Con apenas 26 minutos en cancha a lo largo de su trayectoria, René Orlando Houseman supo transformarse en símbolo de Excursionistas, el club del Bajo Belgrano con el que se identificó toda su vida.
El crack santiagueño, que mañana hubiese cumplido 70 años, experimentó las luces de Primera División con Huracán, River Plate e Independiente. Inclusive tuvo un fugaz paso por Colo Colo de Chile, a principios de los 80, en el tramo final de su carrera. Pero en ningún sitio, el Loco se sintió tan protegido y a gusto como en Excursio, la entidad de Pampa y Miñones, que lo cobijó cuando era un purrete de 10 años.
No sé si el Loco (Houseman) es un ídolo para nosotros. Sí lo sentimos como un símbolo por el grado de identificación, por la reinvindicación de la Villa y su cariño expreso por el club, comentó Hernán Perikles Campodónico, guitarrista de la banda mexicana de reggae Rastrillos y fanático de Excursionistas, desde mediados de los 70.
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Siendo campeón del mundo (1978) jamás escondió su simpatía por Excursionistas. Además, la identificación de la gente con la Villa del Bajo Belgrano y el hecho de que René siempre fue sinónimo de resistencia, de oposición a una Dictadura Militar que azotó durante tantos años, hizo que el público lo adoptara sostuvo el también historiador ante la consulta de Télam.
La llegada a Excursionistas del puntero derecho que nació futbolísticamente en Defensores de Belgrano, el eterno adversario, se dio a principios de 1985.
Un enviado de la Comisión Directiva le propuso jugar en el club de su barrio y René le respondió: Dejámelo pensar un poco. Era todo una mentira, no necesitó analizarlo mucho y a la media hora ya se imaginaba con la camiseta verde y blanca en el pecho contaron Pablo Wildau-Federico Topet en el libro biográfico Corazón villero (2008).
Así, Houseman se preparó para alinearse en el club de su barrio, el que estaba a cinco cuadras de su casa, el que ocupaba sus pensamientos desde pequeño, el que supo ser refugido de su hermano Cacho (Carlos Walter), quien jugó a mediados de los 60.
Como ocurría por esos años, el equipo del Bajo Belgrano apostaba al regreso inmediato a la Primera B, desde una Primera C, que tenía entre sus concursantes a entidades que hoy militan en la Primera División: Defensa y Justicia, Barracas Central o Arsenal, por citar tres casos.
Como técnico fue contratado Eduardo Urbano, un conocedor del fútbol de los sábados. Con el propósito de acondicionarse en el aspecto físico, René vio desde la tribuna los partidos con Defensores Unidos de Zárate, San Martín de Burzaco y Barracas Central.
Y el debut se produjo en la cuarta fecha, en un compromiso ante Deportivo Armenio, a jugarse en el Bajo Belgrano.
La expectativa era tan grande que recuerdo que la gente acudió masivamente a la cancha. No recuerdo cuánto público exactamente, pero sí te digo que había muchísimos hinchas y hasta vecinos del barrio que vinieron a ver al expuntero derecho de la Selección que había sido campeón del mundo evocó Campodónico.
Quenó lució la camiseta número 16, arrancó el partido en el banco y el DT Urbano lo mandó al campo de juego al promediar el segundo tiempo, en reemplazo del volante José Daniel Nico González.
En esos más de 25 minutos que estuvo, la gente se entusiasmó con alguno de sus arranques por la banda, pero no fue una buena actuación. Dejó en evidencia que le costaba en lo futbolístico. Más allá de eso, los hinchas se fueron contentos con el debut del Loco agregó Perikles.
Sin embargo, una vez concluido ese pálido 0-0 con Deportivo Armenio, Houseman tomó una determinación drástica: devolvió el cheque de 50 millones de pesos que le había adelantado el club y resolvió dejar la actividad.
Me daba cuenta que las piernas no me respondían. Entonces no me gusta robar la plata y menos en Excursionistas, que es mi segunda casa. Por ahí en otro lado lo hubiese hecho, pero no podés cagar en el lugar que comés graficó René para otorgar un convincente argumento a su decisión.
Con información de Télam