Luces y sombras de Rosa

30 de octubre, 2022 | 09.02

(Por Walter Vargas).- Amén de su carácter dramático, la encarnizada pelea central que tuvo lugar el viernes en el Casino Buenos Aires ofreció un buen material de análisis del invicto riojano José “Sansón” Rosa y, tal vez, como sería de desear, incluso para el propio boxeador y quienes manejan su carrera.

En principio, sería injusto priorizar la mirada en el vaso medio vacío: la victoria unánime que Rosa labró ante el bonaerense Leandro Fonseca ofrece el valor de consolidarlo en el sitial de mejor welter argentino de estos tiempos.

Pero corona al margen y al margen también del consabido orgullo de disponer de una foja inmaculada (17-0 y 13 Kos), al hijo del dominicano José Rosa Gómez, “El Evangélico”, debe de reconocerse que sacó adelante la pelea más comprometida de cuantas ha sabido afrontar en el terreno profesional.

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Tal como consta en el libro no escrito del boxeo, “supo sufrir”.

¿Y qué significó, para el caso, haber sabido sufrir?

En primer lugar haber transitado la experiencia bautismal de un adversario, Fonseca, que no solo le aguantó las manos sino que además se plantó, por momentos lo llevó por delante y conecto golpes netos.

Luego, y durante un buen trecho, haber convivido con una herida que empezó por sangrar y terminó por cerrar su ojo derecho.

Va de suyo, pues, por si alguna duda quedaba , que además de juventud y fortaleza “Sansón” demostró que puede esgrimir lo que hay que tener en términos de adaptación positiva a la marea baja: energía, cosas de varones, valentía, coraje, como guste de llamarlo cada quien.

Llegado este punto de la evaluación, ¿cuáles serían las “malas noticias” que anidan en el corazón mismo de “las buenas”?.

Al pan pan: si se piensa en Rosa como una figura de proyección internacional, un campeón del mundo puesto a plazo fijo, el déficit resultó tanto o más evidente que el superávit.

A la vista está: ya en el primer nivel nacional su potencia dista de ser la de quien coloca una buena combinación y noquea.

Tampoco expresó una evolución técnica, por lo contrario: más bien una peligrosa tendencia a moverse con la guarda baja, atacar sin un adecuado balance de manos y piernas y retroceder de forma desordenada y con hábitos de peleador callejero.

Hagamos las cuentas: hasta donde sabemos, el invicto campeón argentino welter está sobrado de virtudes para el consumo interno y a la vez deja planteados serios interrogantes en torno a su inserción internacional.

Se deduce que 2023 será el año de exámenes más exigentes y recompensas más jugosas.

Con información de Télam