El coqueto barrio de Devoto, la Av Cantilo más precisamente, una vez más volvió a llenarse en la Final del Mundial que coronó a Messi como el mejor de planeta y finalmente le confirmó (si es que le faltaba algo, como algunos osaban esbozar) un asiento al lado de Diego Maradona. A la buena cantidad de público que se acercó a la histórica casa de Don Diego y La Tota se sumaron no solo cientos de personas sino los propios padres de Diego que siguieron todo desde el cielo.
En la celebración, que fue creciendo con el correr de los minutos luego de que Messi levantara la ansiada Copa del Mundo (si, la tercera), no faltó ninguno de los hitazos que soñaron durante todo el año. Bombos, trompetas y hasta los grandes tachos de basura verde sirvieron para sumarle calor y color a una tarde histórica.
Por otra parte, a solo unas pocas cuadras, en la legendaria esquina de Segurola y Habana (rebautizada “Diego y Maradona”) un santuario con botines, caretas de Messi y Dibu Martínez y todo tipo de fotos de Diego aguardaba a todo aquel que quisiera acercarse. ¿La banda sonora? “La mano de Dios” de Rodrigo desde un auto estacionado en la esquina, emocionando a cada vehículo que pasaba, que tocaba la bocina y hacía cuanto ruido podía.
Esta vez Diego no lo vio en su histórico 7mo piso sino como reza la canción que se volvió mantra en el último tiempo: “Y al Diego, en el cielo lo podemos ver / con Don Diego y con La Tota alentándolo a Lionel”.
Pero la soledad en Segurola y Habana duro solo un ratito: apenas Leo levantó la copa, la legendaria esquina empezó a llenarse de a poco con más bombos y trompetas. Obviamente, el recuerdo a brasileños e ingleses tampoco faltó con el “el que no salta es un inglés” y el “Brasil decime qué se siente” que tan famoso se hizo en el 2014. Aquella final que tanto dolió pero que también sirvió de combustible para este logro histórico.
“No podíamos ser campeones con tranquilidad, había que sufrirlo para disfrutarlo así”, contó emocionado Marcos, un chico de solo 12 años, vecino del barrio y con la camiseta de Messi en la espalda, que poco y nada recuerda de aquella dolorosa final perdida en Brasil. Casi sin terminar la frase, Marcos desapareció en medio de la multitud para entonar el nuevo himno, aunque afortunadamente no debió llorar “tantos años” como le sucedió a muchos.
Todo lo contrario de Mario, que vio a Maradona levantar la copa en el 86 y le vino a agradecer a la leyenda por esta nueva conquista desde la zona sur del Conurbano bonaerense: “Diego no estará en cuerpo, pero ayudó una vez más desde arriba y no nos lo vamos a olvidar nunca”.
Villa Devoto, la patria adoptiva de Diego Maradona y su familia, no sólo festejó sino que también recordó a uno de los iconos más grandes de su historia, como hizo prácticamente y todo el país. Un Mundial que de tan sufrido pudo ser festejado como solo este pueblo se merece, junto a algunos de sus símbolos más importantes: la bandera, Lionel Messi y el Diego.