Martín Karadagián, el primer titán: la historia detrás del creador de un éxito

El luchador y promotor armenio fue el pionero en varias ramas de la lucha libre que ahora son troncales. ¿Qué lo llevó a desarrollar sus ideas? Su hija y expertos en la lucha libre reflexionan al respecto. 

01 de julio, 2023 | 00.05

Martín Karadagián es el antes y después de la lucha libre. No sería exagerado afirmar que en Argentina tuvo un impacto similar a The Beatles en Inglaterra. El parecido surge de que fue el primero que realizó innovaciones en su rubro que más tarde se convertirían en la norma a seguir en el resto del mundo. Antes del armenio, el pancracio en Argentina era el “catch as catch can” proveniente de Europa del Este que atraía a un público adulto en el Luna Park. Sin embargo, cuando el ideólogo de Titanes en el Ring pudo plasmar sus ideas en el cuadrilátero, la lucha alcanzó en tierras rioplatenses una popularidad que hasta el día de hoy no fue igualada.

El éxito de Titanes en el Ring se debe, en gran parte, a que muchas de las ideas implementadas por Karadagián no habían sido vistas hasta ese momento. Por ejemplo, cuando La Momia entraba al cuadrilátero y por los parlantes sonaba “luchador sordo mudo, es más fuerte que el acero, es el paladín de la justicia”, la gente escuchaba una canción personalizada para un luchador, algo que en ninguna parte del mundo ocurría. “Karadagián fue pionero en varios aspectos, uno de ellos fue el usar temas musicales personalizados. Algo que hoy damos por sentado, pero que en su momento era único. Después de él, fue New Japan la que comenzó a editar discos con temas musicales para sus luchadores”, explicó Ernesto Ocampo, historiador y editor de la revista mexicana Súper Luchas.

Antes de Karadagián, el gran promotor en el Luna Park fue Ivan Zelezniak, el Hombre Montaña. Su estilo era similar al que se veía en otros estadios del mundo: Luchadores con vestimenta simple que pasaban casi toda la lucha al ras de la lona tratando de someter al rival con sus conocimientos de lucha olímpica. Sin embargo, a finales de los 50 esa perspectiva comenzó a aburrir a los espectadores, y Karadagián, que estaba convencido de que el futuro de la lucha estaba en la televisión y en la implementación de personajes, salvó a la lucha argentina con un exitoso combate contra El Capitán Piluso. A partir de ese momento, los colores y los excéntricos vestuarios dominaron la lucha. 

“Papá trató de meter toda la parte artística para hacerse odiar, con su metro sesenta y cinco de altura, y poder llegar a ser una figura. Empezó a agitar a la gente y a tomar partido al hacerse odiar con cosas que iba haciendo, aprovechando lo histriónico que él era”, rememora Paulina, hija de Martín y la encargada de llevar hoy en día la batuta de Titanes en el Ring. En un viaje a Estados Unidos, Karadagián quedó fascinado por la televisación de la lucha libre, y es ahí cuando surge cual semilla la idea de convertir al deporte en Argentina en un espectáculo de consumo masivo. “Él dijo esto’ yo quiero que se vea en la tele’. Quería salir del público de nicho”, explicó Paulina 

Y su plan lo logró a través de la caracterización de personajes históricos. Desde La Momia, Caballero Rojo, el Indio Comanche, Gengis Khan y muchos más,  Karadagián privilegió el personaje al luchador, algo que todavía no era del todo popular en otras empresas como la estadounidense WWE (en ese entonces WWWF) o la mexicana CMLL. En ese sentido, Ernesto Ocampo reconoció que el aspecto innovador de Karadagián fue “darles personajes a los luchadores sabiendo que era más importante el personaje que el luchador mismo. Aunque desde el siglo XIX ya había en la lucha profesional francesa personajes para los atletas, el estilo de Karadagián era similar a lo que después hizo Vince McMahon (dueño de WWE): Prestarles personajes, mismos que debían dejar si se iban de la empresa”.

Karadagián no sólo sabía crear personajes, sino que también era un maestro en idear misterio para atrapar al espectador y generar interés. Es bien conocida la historia del hombre de la barra de hielo, que pasaba por detrás del ring y su presencia se convirtió en toda una incógnita para los aficionados. También la identidad de La Momia y La Momia Negra, dos de los personajes más importantes de la promotora es un motivo de debate hasta el día de hoy. Se dice que Jorge Porcel, cuando Perón iba a regresar a Ezeiza,  aseguró que al momento de regresar el ex presidente, si se daba la casualidad de que La Momia revelara su identidad, la mitad del país iba a querer saber quién se escondía bajo la máscara del personaje.

“Papá era un gran observador de la gente .Él se daba cuenta para qué podía servir tal o cual luchador. Se inspiraba mucho de la vida y de sus pálpitos, él más que nada tenía un olfato, una intuición sagrada diría yo”, reflexionó Paulina sobre las habilidades creativas de su padre. “Hay una anécdota muy conocida en donde, por ejemplo, él no descansó hasta conseguir un caballo como Rocinante. Uno dice bueno Rocinante como era blanco sí, pero no era solamente era un caballo blanco, Cervantes lo describe a Rocinante como un caballo escuálido flaco, y papá lo terminó rescatando de un matadero porque lo iban a sacrificar a ese caballo. Así es como era él. No era un proceso creativo lineal. era algo que se le metía en la cabeza”, narró la promotora.

Para hacerle honor a lo innovador que fue Titanes en el Ring en su momento, Paulina adapta la idea de su padre en un programa que se transmite los domingos a las 18hs y 22hs por el canal América Sports de Flow. Y si bien la lucha libre es distinta a la época en la que brillaba bajo la batuta de su padre, Paulina reconoció que, junto a Billie Jean, director técnico de la empresa, “a veces estamos como empantanados en cuanto a qué pasos seguir nos sentamos y la pregunta es bueno, qué hubiera hecho papá y la verdad que la respuesta está ahí a la vista, él era de hacer unas promociones muy locas”.

A más de treinta años de su fallecimiento, las ideas locas de Karadagián todavía siguen vigentes. Cada luchador exitoso como Hulk Hogan o La Roca tiene su propia canción en Estados Unidos, y en México los árbitros malvados hacen rabiar todos los domingos a los fanáticos. “Hay que mencionar a William Boo, el réferi rudo. Después de él, en México surgió como réferi rudo el Gran Davis; después El Tirantes, y hasta la fecha es un recurso básico en AAA y en empresas independientes”, detalló Ocampo sobre el legado del promotor más importante en la historia argentina.