La Selección, un equipo que evolucionó a pura necesidad

Scaloni metió mano y logró destrabar lo que parecía un Mundial complicado. ¿Cómo hizo para encontrar el equipo en plena competencia?

13 de diciembre, 2022 | 00.13

El Mundial de Qatar 2022 entregó, a lo largo del torneo, múltiples estrategias por parte de los entrenadores y selecciones. Los planteos tácticos volvieron a ser variados y allí cada equipo dejó entrever sus mejores características para llegar los más lejos posible. Desde que comenzó la Copa del Mundo, Lionel Scaloni replicó la idea: transformar sus esquemas. 

Con la misma vara que usó en los días previos del Mundial, Lionel Scaloni -a lo largo del torneo- mostró que fue capaz de mantener un ideal: en las buenas y en las malas, siempre juega el que mejor está. Eso, desde ya, tiene a Lionel Messi como única excepción. Con un plástico cambio de esquema que pasó desde el 5-3-2 al 4-3-3 y que, por qué no, podría desembocar en un 4-4-2 ante Croacia, la sensación que brindó el cuerpo técnico es que, de entrada, los partidos están analizados y cada ficha que se coloca tiene una razón de ser. 

Lejos en el tiempo parecen haber quedado las dos decisiones más difíciles que tomó Lionel Scaloni en todo este mes. El adiós a Nicolás González y Joaquín Correa en la previa del torneo fue, sin dudas, uno de los golpes más duros en la Selección a lo largo de este viaje por Medio Oriente. El jugador de la Fiorentina, incluso, ante estos cambios de esquema que se están dando en el equipo desde la derrota con Arabia Saudita aparece en una constante charla. La pregunta: ¿Quién otro puede hacer el trabajo que hace Ángel Di María a nivel defensivo?

La "banda" como lo que hacía el "ocho" o el "once" antiguo recae, indudablemente, en Nicolás González que, ante su ausencia, aparece como un jugador necesario. Sin embargo, más allá de esa falta y de que sabía de lo que significaba esa ausencia, Lionel Scaloni le dio de baja: solo jugadores en excelentes condiciones. Otra de las decisiones de peso se dio ya arrancado el Mundial. Parece lejano aquel cachetazo que recibió la Selección ante Arabia Saudita, pero de un partido para el otro, en menos de cuatro días, el entrenador tomó la misma decisión que adoptó Carlos Salvador Bilardo en 1990. 

 

De un plumazo sacó a "los titulares" y cambió el equipo. Aparecieron Montiel por Nahuel Molina, "Licha" Martínez por Romero, Acuña por Nicolás Tagliafico, Guido Rodríguez por Paredes y Enzo Fernández por Alejandro Gómez. Esas modificaciones sirvieron para despabilar aunque no todos esos cambios llegaron para quedarse.  El equipo argentino, lejos de ser dogmático, volvió a encontrar cambios nombres por nombres y jugador por jugador: no se encerró en una versión.

Entre los cambios también apareció Julián Álvarez que, como contó Camila Gómez Ares en sus respectivas columnas, no solo hace un trabajo ofensivo. Sino que, ante la ausencia de Ángel Di María, se convirtió en un futbolista clave por su sacrificio en la presión. Desde ya, no es la función principal de un delantero, pero es clave en el conjunto de la presión. 

Bajo estas ideas y con estos conceptos, Lionel Scaloni logró transformar ese mediocampo ideal suyo en el que cortaba y salía rápido a buscar otro tipo de juego que incluye: dinámica y soltura para que sus internos lleguen lejos. Eso fue lo que le entregó, por ejemplo, Enzo Fernández y Alexis Mac Allister. En toda esta transformación y en la necesidad de buscar refrescar al equipo es donde se vio la mano del entrenador. Que, durante el Mundial, hizo algo más que meritorio: asimiló un golpe y lo convirtió en un equipo sólido. Salga como salga.