A 64 kilómetros de la ciudad de San Juan, en Vallecito, hay mística. Una aureola de fe y misterio recubre el lugar. Es que allí, en ese lugar sembrado de botellas con agua, casitas en miniatura, patentes de autos, como ofrendas, se ubica el altar de Deolinda, la Difunta Correa. Una historia, una creencia popular, una fe que mueve montañas; cada promesante connota el sentimiento que recubren las promesas a Deolinda. Dicen que, si le haces un pedido, seguro te lo cumple, pero es cobradora. Tenés que cumplir con ella, para que tu pedido no sucumba.
Uno de sus fieles seguidores desde hace años es el Chiqui Tapia, el presidente de AFA. Él hizo promesa con la Copa América y cumplió. Le llevó la Copa a la Difuntita luego de que Messi y la Scaloneta, la levantaran en el Maracaná. No dudó entonces, en pedirle otro gran favor. De rodillas se lo vio subir escalón por escalón hasta la cima del monte donde se ubica la imagen venerada de Deolinda con su bebé. El pedido fue acompañado del mismo sentimiento de 45 millones de argentinos: queremos la Copa del Mundo.
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La Difuntita cumplió y hoy, a una semana de haber levantado la Copa en Qatar, con la euforia y la emoción a flor de piel, le trajo la Dorada. En un operativo que fue planificado desde el día uno, a sabiendas que Chiqui iba a cumplir su palabra como siempre lo hace, se organizó todo para recibir a los turistas que también querían estar presentes durante la llegada del Trofeo más esperado por una treintena de años.
Desde temprano de este lunes, miles de personas eligieron ese día para cumplir también su promesa. Esta vez, todos vestidos de celeste y blanco. Entonces, primero los promesantes pudieron cumplir y luego, se dispuso todo con vallas y policías, para que el presidente de la AFA pueda subir la Copa tal como lo prometió. Esto se concretó cerca de las 18, cuando Tapia arribó en Vallecito, tras presentarles la Copa a los sanjuaninos en el Parque de Mayo. Acompañado del gobernador Sergio Uñac y de las autoridades de Deporte, subió al monte y agradeció.
¿Por qué la Copa viajó a la ciudad para que los lugareños puedan disfrutarla? Es que ese suelo guarda una mística que tuvo su inicio en un partido que Argentina disputó con Brasil en el Estadio del Bicentenario. Fue ese momento, ese lugar donde Scaloni tuvo una sensación que lo atemorizó, pero también lo ilusionó. “Siento que se está gestando algo grande”, le dijo a Messi.
La revelación que tuvo Scaloni y que le confesó a Lionel
El viento que corría la noche del 11 de noviembre del año de 2021 era inusual. Cuando el reloj marcó las 22.30, la Scaloneta había arribado al gran hotel céntrico donde iban a pasar la noche, para disputar un partido al día siguiente. Para llegar al hotel, antes pasaron cosas. Los 70 km/h que soplaban obligaron a la selección a permanecer más de 15 minutos estacionados en el Aeropuerto Domingo Faustino Sarmiento sin poder tocar suelo.
El viento era raro, ni frío ni calor. No era el viento Zonda sanjuanino, pero tampoco el sur que atravesaba los huesos. No importaba, ese viento trajo el coro de los miles y miles de sanjuaninos que esperaban por los ídolos. Es cierto que no era el mejor momento de la Selección, la Scaloneta estaba recientemente clasificada para Qatar, pero había dudas y malas miradas de la prensa sobre ellos.
Esa noche, todo fue una premonición. “Dale Campeón, dale Campeón!”, gritaba la gente sin descanso, convencidos –quizás -de que se venía algo bueno. Al menos eso pensó Lionel Scaloni, que cuando tuvo los pies en tierra, con el primer contacto con la gente, una noche terrosa y poco agradable para el aguante, llamó a Messi y le dijo: “Leo, la gente espera mucho de nosotros y lo que se viene es muy duro. Puede ser duro el golpe también. Leo me dijo que no importaba, que había que seguir. “A mí me dio un envión anímico increíble. Sentíamos que la gente estaba esperando muchísimo de nosotros, porque le estábamos dando satisfacciones”. Algo tuvo esa tierra que le dio alas a la ilusión, que despertó un gran temor, pero también la sensación de que algo muy grande se estaba gestando… un año después, San Juan recibió la Copa del Mundo.
Palacios, acompañó los festejos
Junto al Chiqui Tapia arribó en suelo sanjuanino el mediocampista Exequiel Palacios. El tucumano participó de la presentación de la Copa Mundial ante miles y miles de personas en el pulmón verde más grande de la provincia: el Parque de Mayo. En esta celebración, que fue antes del viaje a la Difunta Correa, hubo espectáculos musicales y se revivió el espíritu mundialista.
“San Juan es la Casa de la Selección. Como sanjuanino, para mí es un honor muy grande”, dijo Claudio Chiqui Tapia, en su visita a la provincia que lo vio nacer. “Veníamos de una asociación en el peor momento, decaída. Cuando me tocó tomar la decisión de que el “gringo” se haga cargo de la selección, el 99% no estaba de acuerdo, pero no se animaban a decírmelo; pensaban que estaba loco. Hoy tenemos un gran director técnico. Una selección con un plan familiar. Ha demostrado que podemos ser felices, que podemos creer en alguien y que podemos hacer las cosas mejor, juntos.
Al terminar sus palabras, Chiqui lloró una vez más; y agradeció a los sanjuaninos, mientras – como hace un año atrás – volvieron a cantar todos juntos “Dale Campeón”. Se estima que, durante la tarde, más de 60 mil sanjuaninos alentaron y agradecieron una vez más a la selección.
Creer o reventar: elijo creer
La mística llegó a las redes sociales días antes de la final entre Argentina y Francia. Resulta que se viralizó la imagen del Chiqui Tapia el día que subió las escalinatas de la Difunta Correa, con la promesa de llevarle la copa. En las fotos, señales increíbles aparecieron, para darle más ilusión a los argentinos.
En la imagen se advierten patentes colgadas, que son propias de las promesas cumplidas por los visitantes. Lo raro fue que en esas patentes se advirtieron los números 18-12, 78, 27-7-78 (la fecha que se jugó la final del mundo cuando salimos campeones), todas justo arriba del cuerpo del Chiqui. Muchos eligieron creer. Y tenían razón