Marcelo Méndez, en la previa del Mundial de Vóley: "Éxito no es ganar, sino que tu equipo juegue mejor día a día"

A pocos días de viajar a Europa para disputar el Mundial de Polonia y Eslovenia, Marcelo Méndez, entrenador del seleccionado argentino de vóley, habla de la conformación de un grupo, de qué significa el éxito en el alto rendimiento y lo que cuesta conseguir una estabilidad en el país a pesar de la histórica medalla obtenida en Tokio 2020: "Cuando salimos de gira, en el exterior hay mejores condiciones de trabajo de las que tenemos en Argentina".

25 de agosto, 2022 | 23.52

Marcelo Méndez llega a la cita con la misma tranquilidad con la que se lo ve y escucha durante los tiempos técnicos de un partido. "Me enojo en los entrenamientos y a veces en los partidos. Trato de controlarme, lo que necesita el jugador del tiempo técnico es ayuda. Ellos piden ayuda porque saben las cosas que están haciendo mal. Uno les tiene que decir cómo las puede mejorar o darles tranquilidad para que las mejoren. Trato de ir por ese lado o por ese camino: decir una frase, una palabra, algo que pueda ayudarlos a solucionar problemas", reconoce Méndez, entrenador de la Selección Argentina de Vóley, que obtuvo la medalla de Bronce en Tokio 2020, la segunda en la historia de la disciplina. Estudiante de Ingeniería Industrial y Ciencias Económicas por un año, descubrió que deseaba su futuro en el vóley cuando estudió y se recibió en Educación Física.

Con 58 años, tras una carrera que lo llevó a convertirse en el entrenador más ganador en la historia de Brasil con el Sada Cruceiro -39 títulos- y a días de viajar a Polonia a disputar el Mundial, Méndez habla de los cambios que no se generaron en el vóley argentino tras el logro en Japón, a qué aspectos le presta atención para conformar grupos, del foco puesto en el desarrollo de jugadores, de la constante búsqueda de un disciplina de trabajo para competir antes las potencias y sobre lo que significa el éxito. 

-¿Qué balance hiciste de la Nations League del equipo?

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-El nivel de la Nations League siempre es bueno, juegan los mejores equipos del mundo. Este año jugaron con casi todos sus jugadores, más en el último weekend. El balance para nosotros es positivo: le pudimos dar juego a los más jóvenes y creo que eso ayuda bastante a nuestro crecimiento. Jugadores que no habían tenido participación o que habían tenido participación mínima, mostraron que pueden estar y pertenecer a la selección adulta. 

-¿Cómo se conforma un grupo? ¿A qué le prestas atención al momento de hacerlo?

-Trato de individualizar a cada uno, saber qué necesita y qué quiere. Siempre moviéndonos en una línea de grupo. Somos diferentes, todos tenemos el mismo trato pero diferentes cosas de cómo enfocar el trabajo. Lo que tenemos que tener en común son los objetivos, tener en claro a dónde vamos. Tanto el cuerpo técnico y los jugadores tenemos que tener una meta clara y, de acuerdo a eso, vamos realizando nuestro trabajo sin desviarnos nunca de nuestro objetivo final. En esta Nations fue desarrollar jugadores ganando lo máximo posible. El año pasado, habíamos armado un grupo para ganar una medalla, ahora se armó un grupo para hacer crecer jugadores. Con ese mix de jugadores de experiencia y los jóvenes que vimos, vamos a tratar de encarar el Mundial.

-¿Cómo se hace para soñar después de haber logrado un sueño tan grande?

-En los papeles nadie nos daba como candidato a una medalla y la obtuvimos porque creímos en el objetivo y dimos lo mejor de nosotros en todo momento y lo logramos. Para seguir soñanado, hay que ir en busca de otro gran objetivo: tratar de clasificar a los próximos Juegos Olímpicos, tratar de obtener una buena posición en este Mundial. Y otra cosa que me motiva mucho es desarrollar jóvenes. Creo que uno de los secretos de los entrenadores es mejorar lo que uno tiene: mejorar a estos jóvenes junto con los de más experiencia, para que ellos lleguen a ser importantes en la Selección Argentina. 

