Los Juegos Olímpicos de París 2024 ya están en marcha, y como siempre, millones de espectadores alrededor del mundo disfrutarán de una amplia variedad de disciplinas deportivas. Sin embargo, hay un deporte que brilla por su ausencia en el programa olímpico: el automovilismo. Esta ausencia no es casual y tiene sus razones.
A pesar de su popularidad mundial y su larga historia, el automovilismo no forma parte de los deportes olímpicos oficiales. Esta situación ha generado debates y preguntas entre los aficionados al deporte motor. ¿Cuáles son los motivos detrás de esta exclusión? ¿Hubo alguna vez competencias automovilísticas en los Juegos Olímpicos? En este artículo, te contamos todo lo que tenés que saber sobre la relación entre el automovilismo y la máxima cita deportiva.
¿Por qué no se incluye el automovilismo en los Juegos Olímpicos?
La razón principal por la que el automovilismo no figura en el programa olímpico es simple: el Comité Olímpico Internacional (COI) no lo ha incluido oficialmente. Pero detrás de esta decisión hay varios factores que influyen en la exclusión de este deporte de los Juegos Olímpicos. Uno de los motivos más relevantes es el costo asociado al automovilismo. Se lo considera un "deporte caro" debido a los altos gastos que implica su preparación y organización. Los vehículos de competición, los equipos técnicos y la logística necesaria para montar un evento de este tipo requieren una inversión significativa, lo que choca con los principios de accesibilidad y universalidad que promueve el movimiento olímpico.
Por otro lado, la Carta Olímpica establece que los deportes incluidos en los Juegos deben ser practicados de manera masiva en todo el mundo. Además, se busca la igualdad de género en la participación, algo que el automovilismo todavía no ha logrado alcanzar plenamente en sus principales categorías, ya que al haber varias, sería difícil unificar criterios para todos los países.
Un punto crucial en la exclusión del automovilismo es una cláusula específica de la Carta Olímpica. Este documento fundamental establece que no son aceptables los deportes donde el rendimiento dependa de la propulsión mecánica. Esta regla deja afuera no solo al automovilismo, sino también a otras disciplinas motorizadas como el motociclismo o las carreras de lanchas.
¿Hubo alguna vez automovilismo en los Juegos Olímpicos?
Aunque pueda sorprender, el automovilismo sí tuvo presencia en algunas ediciones de los Juegos Olímpicos, aunque nunca de manera oficial ni con entrega de medallas. Estas apariciones fueron más bien eventos de exhibición o competencias paralelas a los Juegos. La primera vez que se vio algo parecido al automovilismo en un contexto olímpico fue en los Juegos de París 1900. En esa oportunidad, se organizó una carrera de resistencia de 837 millas (1.347 km) dividida en dos categorías: coches pequeños y grandes. Entre los ganadores destacados estuvieron Louis Renault en la categoría de coches pequeños y Alfred Velghe en la de coches grandes.
Años más tarde, en Berlín 1936, se celebró un rally junto al evento principal. Sin embargo, tampoco se consideró parte oficial del programa. En esta competencia, Elizabeth Haig se llevó la victoria al volante de un Singer Nine Le Mans, en un contexto de creciente tensión política en Europa. La última aparición del automovilismo en el marco de unos Juegos Olímpicos fue en Munich 1972. En esa ocasión, se realizó un rally previo al evento olímpico, aunque sin entrega de medallas oficiales. El ganador de esta competencia fue Jean Todt, quien pilotó un Alpine A110 y años más tarde se convertiría en una figura importante en la Fórmula 1 y la FIA.