Canadá ya había hecho historia llegando al hexagonal final de CONCACAF para intentar clasificar al mundial. Para una nación donde el fútbol no es prioridad ni el principal deporte, incluso, podría parecer hasta suficiente. Pero John Herdman, el entrenador de la selección, quería ir por más. Y sabía que sus jugadores necesitaban también convencerse de eso. Por eso tras ese éxito fue a la redacción de Toronto Star e hizo que le imprimieran una tapa de diario con fecha de marzo de 2022. Y la noticia de tapa sería el festejo de los futbolistas canadienses luego de clasificar al mundial por segunda vez en su historia. Herdman se las entregó en la siguiente convocatoria para que visualicen ese momento histórico. El resto, como dicen, es historia. La figura de Herdman va más allá de estas anécdotas, pero simboliza un aspecto clave: es el arquitecto de una selección donde el grupo está por sobre todo y es más que la suma de las partes. Y de eso es el principal responsable.
La historia de John Herdman con Canadá comienza mucho antes que su asunción como entrenador de la selección masculina en 2018. Los siete años anteriores había dirigido a la selección femenina, con excelentes resultados: dos medallas de bronce en los juegos olímpicos, cuartos de final en el Mundial que se jugó en suelo canadiense en 2015 y una clasificación encaminada para Francia 2019. También obtuvo una medalla dorada en los Juegos Panamericanos de 2011. Nacido en el pueblo de Consett, en Inglaterra, en 1975, Herdman nunca jugó fútbol de manera profesional y siempre se dedicó a la dirección técnica. Es, hasta hoy, el único técnico en clasificar a una selección a un mundial en sus dos versiones: masculina y femenina Su única experiencia previa anterior era haber dirigido la selección femenina de Nueva Zelanda de 2006 a 2011, país al que había llegado para un programa de educación para entrenadores.Y su salto al fútbol masculino no estuvo exento de polémicas.
Primero, por cómo manejó esa situación con las jugadoras a las que dirigía, enterándose ellas por el anuncio oficial de manera sorpresiva. Pero también el periodismo deportivo canadiense criticaba su falta de experiencia en el fútbol masculino. Vale decir también que en ese momento, nadie realmente pensaba que Canadá tenía alguna chance real de llegar a dónde está ahora: el plantel estaba dividido, con pocas estrellas de renombre y Alphonso Davies recién culminaba su paso al Bayern Munich con la incógnita (luego develada) de si iba a ganarse su lugar en el gigante alemán. Herdman tomó una selección con magros resultados a nivel continental (Canadá sólo ganó dos Copas de Oro en 1985 y en el 2000) y con casi nulas chances de aspirar a clasificar al mundial, muy por detrás de selecciones mas fuertes en CONCACAF como Costa Rica, Honduras o Jamaica, y a un abismo de distancia de las dos gigantes de dicha confederación: México y Estados Unidos. El plantel estaba peleado, con problemas internos, y jugar en la selección para los futbolistas equivalía a dos semanas de vacaciones con algún partido de fútbol entre medio. Las expectativas no eran alentadoras, pero por otro lado, no había nada que perder. Y Herdman se basó en eso.
Su trabajo desde el primer día se focalizó en dos aspectos: crear un grupo unido que esté dispuesto a dejarlo todo por el otro y darles la confianza necesaria de que eran un buen grupo de jugadores de fútbol que podía aspirar a clasificar a un Mundial por segunda vez en la historia de su país (la única vez que Canadá logró jugar la máxima cita del fútbol fue en 1986). Lo primero, mejorar el clima en el vestuario, no era fácil. Herdman comentó en rueda de prensa que la primera vez que entrenó al plantel tuvo dos peleas de puños fuertes entre futbolistas, y el ambiente no era el mejor. Para eso se ganó la confianza de los líderes del equipo, capitaneados por el histórico Atiba Hutchinson, quien con 39 años jugará su primer mundial para luego retirarse. Hutchinson cumplía los requisitos: un jugador con historia en la selección, ascendencia en ciertos jugadores del plantel y además sentía en primera persona las frustraciones de los reiterados fracasos de la selección. Detrás de él se encolumnaron los demás jugadores y, con algún recambio de nombres posterior, se terminó formando el grupo que conocemos hoy.
