Las concesiones fueron varias. Desde modificar el casi inapelable calendario del fútbol europeo hasta la aceptación de jugar con un temperatura atroz. Con la ayuda de la FIFA, el Mundial de Qatar 2022 torció el sistema de competencia. En el medio, las denuncias de esclavitud, de muerte y de falta de condiciones de trabajo ya abren un signo de interrogación sobre el futuro.
La situación de esclavitud que viven los trabajadores que construyen la infraestructura necesaria para llevar adelante el Mundial de Qatar no tuvo mayor relevancia en los medios durante la última década. Sin embargo, las denuncias se repiten desde 2010, fecha en la que el país asiático fue elegido como sede mundialista. En las últimas semanas, después de años, la posibilidad de un boicot por parte de algunos países europeos empezó a girar. La puesta en escena de la Selección de Noruega, con su bestia Erling Haaland pidiendo por derechos humanos, las frase de los capitanes alemanes y otros equipos, por lo menos, pusieron luz al escenario. La situación puntual es que, según se estima, desde que comenzaron los preparativos para el Mundial de Qatar en 2010, ya murieron 6.500 trabajadores que fueron a construir infraestructura para la competencia.
Las construcciones que necesita una Copa del Mundo no son solamente estadios o concentraciones. La infraestructura necesaria va desde aeropuertos, rutas, hoteles y transportes públicos. Durante eta última década, Qatar se embarcó en este faraónico programa de construcción que incluyó hasta el levantamiento de una ciudad nueva: Lusail. En un informe de Amnistia Internacional publicado en 2016, la organización reveló que la mano de obra barata llegó de Nepal, India, Pakistán y Bangladesh. También hubo de Filipinas y Kenia.
La necesidad fue la situación especial que, las empresas que acercan personal aprovechan para lucrar. Decenas de empresas cobraban una comisión de entre 500 a 4300 dólares para, tan solo, conseguir trabajo. El mecanismo es así: un trabajador “invierte” ese dinero para poder ir a trabajar a Qatar, con visado incluido, y así tener un sueldo hasta recuperar la inversión y obtener ganancia. Los obreros quedan a la merced de sus empleadores.
En el mismo informe, Aministia Internacional reveló que los trabajadores, entre otras cosas, tienen confiscado el pasaporte y, además, para salir del país necesitan un permiso de la empresa que los contrata. Los trabajadores son llevados a “campamentos” para que, desde ahí, viajen a los lugares de construcción. A principios de marzo de 2021, el diario The Guardian amplió este informe y publicó que las clasificaciones de estas muertes en un 70% fueron consideradas como “naturales”. No obstante, la Organización Mundial del Trabajo había sacado un informe en el cuál contó cuáles eran las condiciones climáticas a la cual se enfrentaban los obreros. Entre ellos estaba el calor extremo.
Como contrapunto, la FIFA -que entre otras cosas ostenta la notable cifra de tener más afiliados que a su organización que la propia ONU- indicó que solo 37 fallecimientos están “conectadas” con la construcciones del estadio. No obstante, también las clasificaron como “fallecimientos no relacionados al trabajo”.
Ante estas situaciones, vale recordar que la elección de Qatar como futura sede de la Copa del Mundo fue el puntapié inicial para lo que significó la investigación del FIFA Gate. En ese escándalo, la principal investigación en Estados Unidos apuntó a que, por ejemplo, el mandamás argentino de la AFA en el momento de la elección de las sedes, Julio Humberto Grondona, recibió un soborno no solo para votar, sino también para operar a favor del país asiático. A menos de 600 días del Mundial, el primero en la historia que se jugará en noviembre, empiezan a aparecer las primeras presiones para que, por lo menos, se ponga en duda su realización.