Wimbledon implementará un cambio sorprendente a partir de la temporada 2025, que ya sorprende a los fanáticos del tenis a nivel mundial. El tercer y anteúltimo Grand Slam de cada año, que se juega sobre el césped de la capital de Inglaterra, continúa realizando modificaciones en busca de agilizar el juego y abaratar costos. En este 2024, el español Carlos Alcaraz se llevó el título en una gran final frente al serbio Novak Djokovic.
En esta oportunidad, la organización del Abierto de Londres decidió que no habrá más jueces de línea y se apostará simplemente a la resolución del sistema denominado "Hawk Eye Live Electronic Line Calling" (Ojo de Halcón Electrónico, Live ELC). Sin embargo, por ahora se mantendrá la tradición principal de este certamen europeo: que absolutamente todas las personas que asisten a cada cancha deben estar vestidas de blanco.
Wimbledon quita a los jueces de línea y deja exclusivamente el Ojo de Halcón Electrónico
Esta novedad fue comunicada a través de los canales oficiales del All England Club, como se llama el complejo de tenis en el que se desarrolla el campeonato. El espectáculo de los jueces de línea inmaculadamente vestidos, de pie o agachados a los lados y detrás de las pistas de hierba, ha sido una característica del torneo del Grand Slam durante 147 años.
El aviso electrónico de línea se utilizó por primera vez como experimento en las ATP Next Gen Finals de Milán en 2017 y se adoptó de manera más amplia durante la pandemia del COVID-19. Se utilizará en todas las pistas de los eventos del ATP Tour a partir de 2025. El Abierto de Australia y el US Open ya han sustituido a los jueces de línea por el sistema electrónico, aunque Roland Garros sigue confiando en el ojo humano. Wimbledon dijo que el "Hawk Eye Live Electronic Line Calling" (Live ELC) también se utilizará en el torneo de clasificación.
"Tras revisar los resultados de las pruebas realizadas este año en los campeonatos, consideramos que la tecnología es lo suficientemente robusta y que es el momento adecuado para dar este importante paso en la búsqueda de la máxima precisión en nuestro arbitraje", dijo en un comunicado la directora ejecutiva del All England Lawn Tennis and Croquet Club, Sally Bolton. "Para los jugadores, les ofrecerá las mismas condiciones en las que han jugado en otros eventos del circuito", agregó.
La decisión, aunque popular entre los jugadores, entristecerá a los tradicionalistas y probablemente significará el fin de las discusiones sobre los cobros en las líneas, que forman parte del folclore de Wimbledon. También supondrá el fin de los desafíos con el "Ojo de Halcón", en los que los jugadores pueden pedir una revisión en video de una decisión ajustada, algo también muy popular entre los aficionados.
El top 3 de campeones de Wimbledon en singles
- Roger Federer (Suiza) 8 títulos.
- William Renshaw (Gran Bretaña), Pete Sampras (Estados Unidos) y Novak Djokovic (Serbia) 7 títulos.
El top 3 de campeonas de Wimbledon en singles
- Martina Navrátilová (República Checa y Estados Unidos) 9 títulos.
- Helen Wills (Estados Unidos) 8 títulos.
- Dorothea Douglass (Gran Bretaña), Steffi Graf (Alemania) y Serena Williams (Estados Unidos) 7 títulos.
Wimbledon, el gran karma histórico para el tenis argentino
Luego de muchos años con participaciones nacionales sin demasiado suceso, fue Guillermo Vilas el primero en poner el listón bien alto cuando alcanzó los cuartos de final de singles en 1975 y 1976. Se trató de un certamen muy esquivo para el crack marplatense, que fue dos veces campeón de Roland Garros, una del Abierto de Australia y una del US Open. Consultado por sus resultados negativos sobre el césped en comparación con las otras superficies, alguna vez el zurdo disparó que "el pasto es para las vacas" por la dificultad para jugar allí. El pique de la pelota, la salida rápida de la misma y el clima lluvioso en la capital de Inglaterra fastidiaban al astro albiceleste, entre otros motivos.
Sin embargo, el marplatense pareció haberse arrepentido de aquellas declaraciones un tiempo después. Luego de haberse quedado con el Torneo de Maestros en 1974, Vilas dio marcha atrás ante el público que lo aclamaba por el triunfo ante el rumano Ilie Năstase en la final: "Hasta hace un par de meses pensaba que el pasto era para las vacas. Ahora pienso que es para la vacas… Y para los tenistas también".
Las grandes cualidades de Guillermo le permitieron sobreponerse a la superficie que peor le caía a su juego. De hecho cuatro años después, en 1978, se coronó en el Abierto de Australia, que en aquella época se disputaba sobre césped. De los 62 títulos en total en su carrera, 3 fueron en pasto, aunque ninguno en Wimbledon.
El otro tenista albiceleste destacado en aquel entonces fue José Luis "Batata" Clerc, aunque apenas alcanzó los octavos de final en 1979. Con el correr del tiempo, los éxitos de sus compatriotas se hicieron esperar hasta que Sabatini alcanzó la final en 1991 y cayó contra la alemana Steffi Graf. Además, fue semifinalista en otras tres ediciones. El siguiente gran cimbronazo llegó de la mano de Nalbandian, cuando sorprendió al mundo del tenis y fue finalista con apenas 20 años en 2002. En la definición no pudo con Lleyton Hewitt, el australiano que era el número 1 del ranking.
Posteriormente llegó el turno de Paola Suárez, quien escaló hasta los octavos de final en 2003 en singles. No obstante, la argentina se especializaba en el dobles, donde llegó a la final en 2002, 2003 y 2006 junto con la española Virginia Ruano Pascual. Y fue dos veces semifinalista con la misma pareja, instancia que también protagonizó Gisela Dulko en 2010 en la misma especialidad.
Si bien otros tenistas como Guillermo Cañas, Guillermo Coria y Leonardo Mayer también se instalaron en la segunda semana del certamen, fue Del Potro el que despertó las mayores esperanzas de regresar a ese protagonismo que alguna vez tuvo Vilas. Y cumplió en 2013, cuando perdió en la semi en un maratónico encuentro ante el crack serbio Novak Djokovic por 7–5, 4–6, 7–6 (7–2), 6–7 (6–8) y 6–3. La edición de 2023 se avizora muy complicada en la previa para los albicelestes, aunque la ilusión eterna por "el batacazo" se mantiene latente.