcanza para arrancar una sonrisa, iniciar un diálogo y hasta relajar alguna situación tensa con los encargados de hacer cumplir las estrictas medidas de organización en la Copa del Mundo.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
A medida que avanza la competencia y algunos contingentes abandonan el emirato por la eliminación de sus respectivos seleccionados, la centralidad de los fanáticos argentinos se establece con mayor claridad y refuerza el favoritismo en personas de otra nacionalidad.
El sentimiento de los argentinos por el fútbol y la Selección es un hecho sorprendente para los demás, una conducta que invita a ser atesorada en los celulares. Cada banderazo es un espectáculo retratado en fotos, guardado en videos, como también el clima recreado por los fanáticos en el metro durante la previa de los partidos.
El ambiente de las últimas dos presentaciones de la "Albiceleste" frente a Polonia y Australia resultó un motivo de admiración para los concurrentes a los estadios 974 y Ahmad bin Ali.
La situación sensibilizó a los propios futbolistas y generó una reflexión en el director técnico Lionel Scaloni. "Es una inyección de moral única. No tiene explicación lo que puede sentir un jugador al ver a esa gente, pensando que atrás hay todo un país. Es muy emocionante, para guardar toda la vida. Realmente parece que estamos jugando en la Argentina", se sorprendió después de lograr la clasificación ante Australia.
Esos dos partidos dispararon el fenómeno de la reventa, al disputarse en los estadios de menor escala de aforo, con una capacidad promedios de 45.000 localidades. Los precios por una entrada oscilaron entre 700 y 1.200 dólares.
El interés por ver al equipo de Messi no sólo de compatriotas ni de los miembros de Argentina Fans Qatar, el movimiento compuesto mayoritariamente por hinchas de Bangladesh y la India.
Los saudíes, una de las comunidades más numerosas en este Mundial por la cercanía geográfica, han adquirido gran parte de las entradas de la fase final siguiendo la posible ruta de la Selección.
Todavía disfrutan la histórica victoria en Lusail ("¿where is Messi?", preguntan), pero a la vez expresan su preferencia por el vigente campeón de América y buscan acercarse a la cultura argentina. Por eso, practican los cánticos de la hinchada y piden que se les enseñen insultos que repiten con gracia.
Los japoneses también se argentinizaron con un cancionero adaptado para alentar a los Samuráis, que reprodujeron disciplinadamente en cada uno de sus cuatro partidos en la competencia (Alemania, Costa Rica, España y Croacia).
Los qataríes promueven un intercambio cultural con la Argentina que ya registró curiosas actividades con la colonia "albiceleste" que reside en Barwa, un predio de alojamiento distante a dos horas del centro de Doha.
Los ciudadanos locales compartieron asados en el lugar y algunos jeques invitaron a hinchas argentinos a su residencia para confraternizar con una comida típica.
El sábado pasado, antes del partido con Australia, los fanáticos fueron agasajados por el intendente del municipio de Al Rayyán, al que pertenece el estadio Ahmad bin Ali.
Entre 35.000 y 40.000 argentinos tenían previsto vivir la Copa del Mundo en Qatar, según la estimación de la Embajada en Doha. Aerolíneas Argentinas programó siete vuelos entre el 18 de noviembre y el 1 de diciembre y, tras la clasificación a cuartos de final, sumó uno más que ya fue agotado.
El ambiente celeste y blanco en la máxima competencia de la FIFA se torna cada vez más palpable, en cada estadio, como sucedió en el cruce de octavos entre Francia-Polonia, jugado con un fuerte aliento a la Scaloneta de fondo.
Los niveles de entusiasmo son impredecibles en caso que la Selección siga su curso en el Mundial con la posibilidad concreta de jugar ante Brasil e Inglaterra, sus máximos rivales, en las últimas dos instancias.
Con información de Télam