Los fuertes temporales que castigaron a ciudades como Río de Janeiro y San Pablo justo a la hora del partido no aguaron las fiestas de los brasileños por la clasificación de su selección de fútbol a los octavos de final del Mundial Qatar 2022.
Los aguaceros no bastaron para impedir una fiesta que ya parecía garantizada y prolongada, ya que escuelas y universidades no funcionaron, mientras muchas empresas y comercios optaron por mantener sus puertas cerradas este día o por enviar a sus empleados a sus casas antes del mediodía.
Los Fan Fest con gigantescas pantallas de televisión montados por la FIFA en San Pablo y Río de Janeiro, las dos mayores ciudades de Brasil, se llenaron a primera hora de aficionados ávidos por celebrar y que no perdieron el ánimo ni cuando el cielo se oscureció repentinamente poco después de comenzar el partido y una fuerte lluvia llegó a inundar los lugares de festejo.
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En Río de Janeiro, que al mediodía registraba un sol canicular y temperaturas superiores a los 30 grados centígrados, los hinchas acudieron de trajes de baño, algunos disfrazados, al Fan Fest montado por la FIFA en las famosas arenas de la playa de Copacabana.
La lluvia no desanimó a los más entusiasmados y obligó a algunos a protegerse con sombrillas de playa y plásticos, pero expulsó a pocos de la fiesta.
Lo mismo ocurrió frente a la gigantesca pantalla montada en el Bafo de Prainha, una plaza en la zona portuaria de Río de Janeiro y contigua al reducto de sambistas de Pedra do Sal, en donde los aficionados, incluso los que portaban instrumentos musicales, buscaron resguardo de la lluvia pero no abandonaron la fiesta.
Otra fiesta, aunque en el elegante y cubierto auditorio del Centro Cultural del Banco do Brasil en Brasilia, la protagonizaron los miembros del equipo de transición del presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que nuevamente paralizaron sus actividades para ver el partido por televisión.
La fiesta fue encabezada esta vez por el propio líder progresista, quien llegó en la víspera a Brasilia para dirigir negociaciones políticas y volvió a vestir la camiseta verde y amarilla de la selección brasileña.
Con información de Télam