Es uno de los jugadores claves del equipo y uno de los que menos sale del campo de juego en la Selección de Futsal. Nicolás Sarmiento mezcla todo. Grita, festeja, acomoda, pero sobre todo ataja y lo hace bárbaro. Ahora, el arquero, busca su segundo título mundial con la Selección Argentina.
Padre del área, Sarmiento, se mantuvo como uno de los puntales de la Selección Argentina. En la semifinal, frente a Brasil, voló hacía un costado para sacar el último tiro. A un segundo. Y lo festejó con un grito desaforado, como hace en casi todas sus atajadas. Los arqueros gritan atajadas, las festejan, se desahogan. A diferencia del fútbol convencional eso es habitual. Y Sarmiento, entonces, casi siempre se queda sin voz: es uno de los mejores arqueros del Mundial.
En 2016 cuando Argentina se consagro Campeón en el Mundial de Colombia esos desahogos se tradujeron, además, en un premio. Fue el mejor arquero de esa Copa del Mundo. Ahí las Selecciones lo vieron, volando, festejando y acomodando a los defensores. Es su estilo de juego: gritar para festejar las atajadas y para dirigir a sus compañeros. “Yo sé que soy molesto. Para mis rivales y para mis compañeros. Grito bastante, trato de ordenar. Y a veces eso a los rivales no les gusta, me lo dicen, pero lo hago igual porque saben que no es de mala intención”, dijo Sarmiento en una entrevista para la prensa institucional del Betis, su club en Europa.
A diferencia de varios de sus compañeros, Sarmiento es un verdadero jugador de Futsal. Nunca pisó -de forma federada- una cancha de once. Arrancó en el Baby Futbol de Platense, en Vicente López. Estuvo 13 años en el juego del Calamar y después, un entrenador lo vio y lo invitó a jugar en River. Allí el Millonario lo tuvo tres años, después se fue por una temporada a Brasil, pero tras un paso corto volvió a Núñez hasta que llegó el salto internacional. En 2015 lo buscó Palma Futsal y voló hacia Europa.
Mientras estaba en el club español, Nicolás Sarmiento logró su máximo objetivo: el campeonato mundial de 2016 en Colombia. Luego llegó a Betis y desde hace dos temporadas está en esa institución. Este año, el arquero volvió a mostrar toda su calidad en el arco nacional y, por ejemplo, atajó un penal en la definición frente a Rusia. “Cuando atajé el penal se me vinieron muchas cosas a la cabeza; emociones, alegría y mucho sufrimiento. Cuando no llegan las piernas se gana con el corazón y eso es lo más lindo”, dijo cuando terminó ese partido.
La definición fue infartante. No solo se necesitó la capacidad de Nicolás Sarmiento, también apareció Lucas Farach, el arquero suplente, que en esa definición con Rusia atajó el penal decisivo. Amigos, entrenan juntos, el abrazo entre ambos se convirtió en una de las imágenes más lindas de la Copa. Y lo festejaron como lo hacen los arqueros: a los gritos.