Roberto José Mouras, un auténtico ídolo del automovilismo argentino, pasó a la categoría de leyenda del Turismo Carretera hace 30 años, cuando un accidente en el circuito semipermanente de Lobos truncó la vida de uno de los eternos emblemas de Chevrolet, aun cuando fue campeón con Dodge.
Un domingo 22 de noviembre de 1992, la fatalidad se hizo presente en un TC distinto al de hoy, con competencias en autódromos exclusivamente.
Los riesgos que implican abrazar la pasión por la velocidad le jugaron una mala pasada al Toro de Carlos Casares, que pretendía descontar los puntos que le llevaba Oscar Aventín en la cima del torneo de aquella temporada.
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Mouras venía ganando esa prueba en Lobos y la ruta 205 fue testigo de una escena impensada: la Chevy chocó contra un montículo de tierra a 230 kilómetros por hora; la goma delantera izquierda reventó y el automóvil levantó vuelo.
El golpe resultó seco y tremendo. El silencio de los cientos de fanáticos apostados a la vera de la ruta preanunciaba el desenlace trágico que finalmente decretó que Mouras se subiera al Olimpo de los próceres del automovilismo local como Juan Manuel Fangio, los hermanos Juan y Oscar Gálvez, Carlos Reutemann, Juan María Traverso o Luis Rubén Di Palma, entre tantos otros.
Así se apagó la vida de un enorme piloto, con apenas 44 años. El Toro, que buscaba su cuarto título en el TC, había nacido en Moctezuma el 18 de febrero de 1948, pero su familia se trasladó -cuando era chico- a Carlos Casares, ciudad en la que cimentó sus sueños de campeón.
Disfrutó de un fugaz paso como futbolista en el Atlético de la ciudad, como marcador de punta por derecha. Pero la música de motores lo sedujo más y así intervino en las cuadreras de la zona con un Chevrolet 400.
Luego Roberto participó con un Torino color marrón metalizado en el Turismo Anexo J y en 1964 se subió al podio por primera vez en el autódromo Municipal de Buenos Aires. Pero su sueño seguía siendo el Turismo Carretera.
El debut llegó en marzo del 69, con un Torino naranja. Al año siguiente, en Chivilcoy, el pibe Mouras resultó noveno en la carrera que ganó el arrecifeño Luis Rubén Di Palma
A principios del 74, el piloto bonaerense adquirió su primera Chevy. Y dos años más tarde, en 1976, con el denominado 7 de Oro de ese recordado Chevrolet que era preparador por Jorge Pedersoli y Omar Wilke, el apuntado Mouras obtuvo un récord todavía vigente en el TC.
Entre mayo y octubre, el ídolo de Carlos Casares hilvanó victorias en la Vuelta de Bahía Blanca, Vuelta de Las Flores-San Miguel del Monte, Vuelta de Olavarría, circuito de Laboulaye, Vuelta de San Miguel del Monte y Vuelta de Olavarría. Seis festejos, todos consecutivos, para establecer una marca impresionante.
En 1979, el bonaerense pasó a Dodge, marca para la que ganó tres títulos seguidos: 1983, 1984 y 1985. Al año siguiente regresó a Chevrolet para iniciar un romance eterno con el automóvil del moño.
Aun cuando falleció casi inmediatamente después del impacto, Mouras fue declarado ganador post-mortem de aquella carrera de Lobos. Sumó un total de 50 triunfos en la máxima categoría automovilística local. Juan Gálvez, nueve veces campeón de TC, se impuso en 56 competencias.
Más allá de sus méritos deportivos, Mouras fue respetado y valorado por sus colegas y preparadores, a partir de atributos como generosidad, solidaridad y compañerismo que siempre exhibió.
Oscar Castellano, campeón con Dodge en los años 1987 y 1988 y con Ford en 1989, diseñó memorables duelos con Mouras, con toques y vuelcos incluidos, pero no duda en reconocer que esa rivalidad enriqueció al Turismo Carretera.
Cada uno de nosotros defendía sus convicciones dentro de la pista. Siempre fuimos leales. Y Roberto, sin dudas, fue uno de los mejores en todos los aspectos evocó Castellano ante la consulta de Télam.
El propio Pedersoli, preparador histórico, manifestó que el de Carlos Casares es uno de los protagonistas centrales del TC en 85 años de historia
Uno de sus mejores triunfos fue en Laboulaye, en el Gran Premio del Llano (5 de septiembre de 1976), cuando le ganó al poderoso equipo Ford (Juan María Traverso, Héctor Gradassi, Ricardo Iglesias), luego de descontarle una importante diferencia, recordó.
Cuando se iba a iniciar la segunda etapa dijo Pedersoli empujábamos y el auto no se movía.
Y ahí afloró la picardía del Toro, que apuntó: Lo tengo frenado para que se vaya (Jorge) Martínez Boero primero y me espante los pájaros en la ruta bromeó.
Con información de Télam