(Por Walter Vargas) Han querido los caprichos del destino y de la desquiciada y desquiciante dirigencia del fútbol argentino que lleguemos a un final del campeonato enrarecido, con tufillo a venalidad y una hipótesis de conflicto que demandará un operativo policial inusitado.
Vaya a saber en qué cabeza ocurrente y febril asomó la idea de hacer cruzar en la última fecha a Boca con Independiente y a Racing con River.
Es decir, a los cuatro grandes del fútbol nacional separados por un puñado de kilómetros y poseedores de hinchadas, cuyas barras bravas no están pobladas justamente de carmelas descalzas.
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Per se, aun antes de que empezara a rodar la pelota en la primera fecha de la Liga Profesional de Fútbol, la seguridad, los operativos de seguridad, ya suponían todo un engorro.
Ni hablar en tiempos donde hasta puede ser complicado garantizar la convivencia en armonía en una nívea kermesse.
(De hecho, habrá 6.000 efectivos policiales destinados a prevenir incidentes).
Pero hete aquí que la parábola de un campeonato en el que llegaron a liderar Newell`s, Atlético Tucumán y Gimnasia ha derivado hacia un mano a mano entre Boca y Racing.
Y que con Boca un punto por delante de Racing, cada quien jugará mañana su última carta frente al clásico adversario del otro candidato a coronar.
Las cuentas son inevitables: como Boca depende de sí mismo, solo no saldrá campeón si Independiente gana o empata y Racing gana o empata con River.
(A no olvidar la improbable pero, real posibilidad de que terminen igualados en la tabla y deban afrontar un partido de desempate).
Sin embargo, lo más inquietante es el secreto a voces que impera entre las hinchadas y que de forma débil, incluso poco creíble, intentan desmentir los protagonistas: que de ninguna manera Independiente haría nada por ayudar a Racing, del mismo modo que River tampoco haría nada por ayudar a Boca.
¿Encrucijada? ¿Fatalidad? ¿Mala fe consentida y naturalizada?
Supongamos que Independiente da el 100% con Boca, pero no puede impedir la derrota.
Supongamos que River da el 100% con Racing y le sucede otro tanto.
¿Cuántos futboleros argentos les otorgarían el beneficio de la nobleza y la probidad?
Con una mano en el corazón: la estadística sería más bien baja.
A este punto hemos llegado: el domingo Boca o Racing darán la vuelta olímpica, pero la Señora Suspicacia ya habrá hecho la lenta digestión de un banquete de cuatro cubiertos.
Así las cosas, más nos vale encomendarnos a una célebre milonga de Jorge Luis Borges: "Siempre el coraje es mejor, la esperanza nunca es vana".
Con información de Télam