(Por Walter Vargas).- En el contexto de una Copa Libertadores que da claras señales de consolidar una categórica hegemonía de los poderosos clubes brasileños, que Vélez Sársfield se haya metido en las semifinales es una bocanada de aire fresco que, además, invita a que se golpeen el pecho los devotos de la célebre sentencia del periodista Dante Panzeri: "Fútbol, dinámica de lo impensado".
La excelsa definición de Julián Fernández en el Mario Alberto Kempes retrató parte de las respuestas que explican cómo un equipo hundido en zonas profundas dio un giro de 180 grados: la persistente apuesta por el producido de las divisiones menores.
El delantero Fernández resultó asimismo autor del agónico 3-2 en el José Amalfitani, es una joya surgida de la clase 2004. Del mismo modo que Francisco Ortega (clase 1999) destaca en la defensa, Nicolás Garayalde (1999) devino un puntal del medio campo y el atrevido zurdo Luca Orellano (2000) abre suelos fecundos por la orilla derecha.
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En rigor, el rozagante Vélez de estos días, crecido y copero, torna visible la expeditiva mixtura diagramada por el entrenador Alexander Medina, el uruguayo que vuelve a marcar su sello en el fútbol argentino después de un exitoso proceso en Talleres de Córdoba.
El 30 de mayo, cuando el "Cacique" asumió en Liniers, Vélez padecía problemas de toda índole y poco más de dos meses después logró ubicarlo entre los 4 mejores equipos del continente por tercera vez en la historia.
El Vélez que heredó padecía por una magra campaña en la Liga Profesional que todavía persiste- y sus remotas posibilidades de avanzar en la Libertadores que, de hecho, ya se habían devorado a un hijo de la casa: Mauricio Pellegrino.
"Quiero un Vélez que compita en cualquier cancha; es decir, que pueda ganar en todos lados", sentenció el flamante DT y sonó como una frase de ocasión.
Un día después, Medina y Vélez recibieron un guiño del destino: enfrentaban a los suplentes de Estudiantes, ya clasificado, con la crocante posibilidad de obtener un resultado positivo y meterse entre los mejores dieciséis de la Libertadores.
A despecho de la fragilidad de ese debilitado Estudiantes que había dispuesto Ricardo Zielinski, se vio un Vélez refundado en toda la línea: en el tono emocional, en el juego y en una contundencia que consumaron en la red Lucas Janson por dos, Lucas Pratto y Abel Osorio.
Ni qué decir pocos días después, cuando dominó de forma abrumadora a River en el Amalfitani y una semana después lo eliminó en el Monumental: esto es, borró de un plumazo a uno de los grandes postulantes a quedarse con la máxima competencia de Sudamérica.
Y ahora dejó en el camino a Talleres de Córdoba con una doble victoria (en casa y de huésped) a caballo de un rendimiento y una jerarquía que, además de la savia nueva del piberío, sostuvieron varios jugadores puestos en entredicho en las tribunas y dotados del esencial condimento del respaldo de Medina. Entre varios, el arquero Lucas Hoyos y el lateral derecho Leonardo Jara.
¿Dónde quedó parado Vélez?
En lo inmediato salir de las brumas de un desdichado puesto puesto 26, fruto de una sola victoria, seis empates cinco derrotas, para lo cual deberá sumar la mayor cantidad de puntos posibles el domingo con Gimnasia en Liniers y el jueves con Aldosivi en Mar del Plata.
Después, en la última semana de agosto y la primera de septiembre, la gran parada frente a Flamengo, cuyo primer capítulo tendrá lugar en el Amalfitani y la rúbrica en el Maracaná de Río de Janeiro.
Flamengo es el candidato a coronar de primera línea: las estrellas se le caen del placard y juega fenómeno. Vuela como un Fórmula 1.
Los antecedentes entre Vélez y el "Mengao" registran 10 partidos oficiales con un saldo de 2 victorias, dos empates y 6 triunfos de Flamengo.
El "Fortín" enfrentó en su historia a 11 rivales brasileños por competencias organizadas por la Conmebol (Atlético Paranaense, Corinthians, Cruzeiro, Flamengo, Gremio, Internacional, Palmeiras, Ponte Preta, Santos, Red Bull Bragantino y San Pablo). En 46 partidos, logró 16 triunfos, sumó 12 empates y padeció 18 derrotas, con 51 goles a favor y 59 en contra.
En las dos semifinales de Libertadores disputadas, Vélez tuvo un desenlace dispar. En la primera, en 1994, pasó por penales ante Junior de Colombia, tras caer 1-2 en Barranquilla y ganar por el mismo marcador de local. Ese equipo, dirigido por Carlos Bianchi, lograría luego el título por la misma vía en la final ante el poderoso San Pablo de Telé Santana.
La segunda, en 2011 frente a Peñarol de Montevideo, terminó con la frustración de haber quedado afuera por gol de visitante. Los uruguayos ganaron 1-0 en casa y perdieron 1-2 la revancha, en la que Santiago Silva, centrodelantero velezano, falló un penal que hubiera significado el pase (30m. ST).
Con información de Télam