A su corta edad, Ariarne Titmus tuvo que aprender a vivir en la vorágine. La nadadora australiana de 23 años sumó una nueva medalla de oro en su larga carrera y aparece como una de las figuras prominentes de este año. En Tokio 2021 se colgó cuatro medallas, dos de ellas doradas, pero ahora sumó una más en los Juegos Olímpicos de Paris. En el Campeonato Mundial de 2019 destronó a la estadounidense Katie Ledecky (quien tenía un invicto de seis años) en los 400 metros libres, categoría de la que actualmente posee el récord y de esta forma lo revaloriza tras ganar con 3:57.49. Entre marcas históricas y premios, también debió atravesar la exposición como figura pública y una complicada cirugía, hechos que marcaron su breve y exitosa carrera.
“A veces como atleta uno cree que es inmune a los problemas de salud de la vida real”. Así comenzó el mensaje con el que Titmus, en un extenso post en su perfil de Instagram, anunció el 15 de septiembre de 2023 que le encontraron un tumor benigno en uno de sus ovarios. El descubrimiento se dio durante un chequeo realizado por una lesión en una de sus caderas: la resonancia llevó tranquilidad sobre su dolencia, pero dio lugar a un escenario tan inesperado como incierto para la atleta. Rápidamente, se le presentaron varios interrogantes respecto de su futuro: ¿saldría bien la cirugía? ¿Cómo se vería afectada su carrera (la cual estaba en su auge)? Ella misma confesó tiempo después que fue informada del riesgo que suponía la operación y que incluso existía la posibilidad de remover el ovario en su totalidad debido al gran crecimiento que había tenido.
Ariarne es la hija de Steve, un presentador de noticias, y Robyn, quien trabaja como consultora. Nació el 7 de septiembre del 2000 en Launceston, al norte de la Isla de Tasmania, aunque pronto se mudó a Chelmer, un pequeño suburbio de Brisbane (la tercera ciudad más poblada de Australia después de Sidney y Melbourne). El momento de su nacimiento estuvo marcado por un terrible incidente: el cordón umbilical se enredó alrededor de su cuello, por lo que durante algunos segundos estuvo sin moverse, luchando por respirar. Rápidamente, los médicos le colocaron una máscara de oxígeno y la situación no pasó a mayores. Su padre no recuerda la experiencia de forma traumática, sino que cree que ayudó a forjar el carácter de su hija para su futuro: “De verdad creemos que esa primera hora definió su mentalidad para el resto de su vida. Fue el comienzo de su carácter como una luchadora en la vida; es casi como si desde ese punto nunca se iba a dar por vencida”.
Ahora 23 años después, Titmus vivió el segundo episodio de salud que marcó su vida. Si bien la cirugía fue todo un éxito, el desafío que implicó atravesarla siendo una figura pública recientemente establecida resultó un gran impacto para la nadadora. “Tener gente pidiéndote fotos en el hospital es muy chocante”, declaró. A las posibles complicaciones del proceso se sumaba la incertidumbre de que la operación afecte la posibilidad de tener hijos en un futuro; sin embargo, la atleta sobrellevó la situación gracias a los mensajes de apoyo de otras mujeres que habían atravesado la misma vivencia. Ahora, la experiencia le sirvió para ver su vida de una manera distinta: “Fue probablemente lo mejor que me pudo pasar, para ser honesta. Puso un montón de cosas en perspectiva, entre ellas que nadar es solamente nadar. Voy a ser joven una sola vez; por eso tengo que sacar lo más posible de este momento y de la chance de volver a estar en unos Juegos Olímpicos. Cuando era más chica siempre estaba pensando en lo que estaba por venir… A medida que crezco, intento disfrutar más el día a día”.
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Esta mentalidad que la australiana forjó fue casi una necesidad luego de su experiencia en Tokio 2021. A pesar de obtener cuatro medallas de oro y establecerse como una superestrella en el mundo de la natación, la presión sufrida la llevó a alcanzar sus límites tanto física como mentalmente: “Fue probablemente la semana más agotadora de mi vida. Cuando terminé la carrera colapsé; fue la primera vez en nueve días que mi mente y mi cuerpo se relajaron”. Los años de preparación para un evento de esta magnitud se definen, en muchos casos, por los pequeños detalles: un buen arranque, una brazada, una centésima de segundo pueden cambiar por completo un resultado. Esa adrenalina fue la que motivó a Titmus a rendir más allá de sus capacidades: “Estar en esas carreras, en las que tu cuerpo es capaz de encontrar ese extra… Creo que eso es lo que más voy a extrañar cuando me retire. No podés replicar eso en la vida real. Desearía que haya algo que te haga sentir esa sensación de energía eufórica”.
A su corta edad, Ariarne Titmus, quien tuvo que aprender a vivir en la vorágine, también pensó en el retiro: “No sé qué voy a hacer después de París… Planeo continuar pero uno nunca sabe; puede ser una de mis últimas participaciones en 400 metros. Tengo que aprovechar estas oportunidades para nadar lo más rápido que pueda”. Si bien la decisión es aún muy lejana y ella es muy joven, aclara que no es una cuestión física o de pasión; incluso, ganar en la cita olímpica sería un gran factor motivacional. Pero la gran pregunta es cómo mantenerse compitiendo en el más alto nivel cuando ya obtuvo todo lo que se propuso conseguir.
Los Juegos Olímpicos serán para la australiana un punto de inflexión en su carrera. Deberá enfrentarse no sólo con la histórica Ledecky sino también con la joven revelación y futura promesa de la natación Summer McIntosh; sin la presión de ser la favorita, luchará con todas sus fuerzas por colgarse la medalla de oro al igual que en Tokio 2021.