(Por Walter Vargas) Nobleza obliga: si en su momento se advirtió que la Selección Argentina adeudaba exámenes rigurosos con oponentes de Europa, ahora lo justo y debido es subrayar la limpieza y la brillantez con que se borró de la cancha a Italia.
Salgamos rápido de los disvalores de Italia: llegó a la "Finalissima" con la moral por el tercer subsuelo habida cuenta de su eliminación del Mundial de Qatar, conducido por un entrenador en las vísperas de su egreso, en la despedida de Giorgio Chellini y con la notoria mella de las ausencias de Marco Verratti, Federico Chiesa, Lorenzo Insigne y Ciro Inmobile. (Tan cierto como que solo brillan los equipos capaces de brillar, sea contra los buenos, contra los regulares, contra los malos).
Repongamos el lustre de un invicto que nada tiene de casual, azaroso o irrelevante (32 partidos son muchos) y, ahora sí, pongamos sobre la mesa el decálogo emanado del paso por Wembley:
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Uno: El carácter de la Selección. Es difícil, muy difícil, que pierda el rumbo emocional y, en este caso, no lo perdió ni siquiera en los momentos más complicados del primer tiempo.
Dos: En esa misma frecuencia: el de Lionel Scaloni es un equipo muy fuerte de la sesera. Una vigorosa alquimia de determinación y confianza.
Tres: El rodaje. Tal vez sea exagerado, pero si Argentina no juega de memoria, durante prolongados momentos parece que sí, que jugara de memoria.
Cuatro: La alegría de Messi. Sí, claro, ya sabemos que la descosió, que jugó, tuvo una presentación de 9 puntos, que no llegó a 10 sólo porque se le negó el gol, pero si buscamos una explicación a la dicotomía PSG/Selección Nacional es dable encontrarla en el placer que transmite Leo cuando corre tras la pelota en defensa de la
Albiceleste.
Cinco: Cuti Romero: Con el debido respeto al experimentado Nicolás Otamendi y a los cumplidores Nahuel Molina y Nicolás Tagliafico, el cordobés Romero tiene rango de "media defensa" y está llamado a ser una gran figura en Qatar.
Seis: Lautaro Martínez: Siempre goleador y cada día más jugador. En Wembley jugó su mejor partido en la Selección. Su madurez ya es un hecho y su techo está por verse.
Siete: Gio Lo Celso: Es evidente lo bien que le hizo su llegada al Villarreal de España. Orientado por la sabia mirada de Unai Emery, se ha convertido en un jugador de mayor bagaje para el ida y vuelta, para la fricción, si cabe, sin por ello renunciar a su buen pie.
Ocho: Ángel Di María: Disipados sus fantasmas, sus pesares y sus enojos, salvo una artera jugarreta del destino Angelito irá a Qatar con la legítima pretensión de subirse al cielo de su cielo.
Nueve: Paula Dybala. ¿Será su gol la plataforma de lanzamiento al postergado grupo de jugadores confiables?
Diez: Scaloni. ¿Le faltará alguna materia para recibirse de gran conductor de grupal o será que ya transita la etapa de los posgrados?
Con información de Télam