(Por Héctor Laurada).- Lionel Messi que ganó hoy su octavo Balón de Oro y Diego Maradona, que no obtuvo ninguno por una reglamentación de época, convergieron hoy unidos por esos hilos intangibles del destino en un teatro de París, justo el día en que, por orden cronológico, el "primer diez" hubiese cumplido 63 años y el "segundo diez" recibía ese premio con sensación de última vez.
Messi y Maradona son tan argentinos como el tango, y reemplazaron en el tiempo a esas referencias a lo óptimo, que hasta los 80 se sintetizaban en la frase "sos Gardel", luego mutaron a "sos Maradona" y ahora a "sos Messi".
Carlos Gardel hizo grande el tango en el mundo justamente desde el escaparate parisino, exponiendo su magia en teatros como los que hoy aplaudieron de pie a Messi, interpretando cada uno un arte distinto pero esencialmente vinculados por ese identificable gen argentino.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Y para que no faltara nadie hoy en la gala anual de excelencia del diario francés L'Equipe, Messi, con toda esa grandeza que excede los campos de juego, allí, en la avenida de los Campos Eliseos "bajó" por un rato a Diego para que compartiera con su mundo, el del fútbol más excelso, una celebración que incluía lo que hubiese sido su cumpleaños número 63 coincidentemente este 30 de octubre.
También le dio su espacio a Pelé, que como Maradona nunca pudo ganar un Balón de Oro porque no se entregaba a jugadores nacidos fuera de Europa cuando ellos jugaban, y a los brasileños, esos clásicos rivales sudamericanos que él sabe que también tanto lo quieren.
"Sos Pelé" era también otro macro elogio que recibía alguien que hacía algo fuera de lo común en Argentina por los años 70, como una recíproca admiración y distinción para con el fútbol del vecino país.
Pero Pelé y Maradona ya no están, y Messi se fue de Europa hacia una liga menor como la MLS estadounidense, anticipando un dulce retiro al que solamente no le hace concesiones cuando se pone la camiseta de su amado seleccionado argentino.
A los 36 años, cuatro meses y seis días, hoy Messi afirmó que le gustaba "verlo llegar a Diego" a las últimas galas a las que decidió asistir cuando era invitado quizá como un reconocimiento al "nunca premiado" que más se mereció ganar el Balón de Oro.
Habló de recuerdos, de un tiempo pasado que por su presente quizá no se repita en el futuro, porque justamente el tiempo, ese implacable cancerbero al que ni el más habilidoso del mundo puede gambetear para siempre, le impedirá subirse a ese escenario en calidad de futbolista multipremiado como lo hizo hoy.
Y si así fuera, entonces hoy "Lío" presente y Diego omnipresente (en todas las canchas del mundo fue homenajeado este lunes por las hinchadas de cada equipo local que jugó por el torneo argentino a los 10 minutos de los primeros tiempos) habrán "bailado" su último tango en París, hasta que algún sucesor aparezca por esos caminos albicelestes para volver a interpretarlos.
Pero la inscripción que se mostraba al fondo del escenario donde esta tarde fue distinguido Lionel, "Messi is infinity", pareció anunciar, más allá del significado vinculado al número 8, que el de hoy fue para él, como en toda gran película, el final. El mejor final.
Con información de Télam