Las empresas más grandes de lucha libre y artes marciales mixtas, WWE y UFC respectivamente, se unieron bajo el sello TKO tras la compra de ambas promotoras por parte de la compañía Endeavor. Este hecho sentó un precedente nunca antes visto en el mundo de los deportes de combate. Y entre demandas por prácticas monopólicas, múltiples despidos y suntuosos contratos televisivos, los espectadores y accionistas están ante la expectativa de qué cambios se verán en el ecosistema de la violencia.
Endeavor compró UFC en el año 2016 y desde ese momento buscó impulsar la marca líder de las MMA a nuevos límites para incrementar los márgenes de ganancias. UFC ya era una empresa exitosa, pero se terminó de asentar luego de firmar un lucrativo contrato televisivo con ESPN, que coincidió con la época en la que produjo las peleas más taquilleras en la historia del deporte.
Sin embargo, el gran golpe de suerte para que Endeavor lograra monopolizar los deportes de combates fue que Vince McMahon Jr., histórico promotor de WWE, decidiera ceder su lugar como accionista mayoritario de la empresa, poniéndole fin a un negocio que fue fundado por su familia y estuvo bajo su ala por más de 70 años.
“Con el simple hecho de que la empresa haya dejado de ser de los McMahon, mucha de su identidad se ha perdido. Pero lo cierto es que esa aura había empezado a desaparecer desde que WWE comenzó a cotizar en la bolsa a finales del siglo pasado, así que no veo más diferencias más allá del tamaño de "corporación diabólica" que ahora es”, reflexionó Ernesto Ocampo, historiador y editor en jefe de la revista mexicana Súper Luchas.
Desde la cúpula corporativa de TKO, la cual involucra muchos nombres que serán obviados para no confundir al lector, se aseguró que ambas empresas seguirán funcionando como satélites individuales. Lo que sí, aseguró uno de los accionistas mayoritarios Laurence Epstein, es que “la intención es que cada fan de UFC lo sea de WWE, y viceversa”. Este comentario fue demeritado por Dana White, presidente de UFC: “es una idea estúpida”.
“Me parece que vamos a tener más presencia de las grandes estrellas de UFC en WWE. Va a ser algo cada vez más común. Puede llegar a ser una salida laboral para cuando estén al final de sus carreras siempre y cuando tengan un personaje llamativo. Si antes era difícil competir contra ambas empresas por separado creo que ahora va a ser más complicado”, analizó Augusto Niez-Gay, periodista de Somos MMA y comentarista.
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Los crossover entre ambas empresas siempre existieron. Los más notables fueron Brock Lesnar, ex campeón de WWE, que fue a probar suerte a UFC y salió campeón de peso completo, y CM Punk, también ex campeón de WWE, intentó lo mismo, pero fracasó. Los fanáticos de ambos deportes se conocen, son como primos, lo cual no implica necesariamente que se lleven bien. “Si se cumple lo que se ha dicho, es decir, una verdadera separación entre empresas, no veríamos ningún cambio a nivel creativo, a menos de que WWE empezara a descender en cuanto a ingresos”, explicó Ernesto Ocampo.
Lo que sí quiere hacer Endeavor es que los grandes shows de UFC y WWE transcurran en el mismo día. El objetivo es que TKO represente toda la oferta de combates para los aficionados durante los fines de semana. Además, la junta directiva intentará exportar más eventos de pago de WWE a otros países, algo que ya es habitual en UFC.
Por otro lado, el sacudón que representó la unión de las empresas llegó también al mercado de valores. El 20 de septiembre las acciones de TKO estaban valuadas en 100 dólares cada una, un día después, bajaron a 82. Como si fuera poco, la empresa decidió despedir a cientos de trabajadores, incluídos a luchadores de gran envergadura que hicieron toda su carrera bajo el reinado McMahon.
Otro problema que tiene TKO es que sus empresas-divisiones enfrentan una importante demanda por prácticas monopólicas. UFC, en 2014, fue demandada por un grupo de peleadores que denunciaron prácticas de competencia desleal para mantenerles el salario bajo. Casi 10 años después, tienen la posibilidad de ganar la batalla judicial y una bolsa de más de mil millones de dólares.
Irónicamente, el modelo de negocios de UFC está muy inspirado en el de WWE, que se resume en contratar a los peleadores como si fueran independientes, pero a la vez atarlos a una exclusividad que se extiende si el competidor no es capaz de cumplir con los objetivos de la empresa. Lo que los demandantes buscan, además, es que se aplique la cláusula Ali a las artes marciales mixtas. Es decir, que puedan pelear por el promotor que les ofrezca más dinero, algo que bajo las reglas que puso UFC es imposible.
“Mientras el gobierno no intervenga de manera directa, es difícil que pueda pasar algo relevante. Lo que sí sería deseable es que tanto peleadores de UFC como luchadores de WWE hicieran un sindicato”, señaló Ernesto Ocampo. Por lo pronto, el mundo de los deportes de combate mira con atención lo que ocurrirá con esta unión de titanes que, según Augusto Niez-Gay, “van a empezar a marcar el ritmo y el camino que todas las empresas menores van a tratar de seguir”