La reina Isabel II murió y a muchos fanáticos del fútbol les volvió el recuerdo de lo ocurrido con la Selección Argentina en los cuartos de final del Mundial de Inglaterra 1966. Era una tarde del 23 de julio de 1966 cuando el viejo y mítico estadio de Wembley (Londes) rebalsaba de espectadores, en su gran mayoría locales.
Si bien aún faltaban 22 años para la inexplicable Guerra de Malvinas de 1982, la rivalidad con los británicos ya comenzaba a palparse. Aquel día no fue un partido más: se trató nada menos que de un encuentro decisivo de la Copa del Mundo y el palco de la era toda una novedad. Sin embargo, el gran protagonista de aquella jornada histórica fue Antonio Rattín, quien humilló a la monarquía del Reino Unido ante la mirada de decenas de miles de personas.
Hasta el minuto 36 del primer tiempo, el choque entre Argentina e Inglaterra era equilibrado y marchaba 0-0. Sin embargo, un hecho inesperado sorprendió a incluso a las cámaras de televisión, que apuntaban al recorrido de la pelota. De manera brusca y por una razón particular, los flashes se posaron en el ídolo de Boca, capitán del seleccionado que en aquel entonces dirigía Juan Carlos "El Toto" Lorenzo.
"¿Qué pasó?, ¿qué hizo?", se preguntaron los televidentes que estaban mirando atentamente el desarrollo del cotejo. El árbitro alemán Rudolf Kreitlein alzaba su mano hacia afuera del escenario: Rattín había sido expulsado. Sin embargo, el entonces mediocampista de 29 años se negó a salir y discutió con el árbitro durante más de diez minutos.
Como el jugador de "La Albiceleste" no comprendía el motivo de la tarjeta roja, no quería abandonar el campo de juego como indicaba el reglamento. Como consecuencia, un traductor ingresó para hacer de mediador entre el jugador y el juez. Encima, un grupo de policías también se atrevió a pisar el césped para evitar cualquier posible disturbio.
A pura bronca y resignación entre los jugadores argentinos, Rattín estaba consternado por la decisión y había explotado automáticamente. Al final, no le quedó otra opción que abandonar el terreno acompañado por Ken Aston, miembro del Comité Arbitral del máximo certamen. En su largo, aunque lento, camino hacia los vestuarios, el volante pasó cerca de un corner. Al notar que había un banderín con un distintivo de Gran Bretaña, la tomó con un poco de desprecio y se marchó. La respuesta del público inglés no demoró en aparecer: silbidos y abucheos. De pronto, y luego de que se reanudara el partido, los espectadores comenzaron a cantar al unísono, repletos de furia por la insólita reacción del argentino: "¡Off!, ¡off!, ¡off!".
Sin embargo, el show continuó a medida que el combinado nacional sufría por jugar en inferioridad númerica y de visitante. Fue entonces cuando Rattín buscó un lugar para sentarse y seguir atentamente el enfrentamiento, que tenía un clima muy caldeado. De repente, vio una alfombra roja: era el palco de la reina Isabel II y también su mejor oportunidad para concretar su venganza por la injusta expulsión.
Consciente de que había muchos espectadores ingleses observando, el entonces futbolista de Boca se sentó en la alfombra roja del palco de la Reina. Esta última no estaba presente, pero la acción significó una falta de respeto según los ingleses, quienes no dejaron de insultarlo y de arrojarle latas de cerveza y hasta helados para agredirlo. Pasados unos cinco minutos, y ante el ataque recibido por las tribunas inglesas, se fue a seguir el partido desde una pequeña ventana del vestuario.
La bronca se triplicaría con el correr del tiempo, ya que a los 22 minutos del segundo tiempo, Geoff Hurst convertiría el 1-0 definitivo con un cabezazo que descolocó al arquero Antonio Roma. Invadido por la impotencia, Rattín jamás pudo olvidar aquella jornada que daría inicio hacia la histórica rivalidad que hoy hay entre argentinos e ingleses.
Luego del encuentro escandaloso, el técnico británico Alf Ramsey dialogó con la prensa y protagonizó una frase histórica y muy polémica: "Los argentinos jugaron como animales". Pese a que hubo versiones de que durante el duelo hubo gritos del público hacia los jugadores como "¡animals!, ¡animals!, ¡animals!", lo cierto es que dicha definición surgió a partir del testimonio del entrenador.
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Tras la ajustada derrota, los futbolistas regresaron a sus casas y fueron recibidos de grata manera por una multitud de hinchas. Fue entonces cuando Rattín, expulsado en aquel polémico encuentro, dio la cara y manifestó su repudio por el accionar del árbitro: "Lo que hicieron con nosotros fue una canallada. No te lo digo ahora porque terminó esto sino que el pueblo inglés, en las calles, nos decían que lo que habían hecho con nosotros era una vergüenza para ellos". "Lo único bueno es que nosotros tenemos la consciencia tranquila. Nosotros luchamos y nos brindamos. Ellos no sé cómo estarán con su consciencia. Ellos sabrán", insistió "La Rata".
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Después de la roja al volante, Aston tuvo la idea de crear un sistema de tarjetas amarilla y roja para que el árbitro pueda informar, de manera eficaz y sencilla, cuándo un jugador era advertido y también penalizado rigurosamente. Precisamente en el Mundial de México '70 se estrenaron las tarjetas, por lo que la expulsión del "Rata" significó una bisagra en la historia de las Copas del Mundo. Desde aquel entonces, los árbitros se manejan con este tipo de modelo de penalizaciones y no se ha modificado durante más de 50 años.