Los legendarios boxeadores estadounidenses Muhammad Alí y Joe Frazier dirimiieron nada menos que 41 rounds arriba del ring en un total de tres peleas antológicas, de las cuales la menos recordaba, aunque no menos extraordinaria, fue que la afrontaron hace medio siglo en el Madison Square Garden, en este caso con victoria unánime de Cassius Marcellus Clay.
Clay, convertido al Islamismo después de los conflictos suscitados por su negativa a combatir en la guerra del Vietnam y despojado de la corona mundial de peso completo que en 1964 había conquistado frente a Sonny Liston en Miami, anhelaba la revancha con Frazier, a la sazón su único vencedor.
El 8 de marzo de 1971, también en el Madison, Frazier había hecho trizas el bien ganado mito de imbatibilidad de Alí.
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Esa noche Frazier lo desbordó sin solución de continuidad, lo golpeó con dureza y en el último asalto, el número 15, lo puso en la lona gracias a su golpe destacado y preferido: el gancho de izquierda.
El árbitro Arthur Mercante falló 8-6 y y los jueces Artie Aidala 9-6 y Bill Recht 11-4, los tres en favor de Smoking Joe, de Filadelfia.
Hace nada menos que cincuenta años, el lunes 28 de enero de 1974, se llevó a cabo la segunda versión del pleito, pero esta vez las cosas fueron distintas en el despliegue de recursos, aunque no en un tono intenso, por momentos de alta escuela de estilos, que con la última campana resultó rubricado por la ovación de los asistentes al templo boxístico de Nueva York.
Frazier venía de vencer por puntos al tosco húngaro Joe Bugner, en 12 rounds, el 2 de julio de 1973 en Kensington; mientras que, a su vez, Alí traía en sus alforjas una opaca victoria por decisión unánime sobre el mediocre neerlandés Rudi Lubbers en Yakarta, Indonesia, el 20 de octubre de 1973.
Pero ese 28 de enero, Alí lució en gran condición atlética, sus piernas respondieron con holgura, su jab se reveló más aceitado que nunca y de esa manera hizo a ver muy lento a Frazier, tal vez ablandado por la soberana paliza que un año había recibido a manos de George Foreman, en Jamaica.
De todos modos, tampoco sería justo sugerir que Alí consumó un mero trámite, toda vez que el árbitro Tony Pérez lo vio ganador por solo un round (6-5) y los jueces Tony Castellano y Jack Gordon por
tres y cuatro, de forma respectiva: 7-4 y 8-4 (en aquellos tiempos eran legales los rounds empatados).
Los mejores momentos de Alí se revelaron en el segundo asalto, cuando hizo tambalear a Frazier y sobremamanera en el sexto, cuando sobre la base de sus dotes de pasmoso bailarín, brindó una
notable lección de boxeo clásico.
Guapo, obstinado como un toro de lidia, Frazier llegó con buenas combinaciones en el lapso de los asaltos ocho y diez, pero al cabo fueron insuficientes para revertir un fallo adverso.
La tercera pelea entre Alí y Frazier, que resultó la vencida, tuvo visos cinematográficos (Thrilla in Manila) y quedó marcada a fuego como una de las batallas más dramáticas de la historia del boxeo.
Tuvo como escenario el Araneta Coliseum Barangay Cubau, Quezon City, Manila, el 1 de octubre de 1975, pero esa, desde luego, fue otra historia.
Con información de Télam