(Por Walter Vargas) Cuando recién se han jugado seis fechas, Lionel Scaloni sembró la semilla de la duda en el seno de la AFA y otras federaciones se ven compelidas a meditar decisiones que caen de maduras, las Eliminatorias Sudamericanas para el Mundial 2026 ya han puesto en ridículo el teorema de Kilyan Mbappé.
Tal como fue de público y extendido conocimiento en su oportunidad, el notable delantero francés tuvo palabras despectivas dirigidas a la calidad del fútbol sudamericano.
Sin ponerse colorado, ni mucho menos, Mbappé sacó pecho por la alta vara de evaluación que supone competir entre representativos europeos y como contraparte la presunta debilidad del fútbol de este confín del planeta.
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Un fútbol, que si de selecciones hablamos, ha jugado nada menos que 13 finales del Mundo con saldo de diez copas en las vitrinas: cinco de Brasil, tres de la Argentina y dos de Uruguay.
Esta semana, sin ir más lejos, aquellos dichos de Mbappé cobraron visos de caricatura cuando Francia metió 14 goles a Gibraltar, una de las 55 federaciones que ofrecen una calidad incapaz de sobrepasar la barrera de lo elemental, junto con las de San Marino, Montenegro, Macedonia del Norte, Andorra, Luxemburgo, Malta, Liechtenstein, Islas Feroe y otras.
En cambio, Sudamérica comprende diez federaciones y por añadidura diez selecciones, pero no consta ahí, ni por asomo, ninguna semi amateur o susceptible de recibir goleadas por docena, tal como sí es el caso de la ya subrayada Gibraltar, o resultados de igual modo desdorosos como los nueve goles que hace un par de años Alemania hizo a Liechtenstein o los siete de Croacia a Maltao el no tan lejano 9-0 de Portugal a Luxemburgo.
Ni siquiera Bolivia, que atraviesa uno de los peores momentos de su historia: urge recordar que participó en los Mundiales de 1930, 1950 y 1990, y que en la fase clasificatoria del Mundial de Sudáfrica 2010, propinó el resultado tenístico de 6-1 a la Argentina de Diego Maradona en La Paz.
Ni siquiera Perú, hoy último en la tabla, que jugó nada menos que cinco Mundiales (los de 1930, 1970, 1978, 1982 y 2018), además de que en México 70 llegó a cuartos de final y solo fue eliminado por el prodigioso Brasil de Pelé, Jairzinho, Tostao, Gerson, Rivelino y Clodoaldo tras un 4-2 considerado uno de los partidos más bellos que se recuerde.
Por si no alcanzara, pruebas al canto: Brasil terminará 2023 en la búsqueda de un director técnico, con la inédita marca de tres derrotas consecutivas, después de haber perdido un invicto de 65 partidos en condición de local, por Eliminatorias, y apenas dos puntos por delante del grupo de excluidos del Mundial de 2026.
Se dirá, con asidero, que todavía faltan jugarse una docena de fechas y que así, en abstracto, no es disparatado deducir que habrá un 95% de posibilidades de que Brasil entre en el próximo Mundial, pero de momento, con los números que hay, sin margen de subjetividades, lo único que cuenta es lo ya enumerado.
Y lo que se perfila: Argentina, Uruguay y Colombia en promisoria altura crucero, Ecuador muy fuerte, pese a la merma de tres puntos que se le aplica por la indebida inclusión de un jugador en las Eliminatorias anteriores, Brasil en un pelotón que incluye asimismo a Paraguay y Chile, y Venezuela, hoy cuarto, abrazado a la esperanza de jugar el primer Mundial de su historia.
Las Eliminatorias se han tomado una tregua hasta septiembre de 2024. Antes, entre junio y julio, en Estados Unidos, la Selección defenderá la corona que supo ganar en el Maracaná gracias a una sutileza de Angelito Di María.
Pero esa será otra historia.
Con información de Télam