La sensación del final en la fría y lluviosa noche del estadio Geoffroy-Guichard, en Saint-Étienne, fue de alegría pero también de alivio. Tras la derrota en el debut del Mundial de Francia ante Inglaterra, los Pumas debían ganar frente a Samoa para seguir soñando con la clasificación y lo hicieron en un encuentro que se complicó más por errores propios que por virtudes ajenas.
Más allá de la clara diferencia en la posesión que marcó la estadística (62% a 38%), el juego de Argentina no brindó seguridad. Los innumerables errores de manejo dejaron a los samoanos con vida hasta el último minuto, y fue el penal de Nicolás Sánchez, sobre la hora, el que liquidó el test 19-10 cuando debería haberse dado con antelación.
Desde el inicio del partido se vio que el seleccionado argentino salió con otra personalidad respecto al estreno y dominó todo el partido a un rival que, en la previa, se esperaba más duro de lo que finalmente fue. En cada ataque, los Pumas demostraron superioridad para poner el juego adelante a través de los forwards y reciclando el juego con "espaldas". Pero la conducción de Gonzalo Bertranou y Santiago Carreras volvió a ser deficitaria, la cantidad de chances perdidas al borde del in-goal (cuatro) y los penales (11 en total) fueron algunas de las razones para que el marcador no fuera más abultado.
En un partido mundialista, a este nivel, cada detalle cuenta. Si había una situación inmejorable para quitarse la tensión del cuerpo y los fantasmas mentales, Argentina tuvo un guiño al primer minuto de juego cuando el fullback Duncan Pala’aua fue amonestado tras tocar en el aire a Carreras. Ese hecho le dio a Argentina la posibilidad de ir a jugar a campo contrario e imponer condiciones, que a los 9 minutos se reflejaron en el resultado cuando el propio Bofelli anotó un try después de una gran acción de equipo, desplegando el juego de lado a lado.
El 7-0 en el score parecía el escenario ideal para que los argentinos siguieran tomando confianza, ante unos samoanos que lucían imprecisos cada vez que obtenían la pelota. Los ítems a destacar y rescatar en los Pumas fueron las formaciones fijas. En el scrum obtuvieron las 9 pelotas que arrojaron, y lo mismo sucedió con el line, que hubo una transformación con respecto a Inglaterra: ganaron las 9 obtenciones y les permitió someter a Samoa con mauls en varias oportunidades, más allá de que no desembocaron en puntos en el in-goal. Justamente de un maul llegó otro penal y Bofelli dejó el encuentro 10-0.
Sin embargo, los del Pacífico se arrimaron en el marcador gracias a dos errores de los Pumas, primero de Carerras y luego con un penal de Matías Alemanno, que le permitió a Leali’ifano acertar el único remate a los palos de los cuatro que intentó. Otra vez, las equivocaciones y la falta de comunicación de los Pumas le daba al rival algo para sostenerse e irse al descanso 10-3.
Ya en el inicio de la segunda parte, los dirigidos por Cheika aumentaron la diferencia con dos envíos a la H del fullback. Si bien el 16-3 no era despreciable, no demostraba la supremacía real que había impuesto en todas las fases del juego Argentina, que siguió yendo para aumentar el marcador pero falló en los metros finales. El coach australiano dio un golpe de timón a los 26 minutos, cuando cambió a la pareja de medios e ingresaron Tomás Cubelli y Nicolás Sánchez, quienes enseguida demostraron su experiencia en la cancha con apenas dos acciones.
Pero la lluvia seguía haciendo estragos en una pelota que, por momentos, parecía enjabonada y que llevaba al combinado argentino a cometer un error tras otro. Sin grandes luces, Samoa fue en busca de la épica, simplemente defendiendo, aguantando los embates argentinos y así fueron ganando territorio. Tras tres penales consecutivos y a la salida de un line, insistieron con los forwards y Malolo anotó el try que dejó el encuentro 16-10 tras la conversión de Leuila a los 74 minutos, con mucho por jugar aún.
Los instantes finales fueron a pura tensión y nerviosismo, con el público francés apoyando de manera ferviente a Samoa y tratando de tapar a los casi 25 mil argentinos que se hicieron presentes en el estadio. Pero así como el comienzo del partido había dado una señal positiva con la amarilla a un samoano, el final también dio otro respiro. En mitad de cancha Samoa cometió un penal innecesario y Sánchez, al igual que en el Mundial 2015, metió un patadón que ingresó con lo justo y que le dio la victoria a los Pumas 19-10.
El festejo y la relajación de los jugadores reflejó que lo que estaba en juego era más que el segundo encuentro de la zona D. El golpazo ante Inglaterra obligó a hacer una dura autocrítica y a afrontar cada partido como una final. No es un dato menor saber que una posible derrota ante Samoa los dejaba inmediatamente sin chances de acceder a cuartos de final, y es muy probable que eso haya incidido en el rendimiento del equipo, que no mostró lucidez para cerrar un partido en el que tuvieron varias oportunidades.
Primero ganar y sacarse los fantasmas que aparecieron en Marsella dos semanas antes, luego hacer foco en el juego. Está claro que lo urgente era sacar el resultado, pero los Pumas deberán volver a prestar atención en lo mental para recuperar confianza en sí mismos. El próximo sábado 30 tienen una gran oportunidad frente a Chile, un rival que juega su primera Copa del Mundo. Es momento de sacudirse la presión, y luego llegará el turno de Japón, el domingo 8 de octubre, con quien se definirá la suerte en Francia.