Por primera vez en la historia, la Secretaría de Deportes de la Nación tiene un área encargada de combatir la violencia de género en un ecosistema atravesado por su capacidad de transmitir valores y por las más arraigadas tradiciones conservadoras: desde la distinción social entre deportes de varones y de mujeres hasta la protección que reciben los deportistas de elite cuando son denunciados. La directora nacional de Políticas de Género, Guillermina Gordoa, encabeza la tarea de resignificar ese mundo multinivel donde conviven el deporte social y las estructuras hiperprofesionalizadas, pero todos reproducen las mismas desigualdades.
El último proyecto es Abrir el Juego, que trabaja sobre miradas y experiencias para generar propuestas situadas y herramientas útiles para clubes y federaciones. Un paso inicial en una gestión que busca actuar en forma de “pinzas” para ser efectiva. “La pregunta que nos tenemos que hacer es ¿Qué personas estamos construyendo desde el deporte?”, consideró Gordoa en conversación con El Destape
¿Qué es Abrir el Juego?
Es un proyecto que fuimos creando entre la iniciativa Spotlight, la Asociación ACÁ y La Nuestra Fútbol Feminista. Fue un trabajo en equipo, donde nos pusimos como objetivo generar herramientas concretas para trabajar en la construcción de un deporte seguro, justo y libre de violencias. Vamos construyendo distintas cosas por ese camino y Abrir el Juego nace para plantear debates teórico-conceptuales, pero también para dejar herramientas concretas para el trabajo de entrenadores y entrenadoras, dirigentes, federaciones y deportistas.
Son tres cuadernillos que tienen una base teórica común y después tienen algunas discusiones teóricas-conceptuales sencillas de acuerdo a quién esté dirigido y herramientas concretas lúdicas, para trabajar esos temas que fuimos planteando. Además, tiene un glosario común sobre qué es género en el deporte, a qué le llamamos patriarcado, también trabaja ‘cuerpo’, ‘poder’, ‘igualdad’ como conceptos. Incluye un decálogo de buenas prácticas para construir un deporte libre de violencia, y la guía paso a paso para armar los protocolos en clubes y federaciones, nos parece una herramienta fundamental. Seguimos la línea de que sean herramientas prácticas para seguir en el día a día del deporte. Desde que está disponible está empezamos a tener buenas repercusiones.
¿Cómo se construye un deporte libre de violencia?
El deporte no está ajeno a las desigualdades que se reproducen en la sociedad. Entonces, un primer momento de construir un deporte libre de violencias por motivos de género es plantear en un inicio qué es hablar de género para las estructuras del deporte, porque si no a veces parece que hablar de género es hablar de las cosas de las chicas, las mujeres y dista mucho de eso. Esto también nos permite implicar a las estructuras, a los varones y a toda la sociedad en la discusión. Ese debate tiene que servir para cuestionar las prácticas cotidianas, cómo construimos las identidades en el mundo del deporte, entendiéndolo como agente de socialización. Todo espacio donde nos constituimos como personas también nos constituimos como varones, mujeres u otras identidades y entonces la pregunta que nos tenemos que hacer es ¿Qué personas estamos construyendo desde el deporte?
Quizás, a través de este proceso podamos entender que los valores del deporte son maravillosos para transformar la sociedad y formarnos, y tienen que tener esta lógica de entender también el rol enorme que cumple la construcción de igualdad en la reproducción de las desigualdades.
El debate es abarcativo y complejo ¿Cuál es el concepto central con el que hay que romper para erradicar la violencia de género en el deporte?
Que el deporte entienda que la categoría de género nos trae la resignificación absoluta del deporte en sí es clave. Hay que entender que cuando hablamos de género en el deporte estamos hablando de comenzar a pensar el deporte desde una mirada que ayude a pensar la construcción de nuevas identidades. Que el deporte se piense en perspectiva de género es transformarlo.
En cuanto a las prioridades hay tres ejes clave: transversalizar la mirada de género, generar las herramientas para la prevención y la erradicación de las violencias y tener políticas de igualdad claras para el aumento en el acceso, la permanencia y la representación de las mujeres y diversidades en el deporte.
La desigualdad de las mujeres y otras identidades en el deporte es notoria ¿De qué forma hay que actuar para cambiarlo?
Como política pública planteamos ejes muy concretos. Tenemos que levantar la participación de las mujeres: la oferta de deporte para mujeres en los clubes; aumentar la participación en los espacios de decisión; pensar una oferta deportiva, una infraestructura que permita el acceso en igualdad del deporte; discutir y transformar el deporte para que todas las personas trans puedan acceder. Hay un desafío muy grande de levantar los pisos en el acceso, la permanencia y la representación.
