(Por Jerónimo Granero) Entre todos los sueños rotos por la Guerra de Malvinas, de la que se cumplen 40 años, abundan las historias truncas dentro del fútbol por la mutación de jóvenes promesas en soldados improvisados debido a una absurda decisión de la dictadura cívico-militar que ostentó el poder entre 1976 y 1983.
Héctor Rebasti era arquero de la categoría '62. Después de hacer todas las divisiones inferiores en San Lorenzo, quedó libre y pese a que no tenía pensado volver a jugar, su padre le pidió que lo vuelva a intentar y se probó en Huracán.
Néstor Apuzzo era 10. Tras empezar en las infantiles de Ferro, se pasó a las divisiones inferiores de Huracán, el club del cual es hincha, y ya asomaba para ser jugador de Primera División.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Apuzzo pudo volver a jugar después de Malvinas pero su reconocimiento llegó varios años después, cuando como entrenador conquistó dos títulos con el "Globo", uno de ellos tras ganarle una final al River de Marcelo Gallado.
Rebasti nunca más volvió a competir pero el fútbol todavía le sirve de "terapia".
Uno es "quemero" e hizo historia en el club de sus amores y el otro, si bien es "cuervo" fanático, le hizo caso a su papá y después de una buena práctica fue fichado en Huracán, donde finalmente no llegó a disputar un solo partido.
Dos carreras que iban por caminos similares y se frustraron por una guerra.
Apuzzo, el habilidoso, estuvo en continente y no llegó a Malvinas. Rebasti, el atajador, cambió la pelota por un fusil y vivió en primera persona lo peor de la guerra.
"A la semana, me llamaron para volver al Regimiento donde había hecho la conscripción en 1981. Nunca pensamos que íbamos a combatir ni a estar en guerra. Recién había cumplido 19 años", recuerda Rebasti, soldado clase '62 de la Compañía Tacuarí del Regimiento 3, en diálogo con Télam.
El destino de Rebasti fue la cabecera de playa en Puerto Argentino y después de dos meses de sobrevivir en pésimas condiciones llegó el aviso del desembarco inglés. Durante una de largas noches de frío soñó que el conflicto se resolvía con un partido de fútbol y Argentina lo ganaba 1-0.
"Me desperté todo transpirado, fue la única vez que transpiré en Malvinas", cuenta Rebasti, quien soportó ese tiempo en las peores condiciones.
"Tuvimos muchos inconvenientes, sobre todo logísticos. Nunca tuvimos agua potable, jamás tuvimos dos comidas y nunca comimos una semana entera. Era sobrevivir. No estábamos preparados. En junio sabíamos que iban a venir y el capitán a cargo nos abrazó y nos despidió como si fuéramos sus hijos", relata todavía emocionado.
Apuzzo era clase 63 y Malvinas también fue un "antes y un después" para su carrera y en definitiva también para su vida.
"Me quedó esa espina clavada. Seguramente pude haber tenido una carrera más importante. Después del problema en el pie, en el riñón y la hepatitis, sentí que se caía todo. Recién a los 21 años pude volver a jugar. Fue una frustración muy grande", reconoce a Télam Apuzzo, quien todavía tiene grabado aquel 2 de abril de 1982.
"Fue un momento único. Nos levantaron a las 3 de la mañana para decirnos que habíamos tomado las Malvinas y para cantar el himno. Después pasó lo que pasó. Yo fui soldado en el continente. Los héroes fueron los que estuvieron en combate. Soy un agradecido a ellos", destaca Apuzzo.
Vivieron situaciones muy distintas durante la guerra. Sin embargo, de alguna manera los dos siguieron viviendo a través de ese sueño truncado: el fútbol.
El regreso fue difícil para estos todavía adolescentes que soñaban con dedicarse profesionalmente.
"Pude seguir jugando, pero nunca más me sentí el mismo futbolista", lamenta Apuzzo.
Rebasti lo intentó y hubiese "dado todo para seguir jugando" pero su físico sufrió las consecuencias de la guerra.
"Después de Malvinas fui a entrenar cuatro o cinco veces y me descompuse en dos. No fui más", decidió.
Las secuelas no fueron solo físicas para Rebasti. Durante mucho tiempo se echó la "culpa" por "perder" la guerra y todavía tiene que convivir con la imagen en su memoria de compañeros caídos en pleno combate.
Aníbal Folch, Julio César Segura y el "Maestro" Julio Rubén Cao fueron algunos de los soldados que murieron "al lado" de Rebasti.
Apuzzo puede contar que su primo, Hugo Adeso, fue uno de los sobrevivientes del hundimiento del ARA General Belgrano.
En sus testimonios, ambos mantienen viva la memoria de los Héroes de Malvinas y reflejan la triste historia de los sueños malogrados por la demencia de un dictador.
Con información de Télam