La basquetbolista Florencia Chagas hizo historia: el pasado 15 de abril, tras la elección de Indiana Fever en el puesto 31, se convirtió en la primera argentina en ser seleccionada en el Draft de la WNBA, la NBA femenina. Si bien la jugadora de 19 años, que actualmente milita en el Empoli de Italia pero cuyo pase lo tiene el Famila Schio, no tenía pensado presentarse en el evento, tres franquicias le pidieron que anotara su nombre y así lo hizo.
No es la primera vez que Chagas registra galardones individuales, como por ejemplo aquel partido del Mundial U17 de 2018 en el que logró el primer triple doble desde los inicios de esa competencia, con 17 puntos, 12 rebotes y 12 asistencias ante España, o ese campus internacional organizado por NBA y FIBA en 2017 en el que se quedó con el premio a la Jugadora Más Valiosa. Ahora, unos días después del 15 de abril de 2021 que recordará para siempre, habla con El Destape sobre su presente y se anima a reflexionar un poco sobre el pasado.
¿Pudiste asimilar todo lo que viviste en estos días?
Todavía no. Seguramente mucho mejor que al principio, pero igual es una locura. Sigo un poco inconsciente de todo lo que está pasando.
¿Sentiste que se generó algo lindo, no solo en el público del básquet, sino en personas que no son del ambiente?
Totalmente. Los argentinos somos así. Estoy muy orgullosa de ser argentina por la pasión que le ponemos cuando pasan estas cosas. La felicidad que le agarra a todo el mundo es genial. En los Juegos Olímpicos de la Juventud sentí esa felicidad de toda la gente cuando jugábamos nosotras y ahora, cuando salió esto, se mostraron todos muy felices. Eso me llenó a mí, es hermoso.
¿Cómo fueron tus primeros pasos en el básquet?
Yo empecé en Casa de Padua, en un club donde solo había masculino y que era donde mi papá jugaba en ese entonces. Jugar con varones desde chica me cambió el ritmo. Cuando a los 13 no pude jugar más con ellos, sentí un cambio grande porque es otra agresividad; creo que eso me dio un plus. De ahí fui un año a Vélez y después pasé a los Indios de Moreno, que era cerca de mi casa y podía jugar y entrenar con las más grandes, las de 15 años. Yo podía competir tranquila con ellas y eso me servía y sentía que me hacía bien.
¿En qué momento arrancaste a jugar en las categorías menores de la Selección?
A los 12 entré a la Selección Argentina, también con chicas de 15 años. Eso fue un crecimiento enorme para mí, porque la Selección me enseñó un montón de valores, me dio mentalidad de profesional desde chica y, si me preguntan cuándo pensé que quería ser profesional, digo que ahí: cuando empecé a jugar en la Selección tenía que ser recontra disciplinada y debía ser un ejemplo en todo momento.
Antes de dar el salto a Europa, tuviste un par de temporadas en Berazategui, uno de los clubes más importantes del país en lo que a básquet femenino refiere. ¿Cómo te ayudó en tu aprendizaje?
Cuando cumplí 15 me cambié a Berazategui, que quedaba muy lejos de mi casa pero yo quería dar un paso más. Me acuerdo que, en ese entonces, Luciana Della Barba estaba en la Selección Argentina U19 y yo la admiraba un montón. Cuando llegué, me hicieron defender y atacarla a ella en el entrenamiento y yo volví enloquecida. Me decía a mí misma: "Así voy a mejorar un montón. Yo quiero jugar ahí, quiero ir ahí, entrenar con ella”. Estuve dos años y el 2017 fue muy positivo, ya que tuve el Mundial y el campus, que lo armaban FIBA y NBA, y en los dos tuve un mérito personal muy grande y muy lindo: el triple doble del Mundial y el MVP del campus. De ahí, se me abrieron un montón de puertas. Podía elegir si ir a Estados Unidos o entrar en la vida profesional de Italia. Fue una decisión complicada, pero yo quería estar en el mundo profesional. Schio me invitó diez días a ver cómo era y yo me enloquecí. Firmé un contrato por cinco años: los primeros tres estuve con inferiores y entrenando con la mayor, que eran las mejores de Italia, y esta temporada me vine a préstamo desde Schio a Empoli.
¿Tuviste que hacer algún sacrificio importante para, como dijiste antes, mantener la disciplina deportiva durante estos años?
Yo nunca hablo de sacrificio. No me gusta mucho esa palabra porque trato de disfrutar todo lo que hago, y si no, siento que es un esfuerzo grande que tengo que hacer para superar algo. Tuve que hacer muchos esfuerzos, obviamente, con mi familia. No siento algo malo cuando no estoy acostumbrada; capaz me perdía cumpleaños o salidas con amigas pero no me arrepentía, porque quería estar bien al otro día para entrenar o para jugar. Y tenía mi foco siempre en lo que yo quería. Sabía que me tenía que perder esas cosas porque yo quería esto en el futuro, y yo creo que todo lo que hice es lo que marcó mi presente y lo que va a seguir haciéndolo.
¿Cuál es el próximo objetivo?
Primero, seguir creciendo en Europa y la WNBA. Pero mi sueño con la Selección es crecer con el básquet de Argentina: tener un buen resultado en la AmeriCup y después en los Mundiales y en los Juegos Olímpicos. Sería un sueño muy grande poner a la Argentina en unos Juegos Olímpicos.
¿Qué le dirías a esa Flor Chagas que jugaba en Casa de Padua?
Que siga por donde está, que no se olvide de disfrutar, que siga con la inocencia y la inconsciencia de todo lo que va pasando, que no pierda la humildad y que trabaje duro porque las cosas solamente se consiguen con trabajo.