A falta de menos de una semana para la Copa del Mundo, las decisiones se hacen cada vez más difíciles, pero hay que tomarlas. Después del partido ante Emiratos Árabes Unidos, Lionel Scaloni lanzó un reto. "Son grandecitos", tiró al aire y dejó un extraño sabor luego de una goleada en la que todo parecía festivo. Un día después, el entrenador eligió.
Más allá de lo futbolístico, una de las grandes virtudes que se le suelen destacar a esta Selección Argentina es la conformación del grupo y de la "buena onda" que hay entre los jugadores. Las imágenes de los recién llegados a Doha, los abrazos, los saludos y las risas dan esa sensación, como también los cruces en redes sociales. La construcción de un grupo positivo, casi de amigos, con el que "todos quieren estar", como dijeron en reiteradas ocasiones el Papu Gómez, Rodrigo De Paul o Ángel Di María, entre otros, fue fundamental. Esa alegría contagiosa -más el buen juego- le dio origen además a "La Scaloneta", ese apodo del equipo que se convirtió en un símbolo de un equipo divertido, ganador -por supuesto- pero comprador con el público.
La simbiosis entre buenos resultados, un grupo de jugadores llamativos y cercanos, junto con la aceptación que tuvo el equipo luego de varias críticas del periodismo hizo cercana esa relación. Pero, si bien es importante, un torneo no se gana con buena onda. Ya lo demostró dos veces: en la Copa América 2021 y en la Finalissima, esta es la tercera.
En las últimas horas, Lionel Scaloni puso los puntos sobre las íes. El grupo, que ya estaba conformado, recibió dos cimbronazos en menos de tres horas. El entrenador desafectó a dos futbolistas que ya se imaginaban en el Mundial. Un golpe duro para cualquier jugador y para sus compañeros. La concentración, por supuesto, vivió un momento difícil. El adiós fue, además, para dos hombres que él mismo forjó dentro de la Selección y por los que él mismo apostó: Nicolás González, puro acierto de Scaloni, y Joaquín Correa, un delantero al que el entrenador le dio oportunidades aunque era resistido. Pero no importó.
La decisión del entrenador es el argumento principal para dejar de usar "La Scaloneta" como sinónimo del equipo. Muy lejos de quedarse con la idea de que el plantel es solo "un muy buen grupo" o, incluso, de sus propias apuestas con respecto los futbolistas que él mismo le dio oportunidades, Lionel Scaloni puso por encima el verdadero objetivo y lo realmente importante. El director técnico hizo notar, con tan solo dos elecciones, que lo principal es la Selección Argentina de Fútbol y que el mote que tanto gusta a veces hace perder de vista lo relevante. El grupo, los gustos propios o, incluso, lo que será (¿por qué no?) la desprolija llegada de algunos futbolistas a dos días de arrancar el torneo, no tienen demasiada importancia en comparación de los intereses del bien común. El movimiento, por encima de los nombres.
Una Selección que ganó dos títulos mundiales, quince Copas Américas, que entregó a los dos mejores jugadores de toda la historia, que es -siempre- referencia importante en las Copas del Mundo, que tiene dos o tres revoluciones futbolísticas a cuestas y que es una potencia a nivel mundial, merecía ir a la Copa del Mundo de Qatar 2022 con todos sus jugadores en la mejor manera posible. Sin fisuras. Lionel Scaloni lo entendió así y entregó un volantazo serio, a la altura de lo que la historia del equipo de todos requiere.