Las bombas y las sirenas aún resuenan en su cabeza. La cruenta guerra de los Balcanes transcurrida durante la década de los 90' dejó, además de 130.000 muertos, secuelas entre los que la vivieron de cerca. Nikola Jokic no pudo escapar de ellas y tampoco de los recuerdos, aunque era un niño y vivía junto a su familia en Sambor, un pueblito bien al norte de Serbia que fue sacudido por el conflicto. Hoy, 27 años después, el "Joker" es una de las máximas estrellas de la NBA y no solo eso: tras llegar como un completo desconocido, algunas temporadas le alcanzaron para firmar el contrato más alto en la historia de la competencia basquetbolìstica más importante del mundo.
Si la vida se encargó de mostrarle la parte más dura, Jokic se convirtió en el autor de su propio destino. Elegido en el pick 41 de los Denver Nuggets en 2014 sin demasiadas expectativas por sus facilidad a subir de peso y el bajo rigor dedicado a los entrenamientos, la noticia sobre su renovación brindada por Adrian Wojnarowski de ESPN, una especie de gurú revelador de verdades, movió los cimientos de una NBA a la que, en realidad, ya nada puede sorprenderle. El pivot de 2,13 metros firmó la extensión del vínculo con la franquicia de Colorado por 264 millones de dólares y cinco años, lo que hasta hace algunos años parecía una quimera por el bajo vuelo que le proyectaba su club al llegar. Jokic terminará cobrando casi el doble en relación a la última temporada.
Probó con el fútbol, pero se dio cuenta que la habilidad la tenía en sus manos y su cabeza. El waterpolo conjugaba algo de ambas cualidades, pero no podía moverse como deseaba. En la escuela iba todo bien, salvo en educación física, donde ya daba señales de que su cuerpo robusto y su adicción a la coca-cola no eran una casualidad. Pero el talento no discrimina tamaños físicos, o quiza sí y hasta puede potenciar cualidades. Empezó a jugar al básquet, en la posición de pivot porque reconoció que allí no debería moverse mucho y con pases lujosos alcanzaba para sobresalir. Esos mismos pases, ya con un par de kilos menos y con otra disciplina hacia el cuidado de su cuerpo, son los que le permitieron rubricar el contrato que comenzará con 32 millones anuales y podría terminar en más 60 millones para la temporada 27/28.
El sulky y el establo, las pasiones de un chico de campo que si no hubiera sido por su habilidad para el manejo del balón pasaría todos sus días arriba de un caballo, como también expresó al año de haber arribado a la NBA. Los días con la camiseta 15 de los Nuggets fueron y son casi iguales de felices, según confesó al final de la 21/22, en la que su equipo quedó eliminado en la primera ronda de la Conferencia Oeste ante una de las franquicias más importantes de la década, los actuales Golden State Warriors. En la 22/23, Nikola irá por su tercer MVP consecutivo, tras los que logró en la 20/21 y 21/22, haciendo sonar él las sirenas del Pepsi Center de Denver, que de chico fueron pesadilla y hoy son ilusión.