Oscar Natalio Bonavena fue mediático antes de que existiera la palabra "mediático", pero sería injusto recordarlo apenas por su voz aflautada, por su histrionismo y por sus puestas en escena en las conferencias de prensa, ya que no fue poca cosa haber estado entre los 10/15 mejores pesados del planeta durante una década, en digna puja arriba del ring con los cracks de su tiempo.
Quisieran hoy los pesados que coronan en los diferentes organismos rectores disponer de la oportunidad de vérselas con las figuras que sí se vio Bonavena, retacón, pies planos, fuerte como un toro y guapo hasta la médula.
Nacido el 25 de septiembre de 1942 y criado en Parque de los Patricios, apodado "Ringo" por analogía con el flequillo del baterista de Los Beatles (Ringo Starr) y "Titi" para su madre y sus hermanos, hizo una aceptable campaña como aficionado con la mácula de una descalificación en una competencia internacional por un mordisco propinado al taxista neoyorquino Lee Carr.
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Fue la consiguiente suspensión la que apuró su paso al profesionalismo en la mismísima meca del boxeo, que lo acogió como un profesional de lo más respetable, simpático, entrador asimismo en tiempos de plena hegemonía de los afroamericanos.
A lo largo de su carrera Bonavena venció a cuatro retadores al título del mundo: el también argentino Gregorio "Goyo" Peralta, el canadiense George Chuvalo, el alemán Karl Mildenberger y el estadounidense Zora Folley, que le había quitado el invicto.
También cayó con el gigantesco Ron Lyle en marzo de 1974 en Denver en el que fue, a la sazón, su último pleito ante un primera serie.
Y también perdió con cuatro campeones del mundo: los estilistas Jimmy Ellis y Floyd Patterson, el despiadado peleador Joe Frazier - a quien derribó dos veces en el primero de los dos pleitos que sostuvieron- y a Cassius Clay, o Muhamad Alí, considerado el mejor boxeador libra por libra de todos los tiempos.
Ante Alí, el 7 de diciembre de 1970 en el mítico Madison Square Garden, tuvo pendientes a la mayor parte de las familias argentinas. De hecho, generó un acontecimiento irrepetible en la historia de la televisión argentina: 79.1 de rating.
Corajudo, fuerte, algo desbalanceado (pies planos en una mole de más de 90 kilos), zurdo con guardia de diestro, Bonavena fue asimismo cantante de varieté (su desafinado "Pío-Pío"), showman, tuvo un programa por Canal 11, fue pionero del marketing y de los monólogos en clave de humor, empresario y personaje de la imperdible biografía del periodista Ezequiel Fernández Moores ("Díganme Ringo") y de dos películas: "Love Ranch" y el documental "Soy Ringo".
Villano originario que la noche de su triunfo ante Peralta se metió en el bolsillo al exigente público porteño, grandote con alma de niño, hincha de Huracán que por el puro gusto de verlo jugar con la camiseta de sus devociones un buen día contrató al cordobés Daniel Willlington.
Bonavena fue acribillado por un sicario el 22 de mayo de 1976 a las puertas del Mustang Ranch de Reno, Nevada. Tenía 33 años, 7 meses y 26 días, un espléndido récord de 58 triunfos en 68 peleas y se las había visto con nada menos que 29 rivales estadounidenses.
Disipado más temprano que tarde el anhelo de refundar su carrera en pos de una nueva oportunidad de disputar el campeonato del mundo de todos los pesos, involucrado con Sally Conforte, esposa de un zar del juego y la prostitución que le había hecho llegar mensajes de franco tono amenazante, Bonavena había subido a un ring por última vez el 22 de febrero de 1976 con una victoria ante el ignoto Billy Joiner en un cinematográfico escenario de mujeres semidesnudas y millonarios de habano en mano.
Con información de Télam