Milei se cuelga del éxito de la Selección Argentina: avanza por las SAD con espejitos de colores

El Gobierno de Javier Milei, con su aparato mediático, avanza en la búsqueda de modificar la base constitutiva del fútbol argentino. Se sube al éxito de la Selección para cerrar un negocio.

14 de julio, 2024 | 00.05

A la par de las victorias de la Selección Argentina en la Copa América y, tratando de subirse a la expectativa que genera el equipo de Messi, el Gobierno de Javier Milei avanza con su búsqueda de modificar la base constitutiva del fútbol argentino a través de las Sociedades Anónimas Deportivas. Tras anunciar la reglamentación, nuevamente ornamenta ese tema con espejitos de colores y verdades sin contar.

En su habitual incontinencia twittera, Javier Milei volvió a pedir por las SAD. Lo hizo a través de una imagen de la Selección Argentina que muestra dónde están los futbolistas argentinos: todos clubes europeos que son Sociedades Anónimas. La respuesta, a esta altura ya repetida, es que cada uno de esos futbolistas se formó en un club de barrio y en asociaciones sin fines de lucro. También sumó, en una entrevista, que “si Independiente entra a las SAD y gana todo, veremos que deciden los socios de Racing”. Esa frase que, además de desconocer la historia del conjunto académico, suma tan solo un dicho más en los argumentos vacíos que buscan, en definitiva, esconder lo importante: el negocio detrás.  El problema más grande no son esos dichos, sino las faltas de respuestas a múltiples interrogantes.  ¿Quién controlaría una SAD? ¿Qué hay detrás de la implementación de este negocio? ¿Por qué se nombra al Manchester City y no, por ejemplo, a Deportivo Maldonado de Uruguay?

 

A la luz de lo que mostró, hasta el momento, el Gobierno de Javier Milei hay un hecho que impresiona y que no se suele usar en el debate público. Los representantes oficialistas del tema SAD -la diputada Juliana Santillán y el Secretario de Ambiente, Turismo y Deportes Daniel Scioli- han revelado una sola reunión formal con un grupo inversor. Fue en febrero con un hombre de la empresa “777 Partners”. Un grupo inversor con intenciones de avanzar en Argentina, pero que  -entre otras cosas-  quiso comprar el Everton de Inglaterra y que, con vínculos en Estados Unidos, tenía intenciones de avanzar sobre la adquisición de varios otras instituciones en Europa. 

Lo cierto es que, desde esa foto a la actualidad, ese primer socio que vislumbraba  “un futuro prometedor para el fútbol argentino”   sufrió un colapso mundial: tuvieron que desprenderse del club Standar Lieja en Bélgica, se retiraron de la compra del Everton porque no podían demostrar capacidad de pago, el Vasco da Gama los echó de sus operaciones en Brasil y, ahora, se supo a través de una investigación del portal europeo Josimar Football que, ese grupo, perdió el control de todas las operaciones futbolísticas en el mundo y que, además, existe una dificultad para vender sus clubes porque “están amenazados por una orden judicial concedida por un tribunal de Estados Unidos"

Con este antecedente, el único reciente, sobre la mesa esta semana el flamante ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger avanzará sobre la reglamentación de las SAD. En este punto, el detalle fino del texto puede traer inconvenientes dentro de los planes de negocios que se barajan, incluso, dentro de las huestes oficialistas. El “fino” de lo que se firme en el texto puede hacer aparecer grandes problemas dentro del gobierno. Una ley a la “uruguaya” o “la chilena” (el modelo que más gusta al gobierno) permite de una manera más “elegante” la realización de pases y porcentajes en transacciones de futbolistas. Mientras que, por ejemplo, un modelo “brasileño” permitiría un capital dentro de las instituciones y su venta directa al exterior. Modelos de negocios distintos con promotores e intereses encontrados. 

Aún así desde el aparato oficialista, por ejemplo, se trató de bajar la idea de que con el ingreso de este tipo de sociedades, los jugadores podrían quedarse más en el país. Lo cierto es que eso no se traduce a la realidad. Endrick, Vinicius, Luis Guilherme, Lucas Beraldo o Savinho fueron todos futbolistas brasileños que fueron vendidos a Europa con menos de 21 años. Como contrapunto, el fútbol brasileño dejó de dominar los mundiales. La Selección de ese país, bajo esta idea, no logra alcanzar títulos cayó en su predominio. Si, es verdad, que en la región sus clubes tienen un poderío en Copas continentales, pero ante la tierra prometida de pelear con conjuntos europeos se torna una mentira más. 

Corinthians, en 2012, fue el último equipo sudamericano en ganar un Mundial de Clubes. La brecha que apareció en los 90 bajo la Ley Bosman se fue intensificando con el desguace europeo a las divisiones inferiores sudamericanas. Y el modelo de SAD en América Latina no cambió ese esquema: lo intensificó. El paraíso prometido de una competencia “igualitaria” a nivel clubes se pierde ante los hechos: la brecha con los equipos “grandes” europeos financiados por grupos inversores es cada vez mayor. Incluso, el -quizás- mejor jugador de la actualidad, el inglés Jude Bellingham, tuvo que ser vendido del Birmingham City de la Premier League hacia otro club por la imposibilidad de competir con equipos gigantes con los que le toca competir de la misma Liga: Manchester City.  Empresas ricas, clubes pobres, hinchas que no pueden ver buen fútbol en sus clubes pobres porque a los jugadores  buenos se lo llevan las empresas ricas para que jueguen en los clubes ricos. Fútbol de empresas. El negocio es ese. En Europa, en América y en el mundo. 

¿Qué papel cumple la televisación?

A este sistema, por otro lado, se le sumó otro inconveniente para las ligas locales: la televisación de los partidos y el aparato mediático que trabaja con los derechos de transmisión. En Argentina resulta más sencillo ver encuentros de la Premier League, de la Liga de España o, incluso, de la Bundesliga que el propio torneo argentino.  Tal cual relevó El Destape, un hincha argentino tiene que pagar más de 50 mil pesos para ver al equipo de sus amores. La desregulación de los precios de cable e internet, entre otras cosas, aumenta el valor del sistema de cable y de los packs.

Esta dificultad para ver los partidos locales (por ejemplo para ver a Boca en sus competencias se necesita: DSports para Copa Sudamericana, y Pack Fútbol para ver nivel local) sumado a lo sencillo del acceso para ver partidos del fútbol internacional (por cable básico)  lógicamente, erosiona el interés de los fanáticos del fútbol local que buscan alternativas para seguir al club de sus amores. En este mismo sentido, el aparato mediático que, entre otras cosas elige qué eventos cubrir, acompañar y priorizar seg´n los intereses del evento que transmite, acompaña. Esto se vio, por ejemplo, en la Copa América cuando se habló de la majestuosidad de los estadios -sin nombrar que la mayoría son estatales, por ejemplo- en lugar del estado del campo de juego. 

Esa rueda de la pérdida de interés, de la no transmisión de los encuentros, de la no difusión de los clubes argentinos -ya pasa con los equipos más chicos- y de la baja de seguimiento en los clubes locales hacen que estén más vulnerables financieramente y que se convierta en imperiosa la necesidad de buscar inversiones extra. Esto entrega en bandeja  a los clubes de fútbol del país campeón del mundo. Y a los hinchas los deja sin alternativa.