Fue de último momento. Se abrió una puerta, vio luz y entró. Con toda su soltura, su alegría y, sobre todo, con la inocencia y desfachatez de una adolescente, como es. Se llama Abigail Magistrati, tiene 17 años y se convirtió en la atleta más joven de toda la delegación.
La joven de La Plata será la representante olímpica en Gimnasia. Lo supo en las últimas semanas y viajó rápidamente a Tokio para hacerle frente a la cita. Estaba entrenada, lista, pero principalmente puso toda su entrega para estar a la altura de tamaña cita. En este 2021, en plena pandemia, Abigail viajó a Brasil y se quedó con la medalla de bronce en la disciplina “suelo” y con la competencia por equipos.
Ya en los Juegos Panamericanos de Lima, en 2019, le había tocado ser la más joven. Sin embargo, no se achicó. Ni antes, ni ahora. La clasificación llegó de una manera inesperada, su compañera de equipo, Martina Dominici dio positivo en un control antidoping y tuvo la prohibición de ser parte de los Juegos Olímpicos en Tokio. Si bien apeló a ese control, los tiempos no se podían acomodar.
Así fue como un día de hace dos semanas, Abigail estaba despertándose para entrenar a las siete de la mañana en el CeNARD. En una charla con ESPN, Magistrati contó que bajó y recibió un llamado de su entrenadora, Vanesa Molina, que le dijo 'Buen día olímpica'. “Yo no entendía nada, estaba dormidísima y me quedé en shock”. Desde Núñez hasta La Plata se sintió la alegría. Porque el trabajo de Magistrati no fue solo en el CeNARD, lugar al que va desde hace más de cinco años viajando en colectivo desde la ciudad de las diagonales.
Abigail empezó de muy chiquita en el club del barrio. Era la sociedad de fomento Villa Elvira, enLa Plata. Después, a los seis, pasó a Everton. Ahí cada día se entrenó entre juegos y deporte profesional hasta que en 2015 la Selección Argentina la incorporó. Desde ese día, en adelante, comenzó un largo camino repetido: los viajes al CeNARD. De lunes a sábado en Núñez entrenando por un sueño. En charla con el Diario El Día de La Plata, los padres del orgullo de la ciudad contaron que hasta el 2015, para que Abigail pudiera entrenar hacÍan rifas, peñas y cualquier cosa para mantener la actividad.
Así fue como el esfuerzo, el trabajo y, sobre todo, la tenacidad dieron frutos. Desde hace un par de años, a través del ENARD, sí existe un pago para el desarrollo de Abigail. Viáticos y algo más para poder sostenerse. Como la mayoría de los atletas, la pandemia fue dura para ella también. Si bien no tenía una expectativa de alcanzar los Juegos Olímpicos, la falta de estímulos y el encierro la llevaron a encontrar alternativas para entrenarse. Y así lo hizo.
Más allá de todos sus títulos en América y de sus medallas, Abigail, la más chica de toda la delegación está en Tokio para competir, para cumplir el sueño y, sobretodo, para mostrar que esta actividad tiene mucho para crecer. Siempre con la celeste y blanca en el pecho.