Unos meses antes de cumplir quince años, Nadia Podoroska sorprendió a sus padres. Se sentó frente a Marcelo, su papá, y le dijo que no quería fiesta. Le preguntó si era posible que, con esa plata, le compren un pasaje a Europa para ir a jugar torneos de tenis. Ella, para su cumpleaños, quería que le regalen la oportunidad de competir.
Los torneos de tenis femenino profesional escasean en Sudamérica. En Argentina, por ejemplo, solo se juegan tres. Por formato de calendario, el rodaje se tiene que conseguir en el viejo continente. Por esta razón, con 14 años y decidida, “La Rusa” -como le dicen a pesar de que sus abuelos sean ucranianos- dio ese paso adelante en su carrera. Con esa misma edad, logró entrar al ranking WTA y se convirtió en la segunda jugadora argentina más joven en alcanzar ese logro detrás de Gabriela Sabatini. Ahora, a sus 23, Podoroska vive el mejor momento de su carrera y está en cuartos de final del Grand Slam favorito de los tenistas argentinos.
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Con la paciencia y perseverancia como principales armas, esta hija de farmaceúticos pasó de la escuelita del Club Atlético Fisherton en Rosario a competir en el primer nivel. El salto le resultó complicado. Las inversiones que tiene que hacer una tenista en viajes y entrenamientos hacen que el desarrollo sea difícil. Aun más cuando los resultados, en principio, no acompañan. Así fue como navegó durante varios años por los 300 o 400 del ranking. Siempre con buen nivel y con la tranquilidad del trabajo, Nadia se hizo famosa para el público al ganar la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Lima en 2019.
El triunfo no solo le entregó la clasificación a los Juegos Olímpicos de Tokio, sino también la llevó a acceder a una beca del ENARD por su “excelencia panamericana”. Sin embargo, esa victoria también se convirtió en una carga. “Tuvo la presión de estar entre las 300 del mundos para poder jugar. Y eso le costó, pero de a poco fue aflojando”, contó uno de sus entrenadores a El Destape.
La pandemia del COVID-19 trastocó el calendario de los torneos de tenis. Roland Garros se juega en pleno crecimiento de los casos de coronavirus en Francia. Con estadios vacíos y protocolos estrictos, Podoroska disputa este torneo desde hace dos semanas. Llegó a esta instancia desde la clasificación del Grand Slam. Paso a paso. En las repeticiones que, ahora están en You Tube, se puede ver como festejó ese partido en el que venció a la polaca Magdalena Frech. Un derechazo profundo y un “¡Si!” que solo despertó tres aplausos. Ese primer partido fue el comienzo del que, por el el momento, es el mejor torneo de su vida.
Metódica, pero no obsesiva. “Se toma el tiempo de hacer todo lo que tiene que hacer. Hasta las últimas repeticiones, no importa si está cansada. Toda la rutina. Y lo profesional que es marca una diferencia muy grande”, sostiene uno de sus entrenadores. Podoroska vive en Alicante y entrena junto a Emiliano Redondi y Juan Pablo Guzmán. Allí, ahora, tiene una base para poder moverse por Europa y disputar torneos. Eso implica gastos e inversión. Durante sus momentos magros vivió en casa de amigos o colegas o, incluso, llegó a dormir en aeropuertos para poder hacer combinaciones hacia otros torneos. Sin embargo, desde su entorno aseguran “ella ama lo que hace”.
Ese sentimiento es el que la llevó a pasar noches en salas de embarque, a no tener fiesta de quince o hacer absolutamente todas las rutinas que le pasa su preparador físico desde Buenos Aires. Desde los cinco años cuando su mamá, Irene, la llevó con Celso Fernández, su primer profe, Nadia no suelta la raqueta. Porque Nadia lo único que quiere es jugar.