Una parodia del famoso fresco de Leonardo Da Vinci "La última cena" con drag queens en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París desató la furia de la Iglesia católica y los políticos de extrema derecha, mientras sus partidarios alabaron el mensaje de tolerancia.
La ceremonia sin precedentes en el río Sena, que atrajo a millones de telespectadores de todo el mundo, incluyó un retablo que celebraba la vibrante vida nocturna de la capital francesa y su reputación como lugar de tolerancia, placer y subversión.
Recreaba la famosa escena bíblica de Jesucristo y sus doce apóstoles compartiendo una última cena antes de la crucifixión, pero con un grupo de drag queens, una modelo transexual y un cantante desnudo disfrazado del dios griego del vino Dioniso.
MÁS INFO
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
La Iglesia católica francesa criticó el segmento.
"Desgraciadamente, esta ceremonia ha incluido escenas de escarnio y burla del cristianismo, que deploramos profundamente", dijo la Conferencia Episcopal Francesa en un comunicado.
Políticos de extrema derecha de Francia y otros países expresaron su repulsa en las redes sociales.
"A todos los cristianos del mundo que están viendo la ceremonia de #París2024 y se han sentido insultados por esta parodia drag queen de la Última Cena, sepan que no es Francia la que habla, sino una minoría de izquierda dispuesta a cualquier provocación", dijo la política de extrema derecha Marion Marechal en una publicación en X.
El multimillonario estadounidense Elon Musk, que cimentó su giro hacia la política de derecha apoyando a Donald Trump a principios de este mes, dijo que era "extremadamente irrespetuoso con los cristianos".
Francia, aunque orgullosa de su rica herencia católica, también tiene una larga tradición de laicismo y anticlericalismo. La blasfemia no sólo es legal, sino que muchos la consideran un pilar esencial de la libertad de expresión en una sociedad democrática.
"En Francia, la gente es libre de amar como quiera, es libre de amar a quien quiera, es libre de creer o no creer", dijo el sábado a la prensa Thomas Jolly, director artístico de la ceremonia, al ser preguntado por las críticas.
Uno de los protagonistas de la escena, la defendió.
"No sería divertido si no hubiera polémica. ¿No sería aburrido si todo el mundo estuviera de acuerdo en este planeta?" dijo Philippe Katerine, el hombre desnudo de azul de la escena, a BFM TV un día después del espectáculo.
(Reportajes de Michel Rose y Julien Pretot en París y Giselda Vagnoni en Roma, edición en español de Daniela Desantis)