Messi: la ascensión al olimpo

27 de diciembre, 2022 | 15.31

(Por Fernando Bianculli).- Lionel Messi lleva al menos 13 años en la cúspide del fútbol mundial con un palmarés de leyenda pero este 2022 fue el que le aseguró para siempre un lugar en el olimpo de las divinidades.

Necesariamente toda la producción biográfica futura deberá desarrollar con especial atención el año en el que proyectó, ejecutó y coronó el mayor objetivo de su carrera deportiva: el Mundial de Qatar.

Era, nada menos, el título que le faltaba para terminar de darle sentido a la metáfora de la bandera que lo muestra junto a Diego Maradona en una recreación del fresco de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina del Vaticano.

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Messi terminó con todas las discusiones, derribó uno por uno los argumentos de sus detractores e hizo de su grandeza un hecho objetivo. El fútbol es materia opinable, Messi ya no.

¿Quién puede aún objetar su significado como una de las figuras que articulan el relato histórico del fútbol? Desde su debut profesional en 2004 registra 793 goles, 350 asistencias, 1003 partidos, 42 títulos y 78 premios.

En esa abrumadora estadística, Qatar 2022 se inscribe como el momento de máxima gloria en un sentido mucho más amplio que el instante de levantar la Copa del Mundo con el bisht del emir Tamim bin Hamad Al Thani.

Messi demostró en el reciente Mundial de Medio Oriente una transversalidad universal difícil de igualar para cualquier mortal. Su figura trascendió edades, géneros, nacionalidades, razas y religiones.

¿Es el argentino más influyente de la historia? En términos globales quizás sí. No hay otro antecedente de una personalidad de esta tierra capaz de generar una identificación tan fuerte en niños, hombres y mujeres de toda clase de culto.

Messi atesora un reconocimiento planetario que nace en su propio país y recorre los cinco continentes, con expresiones singulares en Qatar, Arabia Saudita, India, Bangladesh, Pakistán, China o Japón, por citar algunos casos de forma arbitraria.

¿Dónde nace el fenómeno de su popularidad? En la belleza de su fútbol, en el talento de una zurda admirable, en su capacidad para convertirse, a los 35 años, en la figura indiscutida de una Copa del Mundo que tuvo como norte desde que jugó el primero de sus 55 partidos en el año, tras superar el Covid.

El capitán argentino eclipsó a todas las celebridades que pisaron el emirato: Mbappé, Neymar, Lewandowski y Modric jugaron en la sombra proyectada por el astro.

Además del título, Messi completó en Qatar una colección de récords que reflejan su dimensión: máxima presencia en Mundiales (26 juegos), mayor anotador argentino histórico (11 tantos) y futbolista con más encuentros como capitán (19).

La FIFA lo condecoró con el Balón de Oro al mejor jugador de la competencia, un premio que había obtenido en Brasil 2014 pese a perder la final con Alemania en el Maracaná. Fue el primer futbolista en conseguirlo dos veces.

En este inolvidable 2022, que también le reportó la alegría de la Finalissima ante Italia -campeón de Europa-, el argentino se consolidó como líder indiscutido de la Selección por su fútbol y también por su temperamento.

Un aspecto más para equipararse con Diego, respetando las personalidades de cada uno. Leo fue figura y caudillo en Qatar, como lo fue Maradona en México '86, casi como una continuidad mágica reservada para la primera Copa del Mundo sin el "Barrilete cósmico".

El Mundial 2022 borró las diferencias entre las leyendas argentinas, puso en el plano de la ridiculez la antipática pregunta ¿Messi o Maradona? Carece de todo sentido la opción por uno o por otro. Los dos fueron dueños de su época y elevaron al fútbol argentino con una estrella en el cielo.

Concluye el año de la ascensión de Messi al olimpo del fútbol. Si todavía alguien se atreve a cuestionarlo, qué mejor que un consejo con el sello de Leo: "Bobo, andá pa' allá".

Con información de Télam