-Cuando se alcanza un objetivo, suelen taparse los errores justificando el final. Luego de un tiempo del logro de Tokio. ¿Le cambiarías algo al proceso?

-Creo que no. Siempre trato de analizarme, corregirme y superarme. Creo que las cosas de Tokio se dieron como se tenían que dar. La elección de los jugadores se dio como se tenían que dar: creí agarrar el mejor momento de cada uno de los 12 jugadores que cité, creí en hacer un grupo para ganar. A veces no están siempre los mejores, sino el mejor grupo posible. Creamos ese grupo y dio resultado, podría haber sucedido lo contrario. 

-¿Qué crees que te pueden seguir dando los jugadores que obtuvieron la medalla? ¿Qué estrategias usas para que esos jugadores sigan manteniendo el fuego?

-Los que ya jugaron y tienen experiencia, uno de los objetivos de ellos es mantenerse en el alto nivel. Y lo que me parece fundamental es que ellos transmitan esa experiencia: debería ser un desafío muy grande para ellos transmitir la experiencia. Tienen un legado para transmitir en los jóvenes. Ya lo hablé con algunos y están de acuerdo. Hay que ponerlo en práctica. 

-En los partidos definitorios, ¿el equipo crece?

-Se junta y después crece. Antes de Tokio pasamos por muchas cosas: una Nations League con 9 jugadores, contagios en el medio, improvisar posiciones en el juego, no podíamos volver a Argentina por la situación del país. Estuvimos más de 90 días fuera de Argentina. Todo eso nos hizo más fuertes: hubo momentos en los que no nos podíamos ver, pero esas cosas nos hicieron más grandes como grupo. Porque siguió ese objetivo que era obtener una medalla en los Juegos y se dio todo para conseguirlo.

-¿Hay un gen en el deportista argentino que en las difíciles saca algo extra para sobreponerse?

-Este grupo sacó algo. En Nations League pasadas se perdían 14 partidos seguidos. Ahora pareciera que tenemos un poco más de espíritu de lucha y no nos dejamos caer tanto. Luchamos por lo que queremos, por nuestros objetivos. Hubo un momento que no estaba ese espíritu guerrero y ahora lo tenemos. Uno se motiva en ciertos momentos: en las finales, con un Juego Olímpico. Pero tenemos tenemos que jugar todo el tiempo, ser disciplinados en el trabajo, y cuando llega ese momento que uno se motiva más, va a estar preparado para ese momento. No podes estar en 0 y después super motivarte. Tenemos que estar siempre entre el 60 y el 80%, y después es más fácil llegar al 100. Creo una disciplina de trabajo, la impongo para que se efectúe en todos los partidos, vamos al máximo y después va a ser más fácil llegar al 100. Es algo que tratamos de cambiar desde que llegamos: en los entrenamientos vamos siempre al máximo, de buscar lo mejor. Después vemos si llegamos o no. Todo el equipo tiene que tener un mínimo, lo que hay que lograr es jugar mucho tiempo bien. Todos los equipos juegan 10 o 15 minutos bien, yo quiero jugar dos horas y media bien. Todo el partido y el campeonato. Ese es el objetivo que tratamos de plantear y de imponer. 


 

El 7 de agosto de 2021, Argentina venció a Brasil 3-2 por el tercer y cuarto puesto de Los Juegos Olímpicos en tierras japonesas. El grito, que había estado atragantado durante 34 años, tras lo que fue la gesta de Seúl 88, con Hugo Conte, Waldo Kantor, Esteban Martínez, Daniel Castellani y compañía, finalmente estallaba, otra vez, en Asia. A un año de la consagración, Méndez detalla cómo es el presente del seleccionado que, a pesar de haber entrado en la elite de la comptencia, aún deben lidiar con fallas en la estructura.

-Pasó un año desde Tokio, ¿Qué cosas te hubieran gustado que pasaran en el vóley argentino y no ocurrieron?

