(Por Fernando Bianculli).- Cuando la fumata blanca en el Vaticano anunció la elección de un nuevo Papa, la tarde del 13 de marzo de 2013, San Lorenzo atravesaba un delicado presente institucional y una apremiante situación deportiva, que meses antes lo puso al filo del descenso a la segunda división en una serie eliminatoria con Instituto de Córdoba.
El club había superado un momento de acefalía por la renuncia del expresidente Carlos Abdo con una votación anticipada que consagró a la fórmula Matías Lammens-Marcelo Tinelli y el equipo sufría cada fin de semana por rescatar algún punto que mejorara su situación en la tabla de promedios.
El fantasma de la pérdida de la categoría estaba instalado en Boedo, el barrio que Jorge Bergoglio conoció de chico de la mano de su padre, quien practicaba básquetbol en las instalaciones del viejo Gasómetro de Avenida La Plata.
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El impacto mundial de la noticia puso a San Lorenzo en grado de exposición inédito por la curiosidad que generaba el primer papa futbolero confeso. El carnet de socio de Bergoglio (88235N-0) se publicó en medios de todo el planeta como también el inicio de su vínculo afectivo con los colores, obra del célebre equipo de Farro-Pontoni-Martino en la década del '40.
Tres días después de la elección, San Lorenzo debía jugar ante Colón en Santa Fe. El equipo, ya dirigido por Juan Antonio Pizzi tras la salida de Ricardo Caruso Lombardi, ganaba muy poco de visitante pero aquella tarde, con la imagen del papa en su camiseta, consiguió la primera victoria del torneo en esa condición (1-0) casi sin patear al arco y gracias a un gol en contra, lo que generó un juego periodístico sobre la existencia de un milagro.
"Que gane San Lorenzo", deseo que Francisco pronunció ante las cámaras de TV en una de sus primeras recorridas por la Plaza San Pedro, se transformó en una oración para los fanáticos "azulgranas".
El equipo completó aquel campeonato con otros seis triunfos, con un invicto de diez partidos, y su situación en la lucha por la permanencia mejoró ostensiblemente hasta dejar de ser una preocupación en el segundo semestre del año.
Con la inspiración Francisco, siempre dispuesto a realizar un guiño por el club en cada aparición pública, San Lorenzo llegó a la final de la Copa Argentina en octubre y dos meses después logró coronarse campeón del fútbol argentino en una definición no exenta de influencia divina.
En la historia quedó una atajada asombrosa de Sebastián Torrico a Agustín Allione, cerca del final del partido en Liniers, que impidió el gol que hubiera significado el título para Vélez. Al día siguiente, el arquero y una delegación oficial viajaron al Vaticano para ofrecerle la copa al sumo pontífice.
"Es cierto que había una energía, que San Lorenzo venía mejorando y de repente Bergoglio es electo Papa. Es una explicación poco racional, no sé si fue un milagro pero algo en el aire flotaba para que San Lorenzo ganara ese año", recuerda Lammens, presidente del club por entonces, consultado por Télam.
"Nos recibió en la Plaza San Pedro, que estaba repleta, y dijo 'acá está la delegación de mi querido San Lorenzo de Almagro, que viene de salir campeón'. Ya en ese momento en Roma pasaba una cosa maravillosa con Francisco. Cual lugar al que ibas, si decías que eras de San Lorenzo, te respondían 'la squadra del papa'. En los taxis, en los negocios... El reconocimiento internacional que tuvo San Lorenzo fue increíble", recordó.
En su contacto con el jefe de la Iglesia Católica, Lammens le pidió por la Copa Libertadores, la gran cuenta pendiente que San Lorenzo debía afrontar en la primera mitad de 2014. Hasta entonces era el único club grande del fútbol argentino que no la disponía en su vitrina.
El equipo del "Patón" Edgardo Bauza estuvo al borde de la eliminación en la fase de grupos, se clasificó a la ronda final con dramatismo, avanzó a cuartos por penales y finalmente se coronó campeón de América por primera vez en su historia tras vencer a Nacional de Paraguay en la final.
En menos de un año y medio del papado de Francisco, San Lorenzo pasó de sufrir por mantenerse en primera a vivir el momento deportivo más glorioso en sus casi 115 años de existencia.
El Papa hizo un lugar en su agenda para recibir en una audiencia a algunos de los protagonistas de aquella gesta: Lammens, Tinelli, Bauza, Torrico, Julio Buffarini, Juan Mercier y Bernardo Romeo (manager).
"Torrico le llevó los guantes y él no lo podía creer. Habló mucho con nosotros, mucho con los jugadores. Siempre le gusta contar, como forma de reencontrarse con su propia historia, qué hacía en San Lorenzo, qué equipos iba a ver. Se acuerda del equipo del '46, famoso por una gira que hizo en España y Portugal", evocó Lammens.
"Tengo un recuerdo muy lindo, de un vínculo muy profundo de Francisco con San Lorenzo porque es el equipo de su padre, es una cuestión emocional. Es parte de su infancia, de su historia, de su constitución como sujeto", consideró.
"Para nosotros, es un orgullo que sea hincha de nuestro club porque además de ser el Papa, es uno de los líderes más importantes, que planteó discusiones trascendentales para el mundo y para la historia de la humanidad en un momento muy complejo con las guerras, el medio ambiente y la pobreza", destacó.
Francisco confesó recientemente que sus días transcurren alejados de la TV y de los consumos masivos, su espiritualidad lo abstrae de lo mundano con una única excepción: su pasión por San Lorenzo.
Con información de Télam