Luego está el gran debate de cómo incorporamos la Educación Sexual Integral en la iniciación y el desarrollo deportivo para construir un deporte libre de estereotipos. A pesar de todo lo que se ha avanzado seguimos teniendo mucha dificultad para que una niña practique un deporte que históricamente fue considerado masculino, lo mismo si un varón quiere participar de un deporte históricamente considerado como femenino. Se siguen produciendo violencia en ese sentido y eso obtura al desarrollo de las estructuras del deporte. Ese es el gran camino que tenemos para construir un deporte libre de violencia. Por supuesto, generamos protocolos para la atención efectiva y sin demora de las instituciones ante las situaciones concretas de violencia simbólica, psicológica, física o sexual que puedan suceder
El deporte tiene la capacidad de inculcar valores y de educar, como agente de socialización, pero a la vez es una estructura muy conservadora. Sucede con el tema de los deportes considerados femeninos o masculinos, con la violencia de padres en el deporte infantil o a gran escala, con casos de violencia de género donde los clubes de fútbol no tienen respuestas contundentes y efectivas ¿Cómo se trata todo eso a la vez?
El deporte tiene el mismo potencial de generar todas las transformaciones y ser un instrumento educativo, como también de ser un espacio donde se reproducen las situaciones de violencia y desigualdad. Yo creo mucho en la estrategia de pinzas, de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo. Así como generamos estas discusiones desde el Estado, también hay un montón de desarrollo en los clubes de barrio y de cada institución, que vienen de compañeros y compañeras organizadas. En ese acoplamiento vamos generando las transformaciones.
Es cierto que hay algunas metas que tenemos que poner claras para actuar sobre lo que pasa cuando no se actúa de buena manera y el mensaje que se da e ir reduciendo estas malas prácticas para generar buenas prácticas. Vamos en ese camino. Cuando no se aplican los protocolos de violencia, el mensaje es confuso y no ayuda. Empezar a construir una guía de cómo son los protocolos que queremos, qué tienen que contemplar y generar un acompañamiento para que eso se vuelva una herramienta de uso es fundamental.
Esto tiene que convivir con el debate cultural. Muchos de los obstáculos están en las representaciones sociales y los estereotipos de género que nos habitan a todos. A veces tenemos resueltos los protocolos, una ley de identidad de género, una ley de violencia y, sin embargo, lo que opera ahí en concreto es el estereotipo, la creencia, el sesgo que no nos permite pensar la posibilidad de un deporte diferente. Sobre estos sistemas de pensamiento tenemos que intervenir muy fuerte.
Se necesita mayor representatividad de mujeres en la dirección de los clubes…
Siempre en las capacitaciones pregunto: ‘Díganme por qué las mujeres no están en las comisiones directivas de los clubes’. Casi nadie me va a decir hoy por hoy que la mujer es inferior, sin embargo, en los resultados sigue operando eso porque efectivamente no estamos ahí. Hay que hacer todo ese camino de visibilizar algo que nos opera de modo inconsciente para poder transformar y avanzar.
Tenemos que incidir en los números porque si no estamos siempre en proceso de reflexión continua. Acompañamos con la herramienta, pero también tenemos que levantar los pisos concretos porque estamos en el 2020 y los números del deporte en particular no son alentadores.
Si algo nos enseñó la categoría de género es que lo importante es incorporar la diversidad de miradas en la gestión, porque es a través del nombrar la experiencia en nombre propio que esto se amplifica. No es porque sí que tenemos que estar las mujeres, es porque vamos a tener una mirada diferente porque tenemos una historia diferente y nos ocupamos de cosas diferentes.
En el caso de las personas trans y diversidades, la representación es casi nula o nula ¿Es la discusión en la que más falta avanzar?
Tenemos un enorme desafío para que las mujeres estén en un espacio de decisión y tenemos otro enorme desafío con que las personas trans en nuestro país, que tiene una ley de identidad de género, puedan acceder de forma libre al deporte.
Luego hay diferencias que se pueden plantear en el debate en torno a algunos espacios donde esto sucede sin ningún inconveniente con respecto a lo que pasa en el alto rendimiento o el deporte federado. Vemos un montón de experiencias buenísimas donde un montón de personas pueden acceder sin discriminación, pero tenemos otras experiencias en las que no. No es sólo una cuestión de representatividad, sino de acceso.
Era necesario profundizar en esta deuda y eso lo tuvieron claro Inés Arrondo (Secretaria de Deportes) y Jorgelina Bertoni (jefa de Gabinete de la Secretaría) al crear por primera vez esta Dirección.