Salí de ahí Maravilla

23 de marzo, 2023 | 09.04

El gran estado de forma con el que se presentó y su virtuoso compromiso con lo que representaba el escenario, fueron insuficientes para disimular que el paso por el Luna Park del ex campeón mundial Sergio Gabriel Martínez dejó sabor a poco, por no decir a nada.

El cometido de Jhon Jairo Teherán fue paupérrimo por donde se lo mire: una afrenta a una velada que había tenido ribetes muy atractivos y por extensión a la propia historia del boxeo colombiano.

Este señor desgarbado, que subió al ring con el inequívoco semblante del perdedor de antemano, no sacó un solo golpe, ni uno solo, para terminar su caricaturesca puesta en escena zambulléndose a la lona tras recibir una zurda... ¡en los guantes!

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Por si fuera poco, después declaró que había recibido la suma de cinco mil dólares para entregar el combate y después de después de desdijo, pero el daño ya estaba hecho: el flamante de Maravilla Martínez quedará en el negro casillero de los triunfos sospechados.

Sospechados de amaño, de fraude, de trampa.

Así registrados sucesos a mano de la aguda mirada de quien sin ser un experto entiende de boxeo y sea capaz de captar de inmediato la célebre metáfora del gato y la liebre, las preguntas del millón atañen al propio Maravilla Martínez.

Estuviera o no estuviera al tanto de las aviesas intenciones de Teherán, ¿no pisó el tentador palito de vérselas con un oponente que representaba riesgo cero?

Luego: ¿no está advertido, un hombre de su reconocida inteligente, que paquetes como Teherán no hacen más que dañar su imagen y de dar de comer a los que ven su regreso al boxeo con desdén, incredulidad y hasta con sorna?

Si su propósito es volver a disputar el campeonato del mundo, ¿no es peligroso transitar esta etapa frente a rivales del tercer nivel para saltar sin escalas a una exigencia máxima?

De tercer nivel, conste, han sido los seis contrincantes que enfrentó desde que consumó su retorno en agosto de 2020: el español José Miguel Fandiño, el finés Jussi Koivula, los británicos Brian Rose y Macaulay McGowan, el estadounidense Noah Kidd y el desangelado colombiano Teherán.

Seis nombres llamado al armado de una carrera excepcional que hasta aquí le han permitido al triple ex campeón del mundo posicionarse bien en el ránking mediano de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).

De hecho, en caso de que el número 1 (el australiano Michael Zerafa) pierda su pelea titular con el campeón Erislandy Lara, Martínez quedará como retador obligatorio.

Muy lejos no está pues, en una travesía respetable por donde se mire: ¿cuándo boxeadores de 48 años pueden ostentar el profesionalismo, una figura ceñida, la vigencia en el gimnasio y el inquebrantable optimismo del quilmeño?

¿Cuántos pueden ufanarse de haber sido tres veces campeones del mundo y esgrimir el notable récord de 57-3-2?

Pocos, muy pocos. En ese sentido, las estadísticas son francamente bajas,

Pero los rivales como Teherán no suman nada y, por lo contrario, llaman a la escena pájaros de mal agüero.

Así no, Maravilla. Salí de ahí.

Con información de Télam