(Por Walter Vargas).- El bonaerense Agustín Mario Gauto pasa sus días en la regular alternancia de recolectar residuos para ganarse la vida y de entrenarse en pos de obtener peleas que lo lleven a una chance por el título mundial de peso minimosca o incluso de peso mínimo, una categoría en la que Argentina jamás tuvo un campeón, mientras se alista para boxear en Dubai.
Estaría dispuesto a dar los 47,627 de mínimo si me dieran una oportunidad ahí. Valdría la pena el sacrificio, subrayó el boxeador nacido en Lanús en diálogo con Télam.
En rigor, la palabra sacrificio es de las que más repite y valora Gauto sin que haya motivo alguno para descreer de su sinceridad.
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Salvo en periodos de licencias especiales (acá todos los muchachos me ayudan mucho, los delegados, los compañeros"), su jornada laboral empieza con un turno de recolección en plena madrugada, a la 5, que a veces se convierten en dos cuando le toca una segunda vuelta a las 7.
¿Qué hace después? Y descanso un poco, no mucho, y voy a entrenarme. Mi preparación como boxeador no la descuido nunca.
Sé que duermo poco, que es todo un esfuerzo, pero estoy seguro que al final del camino se verán los resultados, confía.
Gauto es de las figuras del boxeo más interesantes surgidas en la Argentina de las divisiones más chicas de un buen tiempo a esta parte. Un verdadero pichón de crack, de línea depurada, notables aptitudes para desempeñarse en la media distancia y, como si fuera poco, pegada de nocaut.
En ese sentido su récord es todo un testimonio, por cuanto ha ganado sus 17 combates, de ellos 12 antes del límite.
Nacido en Lanús el 31 de diciembre de 1997, el Avión Gauto admite que acaso le falte un pequeño toque de cocción para ampliar su horizonte en el alto nivel.
Es cierto, me falta un poquito de fogueo. Más rounds. Una o dos peleítas más con buenos rivales, con roce, me va a servir mucho de experiencia. Pero si me llegara hoy, iría mejor preparado que nunca. A dar una guerra, sostiene Gauto, confeso hincha de Huracán que sueña con pelear por un título mundial en el estadio Tomás Adolfo Ducó de Parque Patricios.
Su debut como profesional data de septiembre de 2017 y su última presentación del 13 de noviembre último con una expeditiva victoria en Düsseldorf, Alemania. Fue ante el ignoto georgiano Jaba Memishishi, después de una inoportuna inactividad por temas contractuales, toda vez que su carrera dejó de ser manejada por Osvaldo Rivero y hoy es cosa de Chino Maidana Promotions.
Precisamente en una velada gestionada por Maidana, el minimosca representante de Lanús prevé un pleito preparatorio en Dubai, hacia marzo próximo.
Hasta aquí ha rendido todos los exámenes, incluidos sus valiosos éxitos frente a José Jiménez en Panamá, y Jesús Cervantes Villanueva en México.
En diciembre de 2021, la prestigiosa revista The Ring lo incluyó octavo entre los mejores minimoscas del planeta, una categoría en la que Argentina ya ha tenido tres campeones: el santiagueño Juan Domingo Córdoba, el mendocino Juan Carlos Reveco y el marplatense Luis Lazarte.
Asimismo, el propio Reveco ha sido campeón mundial mosca, en el mismo camino que transitaron el crack bautismal, Pascualito Pérez, cuyano también; el porteño Horacio Accavallo, el cordobés Santos Laciar, el catamarqueño Hugo Soto, Carlos Gabriel Salazar (porteño de nacimiento y chaqueño por adopción) y el chubutense Omar Narváez.
Al parecer, si un día llegara a campeón del mundo sería en el peso, el minimosca, cuyo límite es 48,898 con vigentes reinados del japonés Masamuchi Yamuki (CMB), del mexicano Esteban Bermúdez (AMB) y del nicaragüense Félix Alvarado (FIB).
Para ser campeón del mundo, que no es fácil, tengo sacrificio y conducta, disciplina para entrenarme y sobre todo muchas ganas. Y el hambre de ser campeón del mundo, que es la meta que me propuse el primer día que entré a un gimnasio. Para lograr un objetivo tan grande, la conducta, el trabajo y el sacrificio son fundamentales, sostiene el joven boxeador.
Minimosca, seguro. Mínimo, tal vez. Por eso el "Avión" Gauto cierra la entrevista con una explicación sensata: Me enteré de que Argentina nunca tuvo un campeón mundial mínimo y me empezó a picar el bicho. Viendo mis números, cómo me comporto con la dieta y por lo que me dice mi nuevo nutricionista, con un poco de esfuerzo más llegaría al peso. Sería sacrificado, costaría un poco, pero si el premio fuera quedar en la historia, haría el esfuerzo con alegría.
Con información de Télam