El partido por octavos de final del Mundial de fútbol de Qatar que jugarán mañana los seleccionados de España y Marruecos tiene como condimento extrafutbolístico la tensa relación diplomática que mantienen ambas naciones, con una crisis migratoria legendaria y el rol hispano en la disputa del país africano con su vecino Argelia por la región del Sahara Occidental.
España y Marruecos se enfrentan por segunda vez en un Mundial. La primera vez fue en Rusia 2018, en la fase de grupos, con un empate 2 a 2.
El primer enfrentamiento entre ambas selecciones fue en 1961, en Casablanca, en un partido clasificatorio para el Mundial de Chile, en el que España se impuso por 1 a 0.
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Pero la historia extrafutbolística entre ambas naciones, más traumática, se remonta a mediados del siglo XIX, con sucesivas guerras independentistas contra el colonialismo compartido por España y Francia, y llega a un presente apenas un poco menos tenso.
El último episodio de la crisis diplomática y migratoria entre Marruecos y España se registró en 2021, a raíz de la estancia en un hospital de Logroño de Brahim Gali, secretario general del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Sahaurí Democrática, que no es reconocida por las naciones del norte de África.
El Sahara Occidental, de unos 266.000 kilómetros cuadrados situado en el norte de África, en el extremo occidental del desierto de Sahara y a orillas del océano Atlántico, es un territorio considerado no autónomo por la ONU y que no es reconocido por unos 80 países, por el cual no cesa la disputa.
Actualmente una gran parte de ese territorio está bajo el control de Marruecos. España fue su potencia administradora (o colonial) hasta noviembre de 1975, inmediatamente después de la muerte del dictador Francisco Franco, fecha en que cedió el territorio a Marruecos y a Mauritania, en un extraño acuerdo.
Posteriormente Mauritania se retiró, ampliando Marruecos la zona bajo su control, por lo que su Gobierno considera que todo el Sahara Occidental está bajo su soberanía.
Pero, en realidad, la franja oriental de ese territorio está en manos del Frente Popular para la Liberación de Saguía el-Hamra y de Río de Oro (Frente Polisario), movimiento independentista saharaui que, desde su creación en 1973, lucha por la independencia y, en todo caso, por el proceso de autodeterminación del Sahara Occidental.
El acuerdo firmado hace casi 50 años por el Gobierno de España para la cesión del Sahara Occidental no ha sido aceptado por la comunidad internacional, por no ser legal desde esa perspectiva. La administración del Sahara Occidental no se puede pasar de un país a otro. No es una finca particular.
En cualquier caso, y pese a no ser legal desde una perspectiva internacional el acuerdo tripartito sobre el Sahara Occidental, el 26 de febrero de 1976 el Gobierno de España comunicó a la ONU que finalizaba su presencia allí y que se consideraba sin responsabilidad alguna sobre lo que allí sucediera. Y así se ha comportado habitualmente.
En paralelo a esta situación los enclaves españoles en Ceuta y Melilla, ambos dentro del perímetro de Marruecos, son unas de las trágicas postales de la inmigración africana hacia Europa, aunque no las únicas.
Miles de artículos periodísticos, libros y películas, documentales y de ficción, registran la dura realidad que rodea esos puestos fronterizos, en los que ciento de miles de desesperados de toda desesperación buscan llegar a Europa, una suerte de tierra prometida, que los discrimina y los margina, pero que los aleja de hambrunas, pestes y miseria.
Desde la década de los 70 el Gobierno de Marruecos reivindica la soberanía en ambas ciudades españolas, pero el Gobierno de España nunca estableció negociaciones de ningún tipo, ya que considera a Ceuta, Melilla y las plazas parte del territorio nacional español.
Mañana se juega solo un partido de futbol, un episodio más de un espectáculo tan rentable que vence barreras políticas, religiosas y morales, entre otras, pero detrás hay una larga historia.
Con información de Télam