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A sus dotes como armador de grupo Herdman le suma una habilidad motivacional excepcional. Sus métodos no solo se limitan a discursos en la previa de los partidos o palabras de aliento, algo en lo que, concuerdan sus jugadores, se destaca. Siempre va un paso más allá. Por ejemplo, sumando al ejemplo de la falsa tapa de diario, Herdman hizo blandir una espada que en la empuñadura decía Qatar 2022 y una frase en latín: Nihil timendum est. No hay que temer a nada. Lo que parece anecdótico revela algo más profundo: para Herdman el gran poder de convencimiento está en la visualización. Si él logra hacer que sus jugadores puedan recrear en sus mentes aquello que él les quiere comunicar, sabe que gran parte del trabajo está hecho.
Aún así, la revolución de Herdman va más allá de la motivación: también es táctica. “Nuestra visión es la de ser el equipo más organizado y adaptable en CONCACAF” dijo en una entrevista. Y cumplió. La selección canadiense es un equipo que puede jugar con varios esquemas: Desde un 4-3-3 tradicional hasta un 5-2-3 con carrileros pasando al ataque o defendiendo, según lo pida el partido. Los jugadores son versátiles y no tienen problemas en cambiar de posición. Todos juegan por algo mayor que su rendimiento individual, y ese es el mayor mérito de Herdman: hacer que los jugadores en la élite se sacrifiquen por el equipo (caso Davies, Jonathan David o Stephen Eustaquio del Porto) y que los seleccionados de menor jerarquía aumenten su rendimiento. Si pensamos que este equipo depende en ataque de Alphonso Davies nos equivocamos: su mejor momento en CONCACAF, donde terminó de asegurarse la clasificación en el hexagonal final terminando en el primer lugar, lo hizo sin su astro que en ese momento padecía una miocarditis. Canadá es más que la suma de sus partes, y en un fútbol de selección donde el tiempo de trabajo no abunda, es un gran mérito y puede ser el factor sorpresa en el mundial.
Pero si esta imagen de Herdman parece mostrar un entrenador casi calcado de la serie de Ted Lasso, sin un ápice de picardía futbolera o incluso malicia, nos estaríamos haciendo la imagen equivocada. Herdman es, ante todo, un técnico ganador. Y no tiene problemas en exigir al máximo a sus futbolistas, al punto incluso de tensar las relaciones al máximo. O buscar cualquier ventaja mínima en el fútboll, atento a todo, como Carlos Bilardo. Al punto tal de llevar los partidos de su selección a las locaciones donde más frío puede hacer para hacerle sentir esa diferencia al resto de los equipos en CONCACAF. Así lo hizo para el partido clave ante Estados Unidos en esta eliminatoria, en Enero de este año, donde hizo jugar el partido en el Estadio Tim Hortons, en Hamilton. No sólo lo hizo por la temperatura, donde ese día de temperatura máxima hubo -2 grados bajo cero. También porque el césped en ese estadio era artificial y era a lo que estaban acostumbrados sus jugadores. Tomó esta idea de sus tiempos como entrenador femenino, donde Canadá le ganó 1-0 a Inglaterra en ese mismo estadio. ¿Resultado? Derrotaron a la selección estadounidense por 2 a 0.
Cuando Canadá haga su debut ante Bélgica en el mundial, los ojos se posarán sobre figuras como De Bruyne o la disponibilidad o no de Romelu Lukaku. Pero Herdman ya está jugando ese partido en su cabeza desde que supo que era el debut, y que el resto del mundo piense en su selección como una especie de cenicienta no hace mas que darle herramientas para motivar a sus jugadores a dar la sorpresa final. Si será posible o no dependerá ya luego de los futbolistas cuando comience a rodar la pelota.