Uno de los principales miedos de la Selección Argentina ya terminó. El temor del conjunto de Lionel Scaloni se acrecentó después del durísimo primer partido frente a Arabia Saudita y ese monstruo de "volver en primera ronda" que crecía sin parar llenó de dudas al equipo en una sensación que nunca vivió. Esos dos goles en menos de veinte minutos fueron un golpe muy fuerte que, incluso, la Selección nunca había tenido desde que arrancó el ciclo de este técnico. Sin embargo, como dijo Lionel Messi, ahora "arranca otro Mundial".
El conjunto que dirige Lionel Scaloni venció a Polonia 2-0 y lo hizo con algo que, hasta ahora, había faltado: suficiencia. En medio de las presiones, afortunadamente, salió la mejor versión del conjunto argentino. El primer tiempo con México había dejado varias dudas con respecto a cómo se estaba plantando el equipo en un partido importante. En ese momento, por supuesto, apareció Lionel Messi con un gol que destrabó cualquier tipo de tensiones sobre ellos mismos y, desde de ahí, se abrió una posibilidad distinta en el equipo. Todos los futbolistas se liberaron.
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La victoria ante México, para un par de días después, significó algo más: una liberación para retomar la confianza. Quizás un poco apurado, pero preciso. El duelo clave con Polonia sumó otro ladrillo a esa reconstrucción: Argentina tocó la pelota para los costados, fue paciente, fue profundo, defendió bien en ataque y encontró a su equipo bien parado. A eso, además, le agregó que, a diferencia de lo que pasó en el primer partido, el equipo argentino se levantó después de haber errado un penal. Un golpe que, para muchos otros equipos puede ser definitivo, la Selección Argentina se levantó y siguió intentando.
El equipo no se cayó y siguió buscando, con sus armas y muy paciente. Después, cuando arrancó el segundo tiempo, Argentina volvió a mostrar sus ataques y, justamente, su propia actitud. En menos de un minuto, el gol de Alexis Mac Allister entregó esa tranquilidad que hacía falta por completo, pero que es una consecuencia de no desesperarse. De estar tranquilo. A esto, además, se le suma Rodrigo De Paul que, más allá de su nivel, cambió por completo su presencia en el campo de juego: lo que se le pedía. Estuvo cerca de Lionel Messi, se tiró al piso, cortó y tocó "fácil". Volvió a convertirse en el "motor" de la Selección, principalmente, por su forma de jugar y su ímpetu.
Después de este partido en el que Argentina necesitaba ganar si o sí por su propia impericia en el primer partido, la Selección se liberó. Superó a un equipo que solo necesitaba un punto y se refugió. Ahora, liberados, sin la presión de la "vergüenza" de volver en primera ronda y con un rival que, necesariamente, tendrá que salir a "competir" un poco más porque tiene que ganar -la eliminación directa es así-, el equipo nacional va a tener otra oportunidad, una renovación. El dolor de una posible eliminación veloz ya no existe. Lo que si, a partir de hoy, volvió a aparecer es la confianza de ellos mismos. Con suplentes que son titulares y titulares que no se enojan por salir, el conjunto de Lionel Scaloni volvió a tener su propio estilo y reencontró su camino en un momento ideal.