Cuti Romero y el club que lo vio nacer hasta llegar a la Selección Argentina

Se trata de un club de barrio que, a base de ayuda comunitaria y buen fútbol, forjó a varios ídolos del deporte nacional. Entre ellos, uno de los héroes de Qatar 2022.

18 de junio, 2024 | 00.05

Hace 94 años, unos comerciantes árabes estaban aburridos en Córdoba y decidieron matar el tiempo con un picadito. La esquina de las calles San Lorenzo y Paraná rápidamente se llenó de gambetas, goles y camaradería. “Los turcos”, como se apodaba cariñosamente a aquellos inmigrantes sirio/libaneses, se integraron a los locales gracias a la lengua universal del fútbol, y el 10 de junio de 1930 fundaron el Club Atlético San Lorenzo de Córdoba. Esta institución, con sede en el Barrio Las Flores, no sólo es un refugio comunitario para las familias de la localidad, sino que también fue el semillero de múltiples ídolos del fútbol nacional, entre ellos, Cristian “Cuti” Romero.

No fue una sorpresa para los integrantes del Santo, como se lo conoce al club, que el Cuti llamara la atención de Talleres de Córdoba y el Club Atlético Belgrano, puesto que por las filas del equipo de Las Flores pasaron también Luis “Hacha” Ludueña, Yamil Simes (primer cordobés en vestir la casa de la selección argentina), Bernardo Cos (que jugó en el Barcelona de Johan Cruyff y Sebastián Viberti (ídolo del Málaga de España). “Pudimos percibir que en Cristian había algo especial, un don futbolístico y personal que solo tienen los grandes campeones, los distintos, los imprescindibles. No obstante, te mentiría si no te dijera que esas mismas cualidades y condiciones, las vemos como potenciales en cada niño y niña que vienen a nuestro Club”, señaló Santiago Flores, secretario de San Lorenzo, en diálogo con El Destape.

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El arraigo familiar, como menciona Flores, es el principal sustento que tiene el Santo. El esfuerzo mancomunado de hinchas, madres, padres y abuelos es el principal engranaje que mantiene en eje al club. Por ejemplo, la mamá del Cuti Romero participaba de rifas para comprar camisetas y ofrecía su casa para lavar las prendas que usaban los jugadores. “Necesitás arreglar un pico y para eso apelás a algún papá que quiera colaborar. Si las mamás no te ayudan en el merendero, no podría abrirse. Y hasta ponen plata de su bolsillo y ayudan con la limpieza de baños y vestuarios. Es realmente un voluntariado y un sacerdocio de todos los que colaboran”, destacó Flores.

El apoyo que recibió el Cuti por parte de su familia y sus padres, años más tarde, impactaría de lleno en el logro más destacado de la selección argentina desde aquella gesta inmortalizada en cuerpo y alma por Diego Maradona en 1986. La victoria de la albiceleste en Qatar fue especial para todos los argentinos, pero los integrantes del Santo se animan a decir que ese logro es un poco suyo también. “Debo decir que tanto el barrio, como también el club, vivieron este campeonato, y sobre todo la actuación de Cristian, como algo propio, como algo bien local. El triunfo de nuestra selección, y fundamentalmente de Cristian, es tomado por toda la comunidad barrial y sanlorencista, como un triunfo del club del barrio y de cada uno de los chicos que se ven reflejados en la figura del Cuti”, rememoró un emocionado Flores.

Pero llevar adelante al Santo es una tarea efectivamente sacrosanta. En un contexto en el cual el Estado se ausenta de los cuidados sociales, mantener un club de barrio se convierte en un desafío. “Nosotros cumplimos una función social que debería cumplir el Estado. Si el país estuviera bien, y no hubiera pobreza, nuestros clubes serían un vergel y unas fábricas de deportistas de alto rendimiento. Pero no, somos pobres, y la única alternativa que tienen innumerables sectores pobres de la población”, lamentó el secretario del club cordobés. “Tenés que pagar la luz, el agua y el gas. Nadie te da una mano y pagás como si fueras una empresa o un country. Cobrás una cuota mínima de 7500 pesos que te la paga el 60% de los chicos. ¿Qué vas a hacer con el resto? ¿Vos le prohibirías la entrada al club por no poder pagar o por un atraso? Más vale que no, pero tenés que pagar sueldos a no menos de quince o veinte personas entre técnicos, preparadores y ayudantes. Las pelotas de fútbol son un recurso escaso, pero imprescindible, y cuestan 30 mil pesos cada una. Tenés que pagar médicos, premios, carnets, etc. Es decir, vivís poniendo plata de tu bolsillo. Encima dejás un pasto alto y te clavan una multa, realmente son situaciones insostenibles”, agregó.

Sin embargo, a pesar de las dificultades, el Santo siempre sale adelante; principalmente por los niños “cargados de sueños, de expectativas, y de esmero para poder trascender en el mundo del fútbol”, reflexionó el secretario. “Tender puentes e involucrarse en nuestras realidades, brindando la ayuda necesaria, es una forma de entender que la equidad y la solidaridad deben ser el camino a seguir en pos de un mundo mejor, y de sociedades más justas para los que menos tienen. Necesitan del club, del Estado y de todos nosotros”, agregó.

Cristian Romero se metió a jugar de lleno con Ángel Di Maria. No estaba en su posición habitual, sino que se fue hasta el otro extremo de la cancha para apoyar al equipo. Gracias a un rebote que dio, pudo habilitar un gran pase que recibió de Rodrigo De Paul y, como si fuera un delantero nato, enganchó en el área para asistir a Di Maria, quien definió de forma certera para dar lugar al grito sagrado. “El Cuti es, y la mayoría lo tiene, ese potrero que hay veces que no lo podes contar y nos da sus frutos en un montón de ocasiones”, elogió más tarde Lionel Scaloni.