Ayer se vivió una jornada celeste y blanca en hogares, oficinas y bares. Las vidrieras de las casas de electrodomésticos se transformaron durante la tarde del miércoles en improvisadas tribunas que se iban llenando a medida que se acercaba la hora del partido. En cualquier punto de nuestro país donde hubo un televisor encendido, los 13.306 kilómetros que nos separan de Doha se esfumaron en cuestión de segundos. Quienes no pudieron hacer un alto en sus obligaciones imaginaron lo que iba sucediendo en la cancha siguiendo el relato del encuentro por la radio.
El Estadio 974 con sus 44.089 lugares desde temprano se empezó a teñir con los colores de nuestra bandera. Y a cargar de ansiedad. Los hinchas argentinos íbamos a sumar al final de los 90 minutos un nuevo estado de ánimo. En esta fase de grupos pasamos por momentos de angustia, desconcierto, fe, alegría, esperanza y convencimiento. Ahora llegó el momento de la ilusión.
Esta ilusión que no tiene una base científica sustentable pero se siente en la boca del estómago, en las manos que se frotan repetidamente y en las piernas que no pueden quedarse quietas. Quien tenga estos síntomas no se preocupe, ni llame al médico: es uno más de los millones de argentinos y argentinas que padecen de ilusión.
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“Nosotros sabemos lo que es enfrentar a Polonia y ganarle en un Mundial. A repetir la historia muchachos. A muerte con ustedes”. Unos minutos antes de que el árbitro neerlandés Danny Makkelie marque el comienzo al partido, el querido Ubaldo “Pato” Fillol subió este posteo a sus redes junto a una foto con el “Conejo” Tarantini, Omar Larrosa, Daniel Bertoni y Julio Ricardo Villa, todos campeones del mundo Argentina 1978. La Selección repitió la historia del ´78 y ganó con mucha autoridad, con un gran funcionamiento colectivo y con puntos altos en rendimientos individuales. Volvió a ser aquella Selección Argentina de no hace mucho tiempo atrás que fue culpable de las emociones en el Maracaná cuando venció en la final de la Copa América a Brasil y la Finalissima a Italia en Wembley.
Con cuatro cambios con respecto al partido frente a México, desde la primera jugada salió a apretar a Polonia contra su área con un amplio dominio del balón y del terreno, pero sin descuidar el único riesgo polaco en el ataque. Estaba vestido con la camiseta número 9 y era de apellido Lewandoski. Una Selección de Polonia amarreta, carente de ideas, superada en todo momento y que no propuso nada, ya que salió a defenderse y porque -además- las pocas veces que intentó se encontró con un funcionamiento argentino que siempre lo dejó en inferioridad numérica.
Y el penal que el buen arquero Szczęsny le atajó a Messi significó un positivo punto de inflexión desde lo anímico. ¿Positivo? Si, algo que no siempre sucede. La siguiente jugada encontró a 4 jugadores argentinos presionando a los rivales para recuperar la pelota y volverlo a atacar. “Acá no pasó nada y aquí nadie se rinde”. Ni Lionel ni Argentina sintieron en ningún momento el golpe. Cuando todavía no nos habíamos acomodado para ver el segundo tiempo convirtió Alexis McAllister “mordiendo” la pelota en su remate y nos empezamos a tranquilizar. El grito de gol en Doha se replica con fuerza en Argentina y en Bangladesh.
El equipo argentino siguió controlando la pelota y generando situaciones. Y llegó la combinación entre dos pibes que inflan el pecho de orgullo a los riverplatenses: rompe líneas Enzo Fernández, habilitó a Julián Alvarez quien cubrió primero con su cuerpo la pelota y le clavó la vista. Inclinó su cuerpo, descargó un chanfle hermoso que terminó con la pelota junto al palo izquierdo de Szczęsny y con la Selección clasificada a octavos.
Ahora sí. Anote a la ilusión en su listado de estados de ánimos y sentimientos, y espere dos días porque van a volver los síntomas. Se viene Australia el próximo sábado a las 4 de la tarde por los octavos de final en el Estadio Ahmad Bin Ali Stadium. Un dato sólo a título informativo: la única vez que Australia clasificó a octavos de final en un mundial, fue en Alemania 2006 y resultó eliminada por Italia 1 a 0 en esa instancia. ¿Quién salió el campeón en ese Mundial? Si, Italia.
Elegimos creer. Siempre hay que creer. Porque ya lo dijo nuestro capitán, este equipo nunca nos va a dejar tirados.