-Entre lo bueno, pongo el reconocimiento de la gente en la calle: antes de eso éramos anónimos y ahora nos reconocen. Es algo bueno que reconozcan al deporte más que la individualidad. Y, además, se incrementó la masa de jugadores en los clubes entre un 30 y 40%, algo que es muy importante. Lo negativo es que no lo aprovechamos como deberíamos haberlo aprovechado: la selección sigue vagando de un lado a otro para poder entrenar. No tenemos un centro de entrenamiento, a esta altura ya deberíamos haber superado eso y tener una estructura donde poder trabajar. Donde tengamos identificación con el lugar donde trabajamos, no ir de un lugar para otro. Nos falta nuestro lugar, nuestra oficina de reuniones que no la tenemos en ningún lugar. Entrenamos mejor cuando nos vamos del país que cuando estamos acá. Eso me da tristeza. Cuando salimos de gira, tenemos mejores condiciones de trabajo de las que tenemos en Argentina. Hay que instaurar una política deportiva. A la mañana entrenamos en la provincia de Buenos Aires (Galicia) y a la tarde en Ciudad de Buenos Aires. Nos la pasamos más tiempo viajando que pensando en lo que tenemos que hacer. Nos falta ese centro de entrenamiento. 

-¿Qué sugerís que tiene que pasar para que Argentina no espere más de 30 años para conseguir una medalla?

-Es difícil. No cambia nada. Las estructuras no cambian, los dirigentes son los mismos. Yo mismo me dediqué a buscar lugares para que pudiéramos entrenar y no lo pudimos lograr junto con el manager y el Staff. Conseguimos lugares provisorios, que son muy buenos pero no son nuestra casa. 

-¿Por qué crees que los seleccionados juveniles obtienen buenos resultados pero al pasar a mayores cuesta la transición?

-Los jóvenes en Argentina tienen una cantidad de partidos que no la tienen en ningún país del mundo: alrededor de 50 partidos de buen nivel para categoría. Entonces, los jóvenes juegan muy bien. Lo que pasa es que, a medida que van pasando los años y llegan a la selección adulta, hay diferencias sustancialmente grandes en cuanto a lo físico con los otros países. Ahí nos superan físicamente y se les hace más fácil a los otros realizar este deporte. Nosotros, para competir con las potencias y estar siempre al máximo, tenemos que estar 9 o 10 puntos. Es difícil mantener esa concentración: mientras otras potencias tienen una gran cantidad de jugadores de una talla mayor y más fuertes, pueden bajar la concentración de juego y mantienen su nivel, en cambios nosotros tenemos que estar siempre jugando al mejor nivel para poder permanecer en la elite del vóley.

-A partir de Tokio, ¿los rivales los miran de otra manera?

-Por supuesto. Hay un respeto por el vóley argentino. A todo el mundo le gusta el vóley argentino, hablan bien de los jugadores y entrenadores argentinos. Es un voley fino, técnico. Le falta acompañarlo con la parte física que estamos tratando de trabajar. En 2020, en plena pandemia, implementamos un plan de captación nacional donde tratamos de incorporar jóvenes con ciertos parámetros físicos para poder competir a alto nivel. Tenemos una selección menor muy alta, que esperamos poder seguir trabajando y captando jóvenes de esa envergadura.

-¿Cuál es el objetivo para el Mundial?

-Los Mundiales son muy difíciles, más para Argentina. Pero me tengo fe para llegar lo más alto posible. Tenemos que apuntar a pasar la zona y después son partidos mata-mata, tenemos que tratar de afrontarlos de la mejor manera posible. Hay que darle al máximo, clasificarnos para los octavos. En los partidos "secos" después no se sabe qué puede pasar, nosotros jugamos bien ese tipo de partidos. Yo le tengo fe al equipo. La base es la de Tokio, se modifica como equipo titular la baja de Sebastián Solé, que entrará otro central. Es un equipo que sabe jugar, que se tiene confianza. Vamos a llegar bien, como llegamos siempre.

-¿Qué es el éxito para un entrenador?

-El éxito para mi es superarme todos los días, encontrar motivación todos los días para crecer y tratar de superarme. Es lo que le digo a los pibes: no les digo que tenemos que ir a ganar, sino que tienen que jugar mejor, mejorar cada uno de ellos y mejorar al equipo. Cuando pasa eso y te superaste, eso es éxito. Tuve la suerte de que en el último tiempo gané un poquito más de lo que perdí, pero eso no es éxito. El éxito no es ganar o perder. El éxito es superarse, día a día. Hacer que tu equipo se supere, que cada día juegue mejor. Eso es un entrenador exitoso. 

 

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