"Juega Ferro", flamante obra del abogado y periodista Pablo Abiad, destaca la importancia de los los clubes de barrio para la formación social y deportiva de las personas. Desde los grandes hasta los pequeños. Cada uno, a su manera, dejó una impronta y es posible que Ferro Carril Oeste se configure como un paradigma.
River y Boca fueron más allá de la figura del club de barrio para transformarse en auténticas marcas deportivas que el mundo disfruta sin igual. Pero no todo se circunscribe a los dos colosos del fútbol argentino. La pasión no se agota en ellos.
Abiad, autor del sitio "LaFerropedia", pone el foco en uno de los clubes porteños más entrañables, de notable auge en la década del ochenta, visibilizado por los logros deportivos y eterno por los valores inculcados.
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A través de "Juega Ferro", publicado por Planeta, pone en relieve con datos históricos y anécdotas el amor por una institución que se hizo paso entre los grandes del fútbol argentino y trazó un ejemplo por su contención social para los niños, jóvenes y ancianos.
Ferro es sinónimo de Timoteo Griguol y León Najnudel; de Alberto "Beto" Márcico y Gerónimo Saccardi; de Rolo Puente y "Cacho" Espíndola; de la camiseta agujereada de Héctor Arregui; de tardes y noches gloriosas en el estadio arquitecto Ricardo Etcheverry, en el corazón del barrio de Caballito; de fútbol, básquet, vóleibol y vida social.
En sus 380 páginas, Ferro es "el mejor club del mundo". Donde conviven los recuerdos de la infancia con "vacaciones alegres" y la pasión no amaina, ni siquiera en las largas estadías en categorías menores que añoran el júbilo de los torneos Nacionales de 1982 y 1984.
"Juega Ferro" también exhibe el debate periodístico entre aquellos que menospreciaban el estilo del equipo de Griguol, léase el diario Clarín, y quienes resaltaban sus condiciones, obsérvese el mítico programa de radio Sport 80. Un anexo de la vieja dicotomía Menotti versus Bilardo. El error asumido, décadas después, sobre el perjuicio a una forma de jugar y vivir.
Ferro también se configuró como una suerte de espejo de la clase media argentina, que vivió épocas de bonanza, pero también de crisis. De cómo levantarse y seguir caminando.
Cada club tiene su historia para contar y Abiad, desde el prisma verdolaga, se hace cargo de Ferro. La pasión incontenible de cada argentino. Así seas periodista, abogado, canillita, carnicero o arquitecta.
Con información de Télam